Un viaje escolar casi termina en tragedia en Porto Alegre, Brasil, cuando un colectivo con más de 50 adolescentes perdió el control, chocó contra varios vehículos y terminó incendiado frente a un edificio.
Tras el impacto y posterior incendio, los estudiantes lograron escapar. Doce personas recibieron atención médica, pero ninguno presentó heridas graves.
Un viaje escolar casi termina en tragedia en Porto Alegre, Brasil, cuando un colectivo con más de 50 adolescentes perdió el control, chocó contra varios vehículos y terminó incendiado frente a un edificio.
A pesar del violento siniestro, no se registraron víctimas fatales y los estudiantes lograron escapar con ayuda de los vecinos y algunos de sus propios compañeros.
El hecho ocurrió el viernes pasado, cuando el conductor del autobús descendió para revisar un problema mecánico. Según relató, había activado el freno de mano, pero el vehículo igualmente comenzó a moverse cuesta abajo, embistiendo a nueve autos y una moto antes de impactar contra una fachada.
Esto provocó un incendio de gran magnitud, que generó alarma entre los testigos. Doce personas recibieron atención médica, aunque ninguna presentó heridas graves.
El grupo de estudiantes se encontraba de excursión escolar cuando ocurrió el accidente. En medio del caso, dos jóvenes tomaron extintores y ayudaron a evacuar a sus compañeros, evitando una tragedia mayor, según publicó el portal Terra.
La empresa de transporte Mattes Viagens e Turismo, por su parte, informó que el colectivo estaba en buenas condiciones y que colaborará con las investigación para determinar las causas del siniestro.
Uno de los testigos del hecho, Evandro Conceição, de 35 años, trabajaba como portero en un edificio cercano y fue uno de los primeros en auxiliar a los adolescentes.
"Estaba en el trabajo cuando vi el autobús descontrolado chocando con los autos. Luego vi el incendio. No dudé en actuar y ayudar a los jóvenes. Fue instintivo. Podría haber sido mi hijo quien estaba en esa situación", expresó.
El hombre utilizó piedras y barras de hierro para romper las ventanas del vehículo y liberar a los pasajeros atrapados.
“Había muchos gritos y llantos; los estudiantes estaban desesperados. Usé una piedra para golpear y romper las ventanas. Algunos estudiantes saltaron y lograron salir por sí solos. A otros tuve que sacarlos a empujones", relató.