5 de octubre de 2025 - 00:10

Polariza, polariza... que algo cosecharás

De la mano de Cornejo, Bullrich y Petri repitieron el eslogan de campaña que reza que "la libertad avanza o Argentina retrocede", como si acaso todos los inconvenientes de gestión nacional se pudieran explicar en la amenaza del "riesgo kuka".

La intensidad de una campaña anodina (aunque esto parezca una contradicción), bien resume lo atípico de estas primeras elecciones generales nacionales en la era mileísta. Un tiempo en el que pasa de todo, pero nada es nuevo. Todo es impactante, pero nada increíble. Como si en el transcurso de los años cambian los actores, pero no la obra.

Es que el solo hecho de ver a un oficialismo en modo proselitista supone toda una rareza para una fuerza que presume de su desprecio por la praxis política, y que en este periodo se negó a manejarse como un proyecto en el poder y, por ende, con la obligación de validar su gobierno. O lo que es peor, apalancado en caprichos de base ideológica que le hicieron romper puentes con opositores y aliados, pero también con la ciudadanía y sus propios votantes.

Una mancha más al león

Entre el desdén y la inexperiencia, pasando por la disrupción, la gestión de Javier Milei acumula aciertos y despropósitos. El problema es que los traspiés se amontonaron este año casi sin interrupciones: el caso Libra, las denuncias en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), los vetos a leyes de alto impacto social que no pudo sostener en el Congreso, la derrota en Provincia de Buenos Aires, la turbulencia cambiaria y, esta semana, las acusaciones de vínculos con el narcotráfico contra su cabeza de lista bonaerense, José Luis Espert, parecen un combo de compleja digestión en la previa del comicio.

Como en ocasiones anteriores, la negación y la tardía reacción no hicieron más que acrecentar la polémica y el escándalo por la ausencia de explicaciones contundentes. Letal para cualquier conflicto público, pero especialmente problemático para quienes dicen representar todo lo contrario de lo que se los acusa. Una bomba de tiempo que puede deparar nuevas revelaciones, o lo que es peor, evitar esa recuperación electoral que el Gobierno ansía y que aquí el cornejismo cruza los dedos para que sus efectos se diluyan. “Es un tema muy porteño…” se esperanza Alfredo Cornejo mientras pone distancia.

Pero más allá de logros y falencias, y en la encrucijada de la agudización de variables que podría desencadenar otra derrota, sobrevuela la sensación que La Libertad Avanza (LLA) pecó de soberbia al creer en la vía del absolutismo para consolidar su modelo de país. Se equivocó. Se quedó casi sola.

La atracción de los polos opuestos

Lejos de la necesaria autocrítica que nunca sucedió, el peronismo -todavía bajo la impronta conceptual del kirchnerismo- apunta, incluso con algunas expresiones desestabilizantes, a cortar el proceso actual con esa saña que suele aplicar cada vez que no gobierna.

Así las cosas, los polos opuestos (mileísmo y kirchnerismo) se repelen porque tal vez ejercen atracción mutua. Son caras distintas de una moneda repetida. Y ambos plantean el discurso electoral como una especie de batalla final en la que se pone en juego algo más de lo que realmente sucederá.

Si finalmente el Gobierno logra su objetivo y se impone en esta elección de medio término, el kirchnerismo no desaparecerá. Si, por el contrario, la oposición triunfa, Milei deberá seguir gobernando hasta diciembre de 2027. Pocos reparan en esto.

Se podrá decir -y con algo de razón- que no da lo mismo y que un resultado en una u otra dirección tendrá efectos. Claro que sí, pero esto no es un balotaje presidencial. Ni mucho menos.

En Mendoza, a escala y con otros modales, cornejistas y peronistas se suben también a la ola polarizante por convencimiento o simple adecuación al clima de época. En cualquiera de los casos ambos son además conscientes de que el juego de extremos tensiona al centro, lo diluye, y en especial a las terceras fuerzas que buscan tener un lugar en una conversación que parece ser sólo de a dos.

Alineación intermitente

Esta semana, la alianza radical-libertaria puso gran parte de su poder de fuego disponible con la idea de consolidar esa ventaja que le dan las encuestas.

No sólo con el desembarco de dos de los ministros más experimentados como Patricia Bullrich y el también candidato Luis Petri. Un tándem que dotó de musculatura política a los libertarios que aun así no cesan en su vocación de cometer errores no forzados como el de Espert.

De la mano de Cornejo, Bullrich y Petri repitieron el eslogan de campaña que reza que "la libertad avanza o Argentina retrocede", como si acaso todos los inconvenientes de gestión nacional se pudieran explicar en la amenaza del "riesgo kuka".

“En la medida en que el kirchnerismo esté influyente en la política argentina, la economía tiene problemas de crecimiento, así que yo ratifico eso que dice el presidente”, sostuvo el gobernador que no se quedó en zaga, como si la tribuna electoral fuera un escenario para ratificar alineamientos que a menudo también lo obligan a diferenciarse. Así fue esta semana con el voto de Rodolfo Suárez y Mariana Juri en el Senado rechazando los vetos a la Ley de Emergencia Pediátrica y al Financiamiento Universitario. La toxicidad no es exclusiva de los vínculos afectivos.

Como si fuera poco, quedó confirmada para el próximo jueves 9 la visita del presidente a Mendoza, específicamente al almuerzo de la Cámara de Comercio Industria y Agropecuaria de San Rafael en el epicentro del poder de los hermanos Félix, Omar intendente y Emir candidato del peronismo en este turno.

Límite genérico

Justamente, desde el peronismo basan su campaña en un genérico “Poner un límite” -también polarizante- que desde su rol de opositor bien sirve tanto para el plano nacional como provincial. Sin sentirse responsable por su propio presente, pero tampoco del escenario de fragilidad económica y desintegración política, el PJ descansa en depositar todas sus críticas en la tarea de Milei y Cornejo. Fácil.

Luego de enumerar todas las actividades económicas que atraviesan ahora dificultades (como si fuera nuevo), Emir, el primer candidato a diputado nacional, concluyó que la llegada del mandatario a su departamento e s “una oportunidad” para que “dé la cara”. Todo un desafío que abre interrogantes sobre el tenor de la visita presidencial, en un territorio habitualmente áspero para la política.

Pero también del alcance y repercusiones que tendrá esa cita, en especial con los inconvenientes que se han generado en las recientes incursiones de Milei en diversas localidades del país, y que aquí desde uno y otro bando, entienden como un momento de inflexión en la campaña local.

Bajo la impronta del "blanco o negro", el jueves en Mendoza habrá un choque de lógicas políticas tal vez incapaz de definir la partida, pero ideal para alimentar legiones de convencidos.

* El autor es periodista y profesor universitario.

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