Proyección de la elección presidencial de Ecuador

Una sucesión de victorias volcadas a la derecha en Chile, Paraguay, Ecuador y Argentina, pondría en crisis el retorno al progresismo que se registró entre 2019 y 2022.

El presidente electo de Ecuador, Daniel Noboa, llega al palacio de gobierno para reunirse con el presidente Guillermo Lasso para iniciar el proceso de transición en Quito, Ecuador, el martes 17 de octubre de 2023. (AP Foto/Dolores Ochoa)
El presidente electo de Ecuador, Daniel Noboa, llega al palacio de gobierno para reunirse con el presidente Guillermo Lasso para iniciar el proceso de transición en Quito, Ecuador, el martes 17 de octubre de 2023. (AP Foto/Dolores Ochoa)

La elección presidencial en Ecuador mostró el triunfo de un “outsider” de la política, pero que no puede ser por ahora considerado un populista de derecha. Se trata de Daniel Noboa, que es el presidente más joven que haya tenido Ecuador. Se impuso con el 52% de los votos. Es hijo del hombre más rico del país, quien es el mayor productor y exportador de bananas. Veinte años atrás, su padre fue derrotado en la elección presidencial cuando empezaba el proceso de dolarización económica. La candidata derrotada es Luisa González, que tuvo el apoyo del ex presidente populista Rafael Correa, exiliado en Bélgica y con acusaciones penales pendientes en el país. En la primera vuelta González se impuso por más de diez puntos.

En la segunda, en cambio, Noboa lo hizo polarizando con éxito el voto contra el retorno de Correa que significaba el triunfo de González. Cabe señalar que Noboa gobernará sólo un año y medio. Es que la presente elección ha sido consecuencia de la renuncia anticipada del presidente Guillermo Lasso, que enfrentaba un juicio político en el Congreso para destituirlo, y usó el mecanismo que se denomina “muerte cruzada”, que permite al presidente presentar su propia renuncia e imponer un nuevo llamado a elecciones. Desde el punto de vista político-ideológico, Lasso es un empresario con protagonismo en el sector financiero. Es decir, que las últimas dos presidenciales han sido ganadas por figuras de lo que la izquierda denomina “neoliberalismo”. Correa apostó a que el triunfo de González le permitiera operar sobre las causas judiciales que lo afectan y poder retornar al país para restablecer su liderazgo.

Pero la seguridad pública, y no la economía, es la principal demanda de los ecuatorianos. En los últimos dos años, medio millar de presos han muerto en enfrentamientos dentro de las cárceles. Como sucede en otros países de la región, como Brasil y Venezuela, los establecimientos penitenciarios se han transformado en ámbitos donde el crimen organizado los controla y desde los mismos organizan actos delictivos. Los carteles de la droga colombianos y mexicanos se enfrentan por el control de las rutas del narcotráfico en el país.

El asesinato de uno de los candidatos presidenciales, Fernando Villavicencio, conmocionó al país y lo hizo aún más que los siete sicarios detenidos por el hecho fueran a su vez asesinados dentro de los penales donde se hallaban detenidos. El gobierno de Lasso hizo intentos limitados de utilizar las fuerzas armadas contra las bandas de narcotraficantes, pero sin mantenerlos en el tiempo. En las últimas semanas, Lasso firmó un acuerdo en el cual las fuerzas armadas estadounidenses podrán hacer operaciones en territorio ecuatoriano, cumplidas determinadas condiciones. No es la primera vez que esto sucede en el país, cuya moneda de curso legal es el dólar. No parece clara la política del nuevo presidente Noboa frente a este problema. Ha planteado “tecnificar” con más cámaras, sensores y satélites. No ha logrado demasiada confianza, pero la población no cree que un regreso de Correa vaya a solucionar este problema crítico.

La elección ecuatoriana ratifica el retroceso electoral que ha comenzado a sufrir el “progresismo” en la región. Las victorias de Arce en Bolivia, Boric en Chile, Petro en Colombia y Lula en Brasil mostraron una América del Sur que se corría de la derecha hacia la izquierda, y que también pasó en países de América Central, como Honduras y Costa Rica. A partir del retorno de Lula al poder el 1° de enero de 2023, esta tendencia se frenó. El primer rechazo en el referéndum -podría haber otro en diciembre- para aprobar una nueva constitución en Chile de carácter anti-pinochetista, mostró una derecha chilena revitalizada, tras perder por diez puntos la segunda vuelta de la elección presidencial. En Paraguay, la victoria de Santiago Peña implicó un nuevo triunfo del Partido Colorado, controlado por dirigentes de centroderecha. Ahora, es el triunfo de Noboa en Ecuador lo que confirma la tendencia.

Una sucesión de victorias volcadas a la derecha en Chile, Paraguay, Ecuador y Argentina, pondría en crisis el retorno al progresismo que se registró entre 2019 y 2022.

Hacia adelante, hay nuevos hechos electorales en la región que podrán interpretarse como giros a la derecha o al progresismo. La elección presidencial venezolana será recién a mediados de 2024. El 4 de febrero se realiza la elección presidencial de El Salvador, donde será reelecto en forma abrumadora el presidente Nayib Bukele. Por último, el 2 de junio, tendrá lugar la elección presidencial en México. Manuel López Obrador finaliza su periodo de seis años -en México no hay reelección de por vida-, quien mantiene una gran popularidad que hace probable el triunfo de su candidata, Claudia Sheinbaum, actual alcaldesa de la capital. El candidato de López Obrador ganaría también en dicha ciudad, con planes centrados en la seguridad, el problema más acuciante de México.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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