Experiencia del centro Respiratorio del Notti

La organización, empuje y colaboración de múltiples especialidades fueron necesarias para aumentar la sobrevida en relativa salud para alcanzar el momento del trasplante.

Imagen ilustrativa / Foto: Los Andes
Imagen ilustrativa / Foto: Los Andes

Fue una utopía allá por 1989 cuando 2 médicos esperanzados y confiados en su juventud desarrollaron toda la teoría de organización, tecnología y aquilataron la experiencia para pasar, de un oscuro consultorio en el Hospital Emilio Civit, al pabellón completo de estudios respiratorios en lo que es hoy el Hospital Notti.

Parecía, entonces, que la fibrosis quística no existía. De este grupo de enfermos partieron las indicaciones para trasplantes desde el Notti.

La organización, empuje y colaboración de múltiples especialidades fueron necesarias para aumentar la sobrevida en relativa salud para alcanzar el momento del trasplante. Al principio “no existía la fibrosis quística en Mendoza”.

¿Causa?: la confianza en un test que no era satisfactorio para el diagnóstico. Implantamos el test del sudor según técnicas internacionales (diagnóstico certero de la fibrosis quística) que junto con la genética permitieron ver el ascenso espiralado del número de nuestros pacientes. Sí existía la fibrosis quística en Mendoza…

A los 17 años (1999) sobrevivían poco más del 40% de los enfermos. En 2008 ya sobrevivía el 80%. Resultado de coordinación, visión de futuro y sobre todo la voluntad de ayudar.

El cúmulo de enfermos nos obligó a aumentar nuestro entrenamiento y coordinación necesarios para el desarrollo de un Centro de Adultos en el Hospital Lagomaggiore.

Y así al aumentar la sobrevida surgió la necesidad del trasplante en pacientes que ya no podían tener una calidad de vida aceptable. Se trasplantaron en el Hospital Italiano de Mendoza que ya tenía experiencia en adultos.

El primero fue uno de nuestros pacientitos de 5 años cuya cirugía observé. Impresionante ver esa operación cuando ya extraídos sus órganos torácicos la vida depende de una máquina corazón-pulmón artificial. Un reconocimiento especial a la doctora Ana María Lores que me acompañó desde los primeros pasos y a la licenciada en Administración Liz López Millán.

*El autor es exjefe del Servicio de Neumonología del Hospital Notti.

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