Un periodista vegetariano le pregunta a un colega que transita zonas rurales si sabe algo de robo de ganado y comercio de carne ilegal. La respuesta es: “no sé mucho pero, por las dudas, no compro empanadas en la ruta”.
En los últimos seis meses, la Policía Rural ha decomisado 9,5 toneladas de productos cárnicos en condiciones irregulares en Mendoza. Los peligros de consumirla sin controles de calidad.
Un periodista vegetariano le pregunta a un colega que transita zonas rurales si sabe algo de robo de ganado y comercio de carne ilegal. La respuesta es: “no sé mucho pero, por las dudas, no compro empanadas en la ruta”.
El cronista le traslada la “presunta anécdota” a un policía que trabaja en el tema y la respuesta es: “esas empanadas no sólo se pueden comprar en el campo sino también en el Gran Mendoza”.
“¡Hay tanta gente haciendo empanadas!”, agrega un ganadero de La Paz, cuando se lo pregunta sobre la comercialización de este tipo de productos típicos de la economía informal.
Los especialistas consultados indican que también la carne faenada de forma clandestina llega a algunas carnicerías, disimulada en un tipo de “molida de precio especial” que se comercializa en algunos barrios populosos del Gran Mendoza, donde el consumo y la demanda es mayor, y la gente se inclina siempre por los precios más bajos. En este caso, por una molida de ganado bovino “cortada” con carne de caballo.
Si bien es imposible dimensionar la cantidad de carne de este tipo que se comercializa no sólo en carnicerías sino también en fábricas ilegales de chacinados, con altísimo riesgo para la salud del consumidor, una cifra oficial puede ayudar a visualizar -en modo contraste- la problemática: desde mayo de este año, cuando el Ministerio de Seguridad y Justicia implementó el Plan Estratégico contra el Abigeato, la Policía Rural "ha decomisado 9,5 toneladas de productos cárnicos en condiciones irregulares, recuperando 186 animales robados y reteniendo 2.700 cabezas de ganado por infracciones a la Ley de Ganadería".
Según explica el comisario Adrián Ríos, jefe de policía Rural, hay tres integrantes necesarios para que este tipo de delitos prospere: a) las personas que sustraen los animales y luego los faenan; b) la persona que va a buscar la carne y la transporta; y c) el comerciante que la procesa y luego la vende.
“El que roba y faena, generalmente lo hace en zonas rurales, alejadas de las zonas urbanas. Los focos más importantes detectados se encuentran en la zona este de Maipú, en algunas zonas de Guaymallén y en los departamentos del Este provincial: San Martín, Junín y Rivadavia”, explica el jefe policial.
A la hora de buscar un perfil de este tipo de delincuente apunta: “son personas que han realizado tareas de carneo durante años y puede despostar un animal en una hora, ya sea en una casa o bien al aire libre, en una finca o zona inculta o en un callejón. A veces van caminando, conocen el lugar y aprovechan un momento justo”.
El segundo eslabón es el transportista, personas que llegan al lugar del faenamiento clandestino con un vehículo –por lo general un utilitario o un auto con baúl grande- y se lleva la carne.
Por último, está el vendedor: la carne es vendida a gente que hace comida casera pero mayormente va ciertas carnicerías o a fabricas ilegales de chacinados. “Los carniceros, aprovechando el color similar, la muelen y la mesclan con carne comprada legamente y la venden como molida. En tanto que los fabricantes de chacinados lo utilizan para distintos productos”, explica el uniformado.
Ríos informa que la mayoría de los decomisos efectuados en el Gran Mendoza y en la zona Este son carne de caballo; en tanto que en el Sur provincial es ganado bovino, animales vivos que son robados por cuatreros.
“Es una gran preocupación para los ganaderos de La Paz. En los dos últimos años los robos de animales han aumentado; están faenando hasta yeguas con potrillos chicos. Es un tema de conversación constante entre los ganaderos. Recuerde que la ganadería es la economía más importante del departamento”, sostiene Armando Pérez, un conocido ganadero de La Paz.
“Nos hemos cansado de hacer gestiones con la policía. Hay controles policiales de día en las rutas, pero piden documentos y hacen alcoholemia y no ven la carga. Y si detienen a alguien entra por una puerta y salen por la otra. Acá, en la paz todos nos conocemos”, afirma.
Pérez asegura que el 80% de los robos de animales se realizan de noche y “los faenan en la calle, donde los agarran: le sacan las mejores piezas y el resto lo dejan tirado”.
En cuanto a la comercialización, sostiene que “es fácil venderla: hay tanta gente haciendo empanadas y a los carniceros, si se le ofrece carne de campo –vacuna o de yeguarizo; burros ya no quedan- la compran. El tema es hacer una moneda fácil”.
“Hay dos ejes de trabajo: atacar el mercado clandestino y reforzar los controles de animales en pie. Son dos tendencias distintas: en el Gran Mendoza por la mayor demanda, venta de carne faenada; en el sur, con ganado bovino, personas que tienen algunas vacas y comprar alguna robada para sumarla a su tropilla y luego venderlas” dice el uniformado.
Para evitar esta segunda tendencia el Ministerio de Seguridad y Justicia trabaja junto a la Dirección de Ganadería y los productores para que las tropas estén se marcadas. De esta forma la comercialización ilegal se dificulta y, en caso de secuestro de animales durante un operativo, la marce permite devolver al animal a su legítimo dueño.
En cuanto a la carne clandestina, muchos procedimientos se inician cuando alguien denuncia al 911 y se inicia entonces un operativo el apoyo de personal de Bromatología de los distintos departamentos.
¿Qué se hace con la carne decomisada? Se destruye o se desnaturaliza. Al no tener las condiciones exigidas para su comercialización se utilizan productos químicos para degradarla o bien se la entierra.
“Toda la carne se destruye. El mes pasado un camión volcó en el Acceso Este cargado con carne de procedencia legal, toda esa mercadería fue destruida ante la presencia del dueño porque ya no es apta para el consumo”, indicó.
En lo casos de decomiso de carne irregular es indispensable la participación de un bromatólogo municipal, la única persona que puede certificar que esa carne no es apta para consumir. Además, es la firma que se necesita para avalar una denuncia en la Justicia. Los delitos pueden ser: protección a la población por sustancias riesgosas violación a las leyes de sanidad animal o abigeato.
Desde el Departamento de Bromatología de la Municipalidad de Maipú, su jefa, Silvana Marchesi, explicó que se trabajan con conjunto con la Policía Rural en procedimientos en lugares específicos y también cuando surge alguna situación, durante controles de vehículos en la vía pública.
El área de Bromatología de los municipios tiene poder de policía sanitaria y por lo tanto está facultada para hacer multas y, llegado el caso, decomisar mercaderías.
“En la mayoría de los casos en que actuamos el alimento no reúne las condiciones de tipo organolépticas; no tiene guía de ruta, no se puede saber si cumple con los procedimientos establecidos en el Código Alimentario Argentino. Entonces, el retiro y decomiso de la vía de circulación se realiza para evitar un problema de salubridad”, indica la bromatóloga.
A modo de ejemplo explica que una carne sin refrigeración, sobre todo cuando proviene de un faenamiento clandestino, las probabilidades de que haya una proliferación de microrganismos peligrosos son altísimas y puede producir enfermedades que lleven a la muerte.
Tal es el caso de la Escherichia coli, bacteria que produce el síndrome urémico hemolítico. Este microorganismo debe estar ausente en la carne y “en un faenamiento ilegal las probabilidades de que aparezca son altísimas”.
La especialista explica que, si bien Maipú tiene uno de los laboratorios más equipados de las provincias, cuando ya no se puede conocer la trazabilidad del producto, no es necesario hacer análisis porque, esa mercancía no puede ser comercializada según la ley.