El misterio sobre cómo los antiguos habitantes de la Isla de Pascua movían las colosales estatuas moái, ha despertado la atención de arqueólogos y curiosos alrededor de todo el mundo.
Una investigación reciente recurrió a una réplica de cuatro toneladas y a animaciones en 3D para demostrar cómo se movían las esculturas.
El misterio sobre cómo los antiguos habitantes de la Isla de Pascua movían las colosales estatuas moái, ha despertado la atención de arqueólogos y curiosos alrededor de todo el mundo.
Un reciente estudio científico, cuyos hallazgos fueron difundidos en el Journal of Archaeological Science, ofrece una respuesta clara a una antigua incógnita: las estatuas realmente “caminaban”. Gracias al uso de modelado en 3D, pruebas experimentales en terreno y análisis físicos, la investigación refuerza la teoría de que los moái eran transportados en posición erguida mediante un movimiento oscilante.
“La física tiene sentido. Lo que vimos experimentalmente realmente funciona. Y a medida que se hace más grande, sigue funcionando”, declaró Carl Lipo, profesor de Antropología en la Universidad de Binghamton, Estados Unidos, y uno de los principales investigadores del estudio.
Durante siglos, estas enigmáticas figuras de piedra han guardado los secretos y la historia del pueblo Rapa Nui, que se asentó en la isla alrededor del año 800 d.C. Cada moái, ya sea que permanezca erguido, derribado o alineado como un vigilante silencioso, sigue envuelto en un aura de misterio.
Los primeros navegantes polinesios que llegaron a este remoto lugar lo bautizaron Rapa Nui, guiados únicamente por las estrellas. Situada a 2.250 millas al noroeste de la costa de Chile, la isla, rebautizada como Isla de Pascua tras la llegada de exploradores europeos en 1722, continúa siendo uno de los asentamientos humanos más aislados del planeta.
El proceso de este hallazgo mezcló tecnología avanzada y trabajo de campo. El equipo integrado por Carl Lipo y colaboradores de la Universidad de Arizona, generó modelos tridimensionales de alta resolución de los moái para analizar sus características estructurales.
Descubrieron que la forma en D de las bases y la leve inclinación hacia adelante de los moái facilitaban su movimiento en zigzag mediante un balanceo controlado. Para comprobar esta hipótesis, los investigadores construyeron una réplica de moái de 4,35 toneladas, respetando las características originales del diseño.
Con solo 18 personas, lograron desplazar la estatua 100 metros en 40 minutos, un avance significativo en comparación con intentos anteriores de moverlas en posición vertical, según informó la universidad en su comunicado.
La configuración de los senderos de Rapa Nui resultó ser un elemento fundamental en este método de movimiento. Los senderos son de 4,5 metros de ancho y sección transversal cóncava, le daban estabilidad necesaria para que las estatuas se desplazaran en posición vertical.
En el comunicado de la universidad, Lipo señaló que “cada vez que mueven una estatua, parece que están haciendo un camino. El camino es parte del movimiento de la estatua”.
Esta observación, sumada a la presencia de múltiples rutas que se cruzan entre sí, indica que los antiguos habitantes iban despejando y adaptando el terreno mientras transportaban los moái, dedicando una cantidad considerable de trabajo a ese proceso.
La investigación cuestiona hipótesis previas que sugerían el uso de estructuras de madera y el traslado horizontal de las estatuas. Los resultados obtenidos a través de pruebas prácticas y simulaciones físicas fortalecen la hipótesis del “moai caminante” como el método más probable.