Pedro Molina el pulmón de la Calle Larga

Nació en 1931 en la popular barriada guaymallina y estuvo muy cerca de cerrarse hace un tiempo. Cuna de deportistas y grandes artistas.

Pedro Molina  el pulmón de la Calle Larga
Pedro Molina el pulmón de la Calle Larga

El Club Social y Deportivo Juventud Pedro Molina abrió sus puertas el 7 de agosto de 1931. Nació de la fusión de dos entidades: Casa Hijos de Juan López y Deportivo y Social Destilería Ángel Rossi. Originalmente se ubicaba en la Calle Larga, actualmente denominada también Pedro Molina. A fines de ese año fue trasladado a la calle Matienzo, donde está hoy en día.

En sus comienzos solo contaba con una propiedad que abarcaba unos 1.000 metros cuadrados. Con el paso del tiempo llegó a contar con más de 3.000 metros cuadrados, debido a que los dueños de los terrenos baldíos lindantes comenzaron a donar estos a favor del club. 
Pioneros

La primera comisión directiva del club Pedro Molina estaba integrada por referentes comerciales y vecinales muy importantes en el distrito. Se trataba de Salvador Quiroga, presidente; Pablo Tempesti, vicepresidente; Alfredo Fara, secretario de Actas; Mario Príncipi, tesorero, y los vocales Julio Rozzi, Salvador Riportella, Celedonio Pérez y Boveri. Mientras, el delegado de la Liga de Fútbol era Salvador Quiroga.

Salón de fiestas

En 1983, el club inauguró la ampliación de un salón de fiestas al que se denominó Elcira Schiappa de Acevedo, en honor y reconocimiento a la fecunda labor desarrollada por ella en favor de la comunidad mendocina y en especial por el club, ya que fue quien fundó la biblioteca.

En ese salón, los dirigentes de la organización barrial empezaron a realizar actos socioculturales, funciones de teatro, proyecciones de cine, montajes de espectáculos musicales, conferencias temáticas, reuniones de camaradería y demás actividades relacionadas con la convivencia vecinal y el desarrollo de la zona, que además atraían cada vez más a habitantes de zonas aledañas.

El salón fue calculado con una capacidad de 300 personas y también fue dotado de un gran escenario entablonado, dos camarines con salida a las canchas y dos grupos de baños.

Paralización de las actividades

En 1995, el club dejó de desarrollar actividades ya que, debido a la incipiente crisis económica, no podía solventar sus gastos, ante la imposibilidad de los socios de pagar sus cuotas como habitualmente lo hacían.

En 2001 fue instalado allí un centro de salud público, en un espacio cedido por un convenio a la Provincia de Mendoza. Posteriormente, en 2006 asumió una nueva comisión directiva que no cambió la situación, ya que el club continuaba cerrado para la comunidad.

Reapertura

En 2009, el primer vocal de la comisión, Orlando Buenaventura, propuso volver a abrir las instalaciones y emprendió ese cometido junto a su esposa, quien se unió a él en la gran cruzada.  Para entonces, las instalaciones mostraban un abandono muy avanzado ya que estaban sumamente deterioradas y sucias, con los baños colapsados e incluso con una gran pared lateral derrumbada, entre algunos de los problemas que presentaban.

Igualmente, y a pesar de esas condiciones, ambos vecinos se pusieron manos a la obra en pos del renacimiento.

En 2010, luego de una ardua tarea de casi un año de limpieza profunda y numerosas refacciones, el club empezó a funcionar para brindar clases de folclore y gimnasia para adultos mayores, así como prestaciones del programa Creciendo Juntos, a través del cual el Ministerio de Seguridad les brindaba contención social a niñas y niños, que practicaban deportes con guías.

Así, hacia fin de año eran más de 250 las personas que constituían la población permanente del club. En 2011, la institución barrial ya había sumado el dictado de danzas árabes y españolas, un taller de música y clases de hip-hop.

Nuevos problemas y la salvación de nuestro club

En ese entonces, el club debió afrontar un pedido de quiebra y de embargo de sus bienes que derivaba de una demanda judicial por la cual el acreedor -un exempleado- reclamaba el pago de sueldos no cobrados años antes.  Esta situación, producto de un litigio laboral de larga data, derivó en que las instalaciones estuvieran a punto de ser rematadas en forma inminente al no contarse con los recursos económicos para afrontar el pago de la sentencia devenida de esa demanda laboral.

Desde ese momento, la lucha de los vecinos por evitar la desaparición de su querido club trascendió a los medios masivos de comunicación, que con gran repercusión la reflejaron como un ejemplo patente de lo que estaban viviendo.

Finalmente, bajo el Nº 8.509, la norma local de inembargabilidad e inejecutabilidad de bienes, y de condonación de deudas fiscales y de servicios públicos provinciales de instituciones barriales sin fines de lucro fue sancionada en noviembre de 2012 y promulgada por el Poder Ejecutivo en diciembre del mismo año.

Este marco legal fue el que permitió que el club no cerrara sus puertas tras ofrecer servicios durante más de 80 años y asegura que no le pase lo mismo a ninguna otra entidad de ese tipo. Y además posibilitó que se sumara al apoyo de la Municipalidad de Guaymallén para cancelar la deuda que tenía en vilo a toda una comunidad.

Una vez normalizada la situación legal y finalizada la intervención municipal en el club, el 5 de mayo de 2012 se realizó una asamblea general que definió la conformación de la nueva comisión directiva de la institución. Esta decidió tomar el nombre de Media Luna de Pedro Molina y estaba integrada -en su mayoría- por aquellos socios que colaboraron en el exitoso proceso de recuperación.

Una Biblioteca con historia

El club es uno de los pocos que cuenta con una biblioteca propia y que representa un gran pedazo de la historia mendocina. El poeta y músico Armando Tejada Gómez, uno de los impulsores del cancionero cuyano, contaba siempre que aprendió a leer en esa biblioteca, la que está abierta a la comunidad. Allí también se encuentran libros donados por el músico Jorge Marziali, quien colaboraba con el club siempre que volvía de Buenos Aires.

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