El “populismo jesuita” de Loris Zanatta

En los populismos, lo que predomina es la nostalgia del pasado idealizado de la comunidad orgánica.

Loris Zanatta profesor honorario de la Universidad Nacional de Cuyo. / Gentileza
Loris Zanatta profesor honorario de la Universidad Nacional de Cuyo. / Gentileza

Loris Zanatta -profesor honorario de la Universidad Nacional de Cuyo- es hoy el historiador profesional de mayor repercusión en el ámbito profesional de la opinión pública de nuestro país.

“Populismo jesuita” -título de su último libro- es el concepto que organiza su difundida interpretación de la política latinoamericana, de Perón y Fidel Castro a Chávez y Bergoglio.

Inicialmente, el “mito de la nación católica” fue el concepto que organizó sus investigaciones sobre la Argentina en los años 30 y durante el peronismo, apoyadas en una masiva acumulación de evidencias.

Zanatta explicó el nacimiento de esa idea, cuando la Iglesia conquistó el imaginario militar e impulsó una fuerte movilización del laicado católico. De ese conglomerado surgió Perón, quien luego imprimió a su movimiento el rumbo populista que muchos imitaron.

Uno de ellos fue Fidel Castro, a quien denominó “el último rey católico”. Desmenuzando sus discursos encuentra que el marxismo de Castro está procesado dentro de una matriz hispana católica, absorbida en el colegio jesuita donde se educó.

La Revolución Cubana contribuyó a moldear la “teología de la liberación” latinoamericana. Los militantes católicos -entre ellos muchos sacerdotes jesuitas- se acercaron a las experiencias revolucionarias de Chile y Nicaragua. Sus ideas se encuentran en Chávez, Morales y Correa, quienes, electos en democracia, construyeron regímenes populistas de matriz jesuita.

El “populismo jesuita” le permite a Zanatta dar forma conceptual y analítica a una tradición que arranca con la implantación americana de la España de la Contrarreforma. Los jesuitas expresaron cabalmente ese universo de ideas y lo aplicaron en sus misiones de Paraguay, recordadas con nostalgia posteriormente

Desde el siglo XVII esa tradición católica -que hoy no es la única dentro de la Iglesia- se mantiene en lucha contra otra gran corriente de ideas, surgida en Europa protestante: el racionalismo, la ciencia, el liberalismo, la ilustración y la república.

El populismo jesuita es una religión política de la era de la soberanía popular y la política de masas. Su sujeto es un pueblo unido y homogéneo, con una cultura que lo identifica y una organización comunitaria cuyas corporaciones incluyen y definen a los individuos.

En la comunidad organizada todos cumplen una función; algunos, la de dirigir y velar por el bien común, consistente en la igualdad general, tanto en la prosperidad como en la miseria.

Fuera del pueblo están sus enemigos, una encarnación demoníaca. Son quienes promueven el secularismo, el individualismo, el capitalismo, la democracia. Con ellos no hay acuerdo posible: solo la guerra.

En los populismos, la nostalgia del pasado idealizado de la comunidad orgánica se convierte en impulso para la gran transformación, la revolución liberadora y redentora. El pueblo de Dios, conducido por los nuevos clérigos y sobre todo por su líder e intérprete, construirá el reino de Dios en la tierra. Podrá ser próspero, quizá, pero estará más cerca de Dios si todos viven en la “santa pobreza”.

En este brillante ensayo, Zanatta identifica estos elementos en el imaginario de los regímenes populistas latinoamericanos y en el discurso de sus líderes. Al final, proyecta estas ideas en la prédica de Bergoglio y de Francisco. Son esbozos de un nuevo libro en preparación, que seguramente producirá un impacto parecido al de los anteriores.

Ese efecto se debe, en buena medida, a la intensa participación de Zanatta en los medios de comunicación. Sus ideas son atractivas para los periodistas que lo entrevistan frecuentemente.

Sus columnas de opinión en diarios de varios países, y especialmente en la Argentina, tienen un estilo similar al de sus extensos libros académicos. Los mismos razonamientos, de una claridad contundente; el mismo espíritu interpelante y confrontativo.

Zanatta pertenece al mundo del liberalismo, el pluralismo y la conversación. La situación actual lo angustia, pero ha decidido terciar en el conflicto con las mismas armas que su rival. Muchos querríamos vivir en un mundo sin grietas. Pero hoy las cosas son así, y los combates que se disputan son decisivos.

El campo de quienes creemos en la libertad, la democracia y la república y en la posibilidad de construir dentro del capitalismo una sociedad justa y próspera encuentra en este admirable polemista palabras y argumentos para fortalecer sus convicciones y para enfrentar mejor pertrechados las discusiones de la hora.

No es un logro menor para quien, ante todo, es un gran historiador.

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