Trump, el jefe de campaña de Milei

Donald Trump convirtió lo que se suponía sería una Cumbre entre él y Javier Milei para reconfirmar su alianza estratégica, en una bizarra conferencia de prensa donde se presentó como el jefe de campaña electoral de Milei advirtiéndonos a todos los argentinos que, si no lo votamos, nos quitará hasta el saludo.

Después de la extrañísima reunión que mantuvieron en la Casa Blanca Donald Trump y Javier Milei junto a sus primeras espadas en una sala inundada de periodistas y luego de lo que le dijo Trump a los sorprendidos argentinos (tanto a los que estaban con él como a los que los escuchábamos desde acá), la primera reacción que surgió fue la de comparar esa supuesta intromisión de Trump en las elecciones argentinas con lo que hizo el entonces embajador de los EEUU en Argentina en 1945, Spruille Braden, que se puso del lado de la oposición electoral a Perón (la "Unión Democrática") para que el General no ganara. En base a aquel ya lejano recuerdo donde la consigna "Braden o Perón" ayudó muchísimo al peronismo a conseguir la presidencia de la Nación, los kirchneristas se ilusionan con que la historia se repita. Por eso ahora dicen: “Patria sí (nosotros, los peronistas), colonia no (la alianza Trump y Milei)".

Sin embargo, no son comparables ambas situaciones. Lo de Braden fue una alevosa intromisión de Estados Unidos en la política interior argentina. El embajador yanqui hasta desfiló en las movilizaciones callejeras y participó en los actos proselitistas de los que estaban en contra de Perón. No estaban tanto a favor de alguien, sino en contra de un candidato en particular. En cambio, lo que hizo Trump fue una forma sui generis de advertirle a los votantes argentinos: " Yo no me opongo a que voten a quien les venga en ganas, pero si quieren que yo siga siendo generoso con ustedes, voten a mi pollo Javier, porque sin él a mí la Argentina no me interesa. Para eso, prefiero Brasil, aunque la presida Lula”.

Lo único que sostuvo Trump es que condicionaba toda su gran ayuda económica a la Argentina (ayuda que, por otro lado, no está obligado a darnos) a que gane el candidato que él quiere. Nada más, porque si hablar de intromisión se trata, tanto Néstor Kirchner, como Cristina Kirchner, como Alberto Fernández en sus respectivas presidencias, se entrometieron en todas las elecciones de todos los países donde competían los candidatos que ellos querían que ganara.

No obstante, lo que le pasó a Milei y los suyos en Estados Unidos no deja de ser sorprendente, o cuando menos inesperado. Luego de que el secretario del Tesoro Scott Bessent le prometió el oro y el moro al ministro Luis Caputo (un rescate, un salvataje o un apoyo que, de cumplirse efectivamente, es el más fabuloso que recibió la Argentina en toda su historia), Milei viajó a juntarse con Trump con la intención de fotografiarse juntos los dos solos, coronando así la alianza total entre las dos potencias (la que efectivamente es y la que pudo ser, pero no fue). Pero esa foto que Milei esperaba sacarse él solito con Trump en el Salón Oval de la Casa Blanca, como se acostumbra hacer en EEUU con todos los presidentes visitantes distinguidos, no ocurrió. Lo que aconteció, en cambio, fue una conferencia de prensa estrafalaria donde de un lado de la mesa Trump se sentó con los suyos y del otro lado de la mesa sentó a Milei y los suyos. Y en una larga exposición les hizo una advertencia, tanto a Milei como al resto de los argentinos. A Milei le dijo: "Te estoy ofreciendo más ayuda que a nadie en el mundo y te voy a poner todos los dólares que necesites, pero para que ganes, no para que pierdas, y ahora mismo, no dentro de dos años". Y al resto de los argentinos (a los 48 millones) les dijo: "Si ustedes no votan a Milei voy a dejar de ser generoso con la Argentina, no les voy a dar ni un peso ni una ayuda más". Eso fue lo que sucintamente sostuvo en una especie de reunión bilateral en presencia de toneladas de periodistas de todos los medios. Y a Milei no le dejó decir nada, ya que el presidente argentino solo habló un par de minutos para agradecerle a Trump sin entender demasiad lo que éste le estaba insinuando y sin saber bien qué y cómo agradecerle. El presidente norteamericano ni siquiera se hizo traducir lo que le dijo el presidente argentino, por lo que no tuvo la mínima cortesía de escucharlo. Por lo tanto, no fue una Cumbre entre dos países o dos presidentes o dos delegaciones, fue un monólogo imperial, una bajada de instrucciones, comunicada en vivo y en directo a todo el mundo.

A partir de allí, para Milei y su delegación todo fue una comedia de enredos donde ellos eran los únicos que aseguraban que Trump hablaba de las elecciones de 2027, no de las de medio término. Sin embargo, como muy bien lo entendió la humanidad entera menos ellos y alguno que otro mileista demasiado fanatizado, no cabe la menor duda de que Trump se refirió a las elecciones de la semana que viene, no a la de dentro de dos años. Pero eso en el fondo es intrascendente, ya que lo único que le interesaba y lo único que Trump quiso decir y dijo claramente fue: "Ganá Javier y ustedes, argentinos, vótenlo, y si no olvídense de mí". Fue, a su modo, y eso es lo insólito, la manera indirecta de Donald Trump de asumir en el último tramo de las elecciones como Jefe de Campaña de Javier Milei, convencido de que algo no está bien. Porque no puede entender que a pesar de todo lo que le está dando y le prometió dar, las cosas no se den vuelta enteramente a favor de Milei. Entonces, con su peculiar soberbia debe haber pensado: "Así como estoy concretando en Medio Oriente la paz que ni israelíes ni palestinos por sí solos pueden lograr, ahora trataré de que Milei gane en la Argentina, ya que ni él ni los suyos están sabiendo cómo hacerlo".

Por lo tanto, no dijo ni parece que quisiera dominarnos ni hacernos colonia ni nada por el estilo. Solamente dio un aviso casi al modo de un spot publicitario a favor de LLA: "Si ustedes quieren mi apoyo, voten al que yo quiero que voten, sino no cuenten conmigo". No fue un acto de coloniaje porque no nos quería quitar nada ni quedarse con nada de los argentinos (como se supone hace todo imperio cuando ejerce su dominación sobre sus colonias) sino advertirnos que dejará de ser generoso con la Argentina si la semana que viene no gana Milei.

Que una parte de los argentinos acepte el argumento kirchnerista de que se trata de colonialismo o de que buscan dominarnos, es harina de otro costal y por supuesto que puede influir en el voto (nadie a ciencia cierta lo sabe) pero la verdad es que Trump no propuso quitarnos nada, sino solamente avisarnos que dejaría de darnos lo que no tiene ninguna obligación de darnos, si no le hacemos caso. Es que, a él, como a casi todo presidente norteamericano, Argentina no le interesa demasiado, pero sí le importa mucho su actual mandatario, ya que desde el primer momento se ha definido enteramente para su lado, aun desequilibrando la política exterior argentina, unilateralizándola de un modo pocas veces visto. Lo que para algunos es visto bien, y para otros mal.

Por eso también le dijo el emperador que es (del mundo) al emperadorcito que quiere ser (de Argentina): "Me bancaste más que ningún otro presidente o país, siempre, incluso antes de que ganara, por lo cual te tengo una inmensa gratitud, contá entonces con toda mi ayuda, pero eso sí, siempre y cuando mi apoyo sea para que ganes no para que pierdas, porque hasta allí llega mi amor. Si perdés (la semana que viene, no en el 2027) no es que te vaya a abandonar de un día para otro, aunque en ese caso sólo podré ayudarte a modo mantenimiento, para que me devuelvas lo que te presté, pero ya no me vas a servir, o me vas a servir mucho menos, para mis planes estratégicos". Es que la nueva Roma (como también la vieja) no solo no paga traidores, sino que tampoco paga perdedores, sino ganadores.

Por lo tanto, Milei debe ganar la semana que viene, aunque nadie sabe muy bien (salvo que los números sean apabullantes para un lado u otro) qué será en esta oportunidad ganar o perder. Si son más votos, si son más bancas legislativas, si superan o no el tercio, si son más provincias, si son…, si son… por lo que el singular comicio puede recibir mil interpretaciones. Algo que le conviene a Milei, pues, aunque no le vaya todo lo bien que quisiera, puede terminar salvando la ropa aún con un resultado flojito.

Pero eso no obsta para que, sea cual fuera el resultado, deberá cambiar y mucho, tanto en lo económico como en lo político. Con el apoyo de Trump, claro, pero también con el de los gobernadores no K cuya mayoría ya no le garantizarán apoyo electoral, pero si gobernabilidad en los dos años que le quedan, y sobre todo con el apoyo -que sigue siendo fundamental de Mauricio Macri- uno de los pocos aliados (a pesar) de Milei que sigue esperanzado con el sueño de volver a reunir a toda la oposición K en una sola alianza como él lo intentó con sincera voluntad en su presidencia, y que Milei lo continuó sin ninguna convicción en su primer año de gobierno, pero que destruyó en el segundo, creyendo que con él solo le alcanzaba y sobraba si tenía a Trump de su lado. Pero ese Trump, que no es ningún tonto, acaba de darse cuenta que Milei no está haciendo las cosas bien y por eso le dijo lo que le dijo en la supuesta Cumbre convertida en conferencia de prensa donde devino su jefe de campaña informal: "Te adoro y tendrás mi agradecimiento eterno por el apoyo que me prestaste siempre, pero ganá si querés que si te siga ayudando". Porque para Trump amigos son los amigos, pero eso no le impide respetar el precepto de oro de que en política internacional no hay amigos ni enemigos permanentes, sino solamente los intereses permanentes de la nación que se preside. Habrá que ver si Milei tiene también en claro esa consigna fundamental de toda política internacional.

Aunque esas serán cuestiones para discutir después, no ahora. Lo cierto es que hoy por hoy Milei está aliado más que carnalmente con el hombre más poderoso del mundo en su momento más exitoso y lo está por sus propios méritos, porque siempre se la jugó por él. Pero si no cambia drásticamente a partir del 27 de octubre todas las cosas que está haciendo mal internamente, ni siquiera ese aliado tan poderoso le servirá de nada. Y para eso, lo primero que necesitará es reconocer esas cosas que está haciendo mal.

Por ejemplo, que haya puesto en los dos primeros puestos de la boleta electoral de LLA en el escenario más difícil de todo el país (la provincia de Buenos Aires) a los peores candidatos posibles es de una torpeza colosal: José Luis Espert, un tipo que recibió dinero en negro de un narco la encabezaba. Y le sigue una señora llamada Karen Reichardt que cree que los votantes bonaerenses que apoyan al peronismo sufren de una tara o enfermedad mental (así lo dijo, literalmente). Y el tercer candidato, Diego Santilli (que ahora devino primero) es un político bien de la casta que hace campaña con esta consigna: "Para votar al colorado… marcá al pelado". Algo deben haber hecho mal para que les esté ocurriendo esto. Aunque, para ser justos, el primer candidato del peronismo en Buenos Aires , Jorge Taiana, no solo fue vacunado VIP durante la pandemia, sino que piensa que Venezuela es, con Maduro, una democracia). Frente a esa oferta electoral de ambas fuerzas mayoritarias, la tara mental que la señora Karen Reichardt adjudica a los votantes bonaerenses, quizá debería trasladarla a los candidatos, en vez de a los ciudadanos.... incluyéndose.

Pero sigamos con LLA: al único que le ganaron hasta ahora los mileistas es al PRO en Capital Federal, lo cual fue otro colosal error, porque allí no tenían que ganarle al macrismo gobernante, sino marchar juntos. Podría considerarse el triunfo más "pírrico" de la historia después del que protagonizó Pirro hace siglos: "Otra victoria como esta y estaremos perdidos", dijo en su tiempo el rey de Epiro.

Además, así como la LLA hizo todo mal electoralmente en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal, en el resto del país, de unas 18 posibles alianzas electorales, lograron apenas cuatro o cinco por lo que posibilitaron crear una tercera opción que les quita votos sobre todos a ellos: las Provincias Unidas.

Con esa lógica, Karina Milei armó en todo el país un delirante partido nacional que, si bien llegó a todos los distritos, posiblemente perderá en todos, salvo en aquellos pocos casos en los que LLA va aliada con los gobernantes del lugar. Otra increíble torpeza política de decidir arriesgarse a perder por voluntad propia en casi todos lados, pudiendo haber formado parte de los ganadores en casi todos ellos.

Para colmo, más allá de los errores políticos, son cada vez más, entre los que quieren ayudar a Milei para que no vuelva el kirchnerismo, los que advierten que no es solo el ruido político el que hace que la economía no reaccione pese a la ayuda super fabulosa de Trump, sino un plan económico que ya se agotó.

Si este diagnóstico fuera real, ni la alianza imperial con Trump, ni la electoral con Macri ni la de gobernabilidad con los gobernadores, le alcanzará a Milei. Ni aun produciendo reformas estructurales si antes no decide reemplazar por otro un plan económico que ya se agotó, al cual solo le van quedando dos éxitos, pero cada vez más costosos de mantener: un superávit obtenido básicamente a costa de reducir la inversión social y de infraestructura a niveles tolerables durante un año, pero no durante dos y menos por más de dos. Y una disminución importante de la inflación, pero lograda manteniendo un dólar artificialmente bajo ante el cual el mercado se ha rebelado y por lo tanto ni siquiera obedece a los aportes extraordinarios en dólares del Tesoro de los EEUU.

Por lo tanto, y esto no lo dice el que escribe, sino la misma gente de Trump y de Macri y de todos los que quieren o necesitan que le vaya bien, además de cambiar de política, Milei deberá reformular enteramente el plan económico que siguió hasta ahora. Lo cual no implica abandonar la filosofía en la que se inspiró: la de mantenerse a rajatabla dentro del ancho sendero del liberalismo en vez de virar al estatismo corporativo anterior, que sería lo peor que podría pasar. Pero con otros instrumentos de política económica, muchos de los cuales le vienen sugiriendo hace tiempo los economistas a los que Milei defenestró como" econochantas", pero que en general saben y tiene bastante más experiencia que él.

¿Se animará Milei a hacerlo?, ¿lo sabrá hacer?, ¿cuenta con la gente para ello? Eso es mucho más importante que ganar o perder las elecciones que vienen.

* El autor es sociólogo y periodista. [email protected]

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