Un equipo de científicos que participa del experimento Antartic Impulsive Transient Antenna (ANITA) encontró un nuevo misterio en la Antártida tras detectar una serie de señales de radio que surgen desde lo profundo del hielo, en ángulos imposibles de explicar con las leyes actuales de la física de partículas.
La detección, que tuvo lugar en el marco de un proyecto impulsado por investigadores de la Universidad Penn State (EE.UU.), sorprendió a la comunidad científica. “Lo que vemos no encaja en el esquema estándar de la física de partículas”, explicó la profesora Stephanie Wissel, integrante del equipo de ANITA.
El experimento se realiza desde globos aerostáticos que sobrevuelan el Polo Sur y está diseñado para captar rayos cósmicos y neutrinos, conocidos como “partículas fantasma”, que atraviesan el Universo sin interactuar con la materia. Sin embargo, en lugar de señales provenientes del espacio exterior, los instrumentos registraron ondas de radio que parecen haber atravesado miles de kilómetros de roca sólida antes de emerger desde el hielo antártico.
Misterio en la Antártida: detectan señales misteriosas bajo el hielo que desafían la física actual
Una Antena Transitoria Impulsiva Antártica (ANITA) descubrió las misteriosas ondas de radio.
New York Post
Señales que desafían la lógica científica
De acuerdo con Wissel, estas señales no deberían haber sido detectadas en absoluto: “Según nuestros modelos, esa señal no debería haber llegado, porque la roca habría acabado con ella”. Las ondas registradas, además, podrían tener más de 20 años de antigüedad.
La rareza del hallazgo llevó a los investigadores a comparar los datos con los de otros detectores de partículas, sin encontrar coincidencias. De esta manera, descartaron que se trate de rayos cósmicos comunes o neutrinos.
Una de las hipótesis menos probables pero no descartadas es que las señales estén relacionadas con materia oscura, un componente aún en gran parte desconocido del Universo.
A raíz de estas anomalías, el equipo de ANITA trabaja ahora en el desarrollo de nuevos detectores más grandes y sensibles que permitan ampliar la capacidad de observación. “Conseguiremos una mejor capacidad para estudiar anomalías. Podríamos obtener información sobre eventos cósmicos ocurridos hace miles de millones de años”, afirmó Wissel.