En el tribunal de Leicester, Reino Unido, se encuentra en curso un juicio que involucra a Julia Wandelt, una mujer polaca de 24 años, acusada de suplantar la identidad de Madeleine McCann, la niña británica desaparecida en 2007 en el Algarve portugués.
Wandelt pasó más de dos años acosando a los padres de Madeleine, enviándoles cartas, mensajes y realizando visitas no solicitadas, con el objetivo de convencerlos de que ella era su hija perdida.
El caso impactó profundamente en la familia McCann, que, además del sufrimiento por la desaparición de su hija, tuvo que enfrentar esta angustiante y persistente invasión a su vida privada.
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Wandelt intentó hacerse pasar por Madeleine McCann, enviando cartas y mensajes firmados como "Madeleine X", y asegurando recordar detalles falsos de su secuestro.
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La obsesión de Wandelt y sus visitas perturbadoras
Julia Wandelt no solo contactó a los McCann a través de mensajes escritos, sino que también se presentó en su residencia en varias ocasiones, lo que incrementó el nivel de angustia de la familia.
Utilizando el alias “Madeleine X”, la acusada enviaba cartas en las que afirmaba recordar detalles del secuestro de Madeleine, a pesar de que no había ninguna evidencia que respaldara sus afirmaciones.
Además, contactó a Kate McCann a través de un grupo de Whatsapp, insistiendo en su falsa identidad y provocando una mayor intrusión en la vida de los McCann.
Durante uno de estos episodios, Wandelt y su cómplice, Karen Spragg, llegaron incluso a golpear la puerta de la casa de los McCann, gritando y exigiendo que los padres aceptaran el reencuentro, lo que provocó el temor inmediato en Kate, quien tuvo que refugiarse dentro de su hogar.
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El hostigamiento de Wandelt generó un grave daño emocional en los McCann, quienes se vieron obligados a lidiar con la constante intrusión en su vida privada.
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El sufrimiento de la familia McCann y la exposición mediática
El fiscal del caso, Michael Duck, subrayó el impacto emocional y psicológico que tuvo este caso en los McCann, no solo por el acoso de Wandelt, sino también por la constante exposición mediática a la que fueron sometidos desde la desaparición de su hija.
La familia tuvo que enfrentar teorías conspirativas infundadas sobre el caso, lo que alimentó el sufrimiento a lo largo de los años.
Kate McCann, quien declaró frente al tribunal, mencionó que desde el inicio había sospechado que el comportamiento de Wandelt era indicativo de problemas mentales, pero también señaló que la persistencia del acoso reflejaba una invasión a su dolor personal. “Este comportamiento nos provocó una enorme inquietud. Nos está haciendo mucho daño”, afirmó Kate durante su testimonio.
A pesar de las pruebas de ADN que descartaron cualquier vínculo entre Wandelt y los McCann, la acusada mantuvo su comportamiento obsesivo, mientras su cómplice, Spragg, ideaba planes para obtener muestras genéticas de la familia McCann con el fin de “fortalecer” su engaño.
El caso se desarrolla en el contexto de una investigación que aún no resolvió la desaparición de Madeleine McCann, uno de los misterios más grandes de la última década.