Atrincherados e intentos suicidas reflejan las crisis emocionales de verano

Los balances de fin de año, las metas de uno nuevo y hasta el calor hacen que los grupos especiales de la Policía intervengan en cuadros de alto riesgo con mayor frecuencia desde diciembre.

En verano aumentan las intervenciones de efectivos del GRIS y GES en Mendoza. | Imagen ilustrativa - Mariana Villa / Los Andes
En verano aumentan las intervenciones de efectivos del GRIS y GES en Mendoza. | Imagen ilustrativa - Mariana Villa / Los Andes

Una época de balances, la renovación de metas –en algunos casos poco esperanzadoras-, la soledad e incluso el agobiante calor del verano mendocino llevan a una combinación de factores que vuelven esta época la “temporada alta” de las crisis emocionales, que pueden terminar incluso en la muerte. Así lo reflejan las estadísticas de las intervenciones policiales: grupos especiales de la Fuerza deben actuar para disuadir a sujetos atrincherados, personas que intentan quitarse la vida o aquellas que, presas de la desesperación y la angustia, deciden tomar de rehenes incluso a seres cercanos.

El año 2022 cerró con un total de 50 intervenciones directas en escenarios de crisis por parte del Grupo de Resolución de Incidentes y Secuestros (GRIS) y de sus fieles compañeros, los miembros del Grupo Especial de Seguridad (GES). Los primeros son los negociadores, que intentan por todos los métodos, pero sobre todo basándose en la escucha activa, que esos mendocinos en crisis depongan su actitud y se aferren a la vida. Por ese total de acciones realizadas por los negociadores y los “SWAT” locales se lograron salvar 43 vidas. “Las acciones de la unidad han sido altamente satisfactorias en materia de negociación, salvándose en el 2021 27 vidas: seis mediante asalto táctico y 21 por vía de la negociación. Mientras que en 2022 se salvaron 43 vidas en total: 29 por negociación y 14 por irrupción y rescate”, detalla a Los Andes el comisario Hugo Sánchez, comandante del GRIS.

“El rescate táctico se da cuando hubo algún motivo que hizo desistir de la negociación y se tuvo que irrumpir. Pudo ser porque los índices de violencia indicaban que se acrecentaba la situación, porque no hubo negociación y el silencio es un punto importante de violencia o porque la persona haya empezado a autolesionarse. Esos puntos hacen suspender la negociación y motivan la irrupción”, explica el también jefe departamental de Las Heras y Lavalle.

Durante 2021 se realizaron 63 de estas intervenciones, de acuerdo a las estadísticas del GRIS. Las cifras se mantienen dentro de los parámetros normales, a criterio oficial. “La diferencia entre un año y otro (de 2021 a 2022) se ve afectada por las numerosas intervenciones realizadas en conflictos sociales (como manifestaciones), que si bien no dejan de ser en algún modo un escenario crítico, no resultan una crisis puntual a las que estamos acostumbrados, donde se encuentre en riesgo la vida”, añade Sánchez.

Época crítica

“No hay un estudio realizado que indique que en diciembre, enero o febrero tengamos mayor cantidad de casos, pero las estadísticas lo demuestran”, admite el jefe policial al delimitar aproximadamente los tiempos de esta etapa de crisis. Y suma: “No podemos aventurarnos a dar opiniones en referencia al porqué de esto. Sí está claro que un vasto número de los casos se centra en la crisis socioeconómica y cultural que se vive. En ocasiones, las necesidades insatisfechas son la mecha que encienden una crisis, sumado a que son meses donde los sentimientos de todo tipo afloran en mayor medida”.

La vigencia de esta época crítica se ejemplifica con la realidad cotidiana. El último jueves las sirenas sonaron en San Carlos y se activó el protocolo de actuación ante situaciones de crisis de alto riesgo debido al intento de un hombre de 30 años de edad de quitarse la vida. El sujeto, quien luego se supo que tenía problemas de adicción, optó por atrincherarse en su casa. Momentos antes había tenido una discusión con familiares y hasta había intentado colgarse de un árbol del interior de la finca.

Luego bloqueó la puerta de ingreso a la vivienda, apagó las luces y se negó a entablar un diálogo con el negociador. Su reducción sólo fue posible una vez que intervinieron los efectivos del GES con el rescate táctico sanitario, que permitió asegurarlo y contenerlo, según se comunicó oficialmente.

Tres días antes otra tensa situación había requerido la presencia de los grupos de élite locales, esta vez en Guaymallén. Blandiendo un bisturí y otros objetos cortantes, un hombre de 36 años que tenía problemas familiares y había consumido estupefacientes se atrincheró en su vivienda ubicada en calle Rafael Obligado al 2200, desde donde amenazaba con autolesionarse y se negaba a ser trasladado a un hospital neuropsiquiátrico. Luego de dos horas y media de tensas negociaciones, el sujeto depuso su actitud, se dejó asistir y entregó las armas blancas.

Si bien fueron de las primeras intervenciones de este tipo en lo poco que va del año, los últimos meses de 2022 mostraron más crudamente los cuadros de soledad, angustia, ansiedad y sentimientos de autodestrucción en los que los efectivos del GRIS y el GES debieron actuar.

El mayor número de intervenciones se da en el Gran Mendoza, lógicamente debido a la densidad poblacional del área. “Las estadísticas nos permiten observar que encabezan estos escenarios la violencia intrafamiliar y/o de género, la siguen las alteraciones psicopatológicas y, al final, la ingesta de alcohol, fármacos o sustancias ilícitas”, sentencia el jefe del GRIS.

El golpe de la soledad

Mientras algunos disfrutan de las tan anheladas vacaciones, otros sienten la soledad sacudiendo sus rutinas o ven con impotencia que otro año se fue y las cosas no salieron como estaban planeadas. “En esta época hay una situación inminente de cambios y está la prisa por querer resolver cosas. Acá es donde se ven bien las respuestas de ansiedad y angustia en las personas. Además, los soportes sociales e institucionales están debilitados: sólo quedan las guardias y el personal que en general está articulando soluciones también se debilita. Es un doble proceso, no solamente el de la persona sino el de las redes que contienen a esa persona y que permiten descomprimir esa situación”, apunta el psicólogo clínico Mario Lamagrande.

Y agrega: “Si no lo han podido ir resolviendo en lo que sería el año funcional, en términos institucionales, las personas se encuentran solas y acá es donde empieza el problema: al autopercibir la persona esa soledad que tiene para resolver los problemas. Lo que más o menos podía ir acercándolo deja de ser así y tenemos esta escalada que se traduce muchas veces en respuestas de violencia”.

Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Así las cosas, febrero será también un mes difícil aunque menos crítico en cuanto a crisis emocionales. “En febrero o marzo tenemos la vuelta de las instituciones, como la familia, los amigos, el Estado, que vuelven a dar contención. Porque, en este momento, tu psicólogo o psiquiatra se fue de vacaciones o la familia se fue y el malestar sigue. Lo importante es sentir que no sos el único atravesando estas situaciones. El malestar en estas cosas arranca desde esa sensación de que sos el único. Pero hay que saber que hay otras personas a las que también les pasa, que hay posibilidades de resolverlo y que no estás loco o en un padecimiento, sino que uno forma parte de una red y un proceso más sistémico donde cada persona y grupo condiciona a uno y al otro”, añade el titular de la cátedra Psicología Aplicada en la Universidad del Aconcagua.

A esta “temporada alta”, a diferencia de lo que ocurre con la turística, el calor no la beneficia. “En los últimos meses del año llegan los balances y, si te fue mal, es complicado. Además aumenta el consumo de alcohol debido a las altas temperaturas. Aparejado a esto también se incrementa el consumo de drogas y hay una realidad socioeconómica muy difícil, por lo que hay gente que no la tolera. También se dan mayores índices de hechos de violencia de género en verano, motivados por el mismo consumo de alcohol y drogas”, aclara el comisario Sánchez.

Una decisión drástica

En ocasiones estas crisis emocionales son fatales. Según cifras oficiales de la provincia, la tendencia anual de tentativas de suicidio y de hechos consumados va en aumento. El último año se registraron más de 1.900 intentos y casi 200 suicidios consumados, siendo el Gran Mendoza donde se concentraron en mayor cantidad. Dentro de esta área, Guaymallén fue el departamento más afectado por la problemática suicida al tener el mayor índice poblacional de la provincia.

Diciembre fue el mes en que más intentos de suicidio y casos de autoeliminación hubo.

Empatía y contención

“La contención implica definir estrategias familiares y sociales para asistir a las personas. Ante la cercanía de las organizaciones, hay que ver cómo otras redes pueden sostener esto para evitar la escalada de estas situaciones y la intervención de la fuerza pública ya que es la Policía la que empieza a actuar para contener a las personas”, sugiere Lamagrande.

Sánchez coincide con el psicólogo. “No podemos dejar de lado la impotencia ante la creciente ola de crisis en la que la sociedad se ha sumergido. Notamos una importante necesidad de que la sociedad en su conjunto actúe para revertir este escenario. Necesitamos una sociedad realmente empática, tolerante y respetuosa”, concluye el jefe de los negociadores del GRIS.

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