Belgrano y la economía

El decreto presidencial 2/2020declaró éste el año del General Manuel Belgrano por cumplirse, en junio, 250 años de su nacimiento y 200 de su muerte. Por ello, resulta propicio evocar algunas ideas suyas sobre economía.

Manuel Belgrano
Manuel Belgrano

El decreto presidencial 2/2020 declaró éste el año del General Manuel Belgrano por cumplirse, en junio, 250 años de su nacimiento y 200 de su muerte. Además, por haber sido designado Secretario del Consulado de Comercio del Virreinato el 2 de junio de 1794, se celebra en esa fecha el “Día del Graduado de Ciencias Económicas”. Por ello, resulta propicio evocar algunas ideas suyas sobre economía.

1. Su calidad de economista. Influencias recibidas.

Belgrano estudió en exigentes universidades españolas como Salamanca y Valladolid y egresó como abogado muy joven, pero sus inquietudes lo llevaron a leer en sus comienzos autores como Ferdinando Galiani y Antonio Genovesi (mercantilistas) y a conocer los textos de dos economistas centrales de la época como eran Adam Smith y François Quesnay. También tuvo acceso a la obra de Condillac.

Además influyeron fuertemente en él españoles como Jovellanos, Campomanes y Valentín de Foronda. La lectura de todos esos textos que emergieron con la Revolución francesa de 1789 grabaron en él los principios de libertad, igualdad, seguridad y propiedad inexistentes durante la monarquía. Así Belgrano avanzó con rapidez en esta materia hasta llegar a convertirse en presidente de la Academia de Economía Política en Salamanca.

Tradujo las “Máximas Generales del gobierno económico de un reino agricultor” (1794) de Quesnay, la principal figura de la fisiocracia, y “Principios de la ciencia económico-política” (1796), otro texto de esta escuela de pensamiento que tanto influyó en Belgrano. La Fisiocracia había surgido en las décadas anteriores a la Revolución Francesa de 1789 como una reacción al mercantilismo vigente en Francia, por el cual se dificultaba el movimiento de los productos debido a los peajes, impuestos y aranceles que imponían las autoridades. Por otro lado, se establecían regulaciones excesivamente burocráticas y asfixiantes de un Estado que en todo quería intervenir. Por eso aparece la propuesta fisiocrática liberal: “Laissez-faire, laissez passer” (“dejar hacer, dejar pasar”), dejar que las personas hagan lo que les parezca sin la interferencia del gobierno. Para ello se apoyaban en la existencia de leyes naturales de la economía, en un orden natural.

Belgrano transmitió sus ideas económicas a través de las traducciones citadas, pero básicamente su pensamiento se conoce de otras dos fuentes: las Memorias preparadas por él para el Consulado, del que fue autoridad máxima hasta 1810, y los artículos de su pluma publicados en el “Telégrafo Mercantil”, el “Semanario de Agricultura” y el “Correo de Comercio”.

También sobre otros temas tuvo claras ideas y hasta avanzadas a la época, como lo fue una primitiva forma de la teoría cuantitativa de la moneda, y el concepto de valor en economía.

2. Agricultura, industria y comercio.

Para los economistas de la Fisiocracia la agricultura era la única fuente absoluta e independiente de las riquezas. Pero dicha escuela le daba la exclusividad de crear valor o producto neto a la tierra: planto semillas y obtengo plantas, por ejemplo. Hay casi una concepción física de productividad, obtengo más de lo que pongo, lo que no se daría en la industria y el comercio. Pero esa idea de productividad que para los fisiócratas se tenía sólo en la agricultura es extendida por Belgrano a las demás actividades. Ello se deduce fácilmente del título de su primera memoria del Consulado: “Fomentar la agricultura, animar la industria y proteger al comercio”, cuya expresión está tomada de Campomanes y resume su pensamiento: “Los ramos de la agricultura, industria y comercio […] son las tres fuentes universales de la riqueza…”.

Para llegar a esta conclusión vincula las tres actividades. Habla que una gran cosecha agrícola que exceda mucho el consumo de los habitantes será perjudicial para el país (al bajar el valor de esos productos) y luego vendrá la escasez de los mismos porque por los bajos precios muchos productores dejarán de producir–. Y concluye en forma brillante su razonamiento:

Es pues precisa la extracción, y ésta toca al comerciante, que por este medio suple la falta de consumidores, dando valor a todas las producciones y adquisiciones viendo ganancias para sí y proporcionándolas al labrador”.

Lo propio ocurre con lo que piensa de la industria. O sea, son capaces de crear valor tanto la agricultura (que incluye la ganadería) como la industria. Supera así la concepción fisiocrática.

3. Cómo promover las actividades de la economía

Comparte en primer lugar la premisa, que da origen a la fisiocracia, de considerar al gasto del rey y de la nobleza –que cobran tributos a la gente de su pueblo- como un gasto improductivo que impide y desalienta la actividad económica y el desarrollo de la sociedad. Propone para ello reducir o eliminar este gasto.

En segundo lugar, encuentra como una traba esencial al funcionamiento de dichas actividades -pero específicamente de la agricultura -el impedir la libre circulación dentro del sistema.

Asegura, en este sentido, que el labrador debe tener “una pronta y fácil venta de sus frutos” y aclara:

La pronta y fácil venta se podrá verificar siempre que la extracción de sus frutos sea libre. No por tener á precio cómodo en las ciudades los frutos, se ha de sujetar al Labrador a que vendan á un cierto precio, acaso puesto por un hombre sin inteligencia ni conocimiento en los gastos, cuidados, y trabajos á que está sujeto el cultivo”

Tampoco se debe impedir que los agricultores vendan donde más les convenga, puesto que “proporcionándoles las utilidades que se ha propuesto lo animarán al trabajo; entonces el cultivo se aumentará, etc. así esta Junta cuando esté instruida de los obstáculos que impiden los adelantamientos de los Labradores, deberá hacerlos presentes á S.M. para que se quiten”.

También atribuye un papel primordial a la educación agrícola. Quiere una educación que permita hacer agricultura como un arte, por eso considera importante establecer una Escuela de Agricultura, cuyos saberes enuncia largamente. Otra forma de alentar la agricultura sería dar premios, aunque fueran meramente honoríficos.

4. Ocio y pobreza. Educación y cultura del trabajo.

Finalmente, es importante examinar la relación que Belgrano ve entre ociosidad y pobreza. Su razonamiento nace de la situación que percibe, la cual expresa así: “sin salir de esta Capital una infinidad de hombres ociosos en quienes no se vé otra cosa que la miseria y desnudez” […] que solo deben su subsistencia a la feracidad del País […] y apenas se encuentra alguna familia que esté destinada a un oficio útil. Así uno vé una multitud de criaturas que llegan a la edad de pubertad sin haber exercido otra cosa que la ociosidad […] y que les es muy penoso el trabajo en la edad adulta, y o resultan unos salteadores, o unos Mendigos, estados seguramente deplorables que podían evitarse si se les diese auxilio desde la infancia, proporcionándoles una regular educación”.

Uno de los principales medios que considera importantes para este fin son las escuelas gratuitas “[…] allí se les podían dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues un pueblo donde no reine éste, decae el comercio y toma su lugar la miseria”. “Después que los niños saliesen de aprender los rudimentos de las primeras letras, podían ser admitidos por aquellos Maestros Menestrales que mejor sobresaliesen en su arte” y da otra serie de medidas posibles.

Conclusiones

Vemos que la síntesis de la teoría económica de Belgrano es lograr un máximo desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio, para lo cual se deben remover los obstáculos que impiden la circulación de sus bienes o servicios, sean éstas regulaciones e intervenciones innecesarias del gobierno, tarifas, peajes o impuestos excesivos. A ese fin debe recurrirse a reducir o eliminar los gastos improductivos del Rey y la nobleza. Toma en este sentido las máximas de la fisiocracia, y también las de Condillac.

Paralelamente considera que debe combatirse fuertemente la ociosidad y la ignorancia y un instrumento adecuado para ello son las escuelas gratuitas y el aprendizaje de oficios. Sigue en esto al mercantilismo, al considerar un terrible mal de la sociedad la ociosidad tanto de adultos como de niños. Y reafirma fuertemente el propósito social de sus ideas al expresar:

Para hacer felices a los hombres es forzoso ponerlos en la preservación del trabajo, con lo cual se precave la holgazanería y ociosidad que es el origen de la disolución de las costumbres”.

He aquí la explicación de por qué tanto anhelo de nuestro héroe de construir escuelas, aun a costa de perder su patrimonio.

Dr. Luis Alberto Coria López. Prof. Consulto de la Universidad Nacional de Cuyo

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