La historia de Gabriel Deck: de jugar en la tierra con un volante de tractor como aro a ser estrella argentina en la NBA

El alero snatiagueño debutó en el mejor básquet del mundo con la camiseta de Oklahoma City. De Colonia Dora al grupo selecto de figuras mundiales.

NBA. Gabriel Deck debutó en Oklahoma City Thunder y dejó una gran imagen. / @teamtortuok
NBA. Gabriel Deck debutó en Oklahoma City Thunder y dejó una gran imagen. / @teamtortuok

El alero Gabriel Deck, que debutó el jueves último en la NBA jugando para Oklahoma City Thunder ante New Orleans Pelicans en el estadio de su equipo, el Chesapeake Energy Arena, se impuso en sus primeros pasos a los orígenes humildes en su amada Colonia Dora, un pueblo de Santiago del Estero, y poco a poco cambió su cuerpo para ser el decimocuarto argentino en llegar a la mejor liga del mundo.

“Cuando éramos chicos siempre soñaba con venir a ver un partido de Quimsa, algo que nunca pude hacer por la condición económica de mi familia, por eso jugar fue increíble. Me costó mucho dejar mi pueblo, a mi gente y a mi familia”, contó Deck allá por 2014.

Colonia Dora se ubica a 160 kilómetros de la capital, Santiago del Estero, y está dentro del partido de Avellaneda. Apenas son 2.000 los habitantes de ese lugar en el que reinan las calles de tierra y las temperaturas en verano llegan a casi 45 grados, lo que obliga a la siesta como amparo para la supervivencia.

Allá es donde el ‘Tortuga’, apodo que se debe a cómo se escondía bajo las sábanas y dejaba solo la cabeza afuera a la hora de jugar a la escondida, mantenía los picados de 2 contra 2 junto con su hermano Joaquín, también basquetbolista, y sus amigos Sergio Gómez y Miguel Díaz, pilares en su vida.

El escenario no era el estadio Chesapeake Energy Arena, donde hará de local siempre con Oklahoma, y lejos estaban las 18 mil personas en las tribunas. El aro, que era un volante de tractor, se sostenía en un palo de arco abandonado y un pedazo de madera ofició de tablero en una cancha sin madera en el piso pero con tierra, el mismo que le generó algunas lastimaduras por la carencia de zapatillas en condiciones para competir.

A pesar de todas las ausencias materiales, Deck aseguró siempre haber tenido una infancia “feliz” y su amor por el pueblo se volvió tal que durante el parate de la Liga Endesa del 2020 se vino tan solo por una semana a la Argentina, alquiló un auto en el Aeropuerto de Ezeiza y manejó 900 kilómetros para compartir un “guiso” con su familia.

Soñador siempre, el espejo era Luis Scola, con el que comparte equipo en el seleccionado, y Leonardo Gutiérrez, al que enfrentó varias veces en la Liga Nacional de Básquet y con el que también estuvo en el conjunto nacional.

Su padre, Carlos, trabajador precarizado en los campos de alfalfa y a veces chofer de micro de larga distancia, y su madre, Nora, siempre lo apoyaron a él y a Joaquín, que colaboraron desde chicos en el trabajo porque “había que parar la olla”, repitió en cada entrevista el alero, que también rememoró las peleas con ellos cuando les pedían que dejen de jugar con 40 grados “a la sombra”.

Uno de esos días calurosos fue que Joaquín, según contó en una entrevista de hace poco con la CABB, lo convenció a Gabriel de ir a “probar suerte a la capital” y así recayeron en Quimsa, donde los trataron como hijos y apenas los vieron les compraron zapatillas nuevas y les dieron un plato de comida.

“Habíamos ido al campus Quimsa en 2008 y teníamos la oferta del club para radicarnos en Santiago. Pero era difícil tomar la decisión, no era nada fácil dejar todo en nuestro lugar? Pero ese día hice el click. Estábamos cansados de esos trabajos tan duros”, recordó Joaquín en la misma nota.

El nuevo desafío se dio luego de la falta de adaptación en Centro Olímpico de Ceres, Santa Fe. Y otro personaje clave en la historia del éxito de Gabriel Deck es la profesora de Educación Física de su escuela, Paola Aguilar, que le vio condiciones y le insistió para que vaya a Quimsa, que además le ofreció departamento, comida y ropa a cambio.

La ecuación cerró en un contexto socioeconómico adverso la partida no era solamente una oportunidad para el futuro si no una ayuda para el presente, en el que también le ahorrarían “dos platos de comida” diarios a sus padres.

Poco a poco ambos mostraron sus buenas condiciones con el básquetbol, el mismo que les dio la chance de salir de la pobreza extrema y ahora, en el caso de Gabriel, firmar un contrato millonario en la NBA.

Sin embargo, nada parece romperle el sueño de algún día volver a su pueblo. De hecho, en una nota durante 2019 dijo: “Me gustaría jugar en la NBA, pero no me mueve el piso. Diría que prefiero estar en mi pueblo, con mi vieja, riendo, tomando mates y recorriendo el campo con mis amigos. Cada vez que voy, cargo energías. Si es por mí, estaría allá”.

En el medio, Gabriel mostró cambios físicos, con mayor versatilidad y pasó de ser una promesa a una confirmación en Quimsa. Y de hecho, en el título de la LNB 2014-2015 terminó siendo un hombre importante, con 13 puntos en el triunfo por 70-68 sobre Gimnasia Indalo de Comodoro Rivadavia en el sexto choque.

Luego emigró a San Lorenzo, que armó un equipo de ensueño, y conquistó la LNB en dos ocasiones (2016-17, 2017-18) y la Liga de Las Américas en 2018.

Su nivel lo puso en los ojos de Real Madrid de España, el mejor club a nivel FIBA en el mundo, y con su talento y entrega continuó haciendo grande la carrera que lo convirtió en el decimocuarto basquetbolista argentino en debutar en la NBA.

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