Godoy Cruz: el día que trajo a Diego y casi le rematan el Gambarte

En 1981, la Selección de Menotti goleó 4-0 al Tomba en un Malvinas semivacío. Por una deuda con un intermediario, un año después un juez dictó el remate de sus instalaciones, pero apareció el dinero y hubo solución.

Maradona fue la estrella suprema dentro de una constelación conformada por Kempes, Ramón Díaz, Passarella y Gallego. Casi nada...
Maradona fue la estrella suprema dentro de una constelación conformada por Kempes, Ramón Díaz, Passarella y Gallego. Casi nada...

“Mendoza podrá ver juntos por primera vez a Maradona y Kempes”, anticipaba Los Andes en una de sus páginas de la edición del miércoles 5 de agosto de 1981 dedicada al anuncio del partido entre la Selección Argentina y un Godoy Cruz Antonio Tomba reforzado con jugadores del ámbito local. La dupla era la gran atracción del partido.

Si bien Diego todavía no alcanzaba el altar de su reinado, en los albores de la década del 80, ya era campeón mundial juvenil y la indiscutible megaestrella de un fútbol argentino que tenía a su Boca en las puertas de la obtención del Metropolitano 81. El Matador, goleador y figura suprema del elenco campeón del mundo en 1978, estaba en River y volvía a vestir la camiseta albiceleste de la Selección junto a otros próceres de aquella gesta: Fillol, Galván, Passarella, Tarantini, Gallego, Valencia. Por si fuera poco, Ramón Díaz -otro gran socio del Pibe de Oro- completaba una “marquesina” muy difícil de igualar.

Sin embargo, lejos de concurrir masivamente a la cita, increíblemente el público mendocino dio la espalda a una cita que venía con un suculento manjar. No más de diez mil personas dieron un marco demasiado pobre a una fría noche de invierno que, en un tiempo no muy lejano, se convertiría en una piedra en el zapato para la dirigencia tombina y que desarrollaremos más adelante.

El partido, un trámite

Más allá de la extrema jerarquía de la Selección Argentina, que en la formación titular presentó a nueve campeones del mundo (contando al Vasco Olarticoechea) y se estaba preparando para defender el título un año después en España ’82, la crónica de la época de Los Andes no tuvo contemplación para con el planteo defensivo de Horacio Harguindeguy. “Hasta cuándo jugaremos a la defensiva”, se pregunta el medio en un recuadro que acompaña la crónica del partido.

Gracias a su relación con el Flaco Menotti, el entrenador rosarino de Godoy Cruz también había sido gestor de la presentación de Argentina frente a un Gutiérrez “remixado” un par de años antes (abril de 1979) en un duelo que finalizó 5-2 para los de Diego. Y no fue sólo una, sino que fueron dos las veces que Maradona enfrentó al Cele en Mendoza. Es que exactamente un año más tarde, la Selección -otra vez con D10S entre los 11- le propinó un histórico 8-0 al Gutiérrez de Héctor Fombella.

Con el freno de mano puesto, Argentina prácticamente no transpiró para meterle cuatro al Expreso reforzado que, ante tamaños “monstruos”, no tuvo otra que defenderse con ocho y hasta con nueve jugadores detrás de la línea de la pelota, tal como declaró Menotti después del partido. Y eso, para un lírico como el Flaco, por supuesto que estaba prohibido. Dos goles de Ramón Díaz, uno de Pasarella de penal y otro de Diego, sellaron el 4-0 final.

¿Cómo fue el gol de Maradona? El “Pelado” Díaz descargó con el Diez, quien amagó a hacer una pared y con su repentización inigualable quebró la cintura para perfilarse y clavar un potente zurdazo que se incrustó en el ángulo superior izquierdo pese al infructuoso vuelo de “Coqui” Martínez por evitarlo. Golazo y 3-0 transitorio de Pelusa, quien recibió el abrazo paternal del capitán Daniel Alberto Passarella. Justamente el Kaiser había convertido el 2-0 mediante un típico penal suyo: zurdazo potente y al medio del techo de piolas. Imparable.

Las otras dos conquistas contaron con la asombrosa frialdad de Ramón Ángel Díaz a la hora de enfrentar al “Gato” Garín, primero, y a Félix Orangel Martínez, después. En el 1-0, el riojano se asoció con el “Conejo” Tarantini y definió con “pasmosa tranquilidad”. El penal que convirtió Passarella se lo hicieron a él. Jesús María Alegre, el hombre de San Martín, fue quien lo contuvo con falta adentro del área y el árbitro Abel Gnecco no dudó. El cuarto tanto de Argentina y doblete de Ramón, llegó sobre el epílogo del partido con un zurdazo que dejó sin chances al recordado arquero de Huracán Las Heras.

Según la crónica de este matutino, los futbolistas mendocinos que no sólo se salvaron de la crítica, sino que además tuvieron una actuación para el elogio, fueron Ernesto Gregorio Garín (el segundo arquero de la historia que le atajó un penal a Maradona), Hugo Cirilo “Gringo” Mémoli, Esteban Carlos “Gallego” Soto y el sanrafaelino Walter Martín.

Felix Martínez vuela para tapar el remate de Patricio Hernández ante la mirada de Mémoli y el cierre de un defensor tombino.
Felix Martínez vuela para tapar el remate de Patricio Hernández ante la mirada de Mémoli y el cierre de un defensor tombino.

La solución “mágica”

Godoy Cruz estaba puntero e invicto del torneo Clausura 1981 de Primera A de la Liga Mendocina de Fútbol. Por la cuarta fecha, había vencido 2-1 a Palmira en el Este provincial y comenzaba a enderezar un año que había comenzado bastante torcido.

“El club estaba devastado económicamente”, recuerda el Doctor Julio Vega, por entonces tesorero de la institución. Agrega: “Una gloriosa subcomisión de fútbol presidida por Domingo Godoy había traído a los jugadores más espectaculares de Mendoza, como Asprelli, el famoso lateral de Pedal de San Rafael. Sin embargo, fue un fiasco porque el equipo terminó peleando el descenso. Entonces, desembarca Harguindeguy quien, como solución a los problemas financieros, propuso traer a la Selección Argentina, un evento que ya había experimentado un par de años antes y con enormes réditos para la comisión directiva encabezada por Juan Saldaña, presidente de Gutiérrez por aquel entonces”, rememora Vega con su habitual lucidez y precisión.

La Selección Argentina vendría a Mendoza, pero no sin antes pasar por el “purgatorio”. ¿Qué significaba eso? Una condición previa -algunos afirman que puesta por César Luis Menotti- para cada presentación del seleccionado en el interior del país: abonar una comisión al intermediario Rubén “Gato” Magdalena (ex jugador de Boca), quien era el encargado de dar la autorización correspondiente a la Asociación del Fútbol Argentino.

En un hotel de calle Reconquista, en plena Capital Federal, el presidente Roberto Mauro y el secretario Armando Correa, se reunieron con el empresario encargado de dar el consentimiento. “Ahí le entregaron un cheque de 60 millones de pesos del Banco Acción, que era donde tenía la cuenta el club”, recuerda Vega.

Inmediatamente, las puertas de la AFA se abrieron de par en par para los dirigentes mendocinos. Tras el pago de otro cheque de 600 millones de pesos a la AFA, ya no hubo traba alguna para la firma del contrato. El encuentro entre el Tomba y la Selección ya era un hecho.

El partido del juicio

“El partido se jugó prácticamente como uno de la Liga Profesional actual, sin público”, exagera un tanto el histórico dirigente bodeguero, quien no logra entender cómo una persona que vivió con multitudes terminó muriendo en soledad.

El sueño de paliar la crisis económica del club, se convirtió en una verdadera pesadilla. Como el dinero recaudado no alcanzó para cubrir los gastos que demandaba la organización del encuentro, la dirigencia del Expreso quedó en deuda con el intermediario por el pago de la “bendita” comisión que se había pactado por contrato con Menotti para que autorizara la presentación de la selección en nuestra provincia. Se inició un proceso judicial bajo la carátula “Magdalena Rubén A. contra Club Deportivo Godoy Cruz Antonio Tomba”.

Como se trató de un juicio ejecutivo, el proceso fue más rápido de lo normal y apenas un año después del encuentro, en agosto de 1982, el doctor Juan Alberto Marchena, juez del decimosegundo Juzgado Civil, dictó el embargo y remate de las instalaciones deportivas del Tomba.

Nadie lo podía creer y no era para menos. Los hinchas bodegueros armaron un revuelo bárbaro y pidieron la renuncia al presidente Roberto Mauro quien, luego de cinco años al frente del club, envió una nota a la comisión directiva informando su dimisión al cargo por “razones estrictamente particulares”. En consecuencia, el doctor Julio Vega, vicepresidente de la entidad, comenzó a ejercer la máxima autoridad, función que cumplió de manera ininterrumpida hasta 2005.

Diego arma una de sus tantas paredes con el Matador Kempes.
Diego arma una de sus tantas paredes con el Matador Kempes.

El salvataje del Gambarte

En la página 19 de la edición de Los Andes del domingo 5 de setiembre de 1982 puede leerse el título de una noticia que trajo alivio en el mundo Tomba: “El club Godoy Cruz canceló la deuda y no se hará el remate”, reza. En su interior explica que el asesor letrado y secretario del club, el doctor Armando Correa, se presentó en nuestra redacción con el objeto de facilitar un comunicado en el que se hace referencia al controvertido caso de remate que pesaba sobre las instalaciones deportivas del Tomba.

“Se ha cancelado la totalidad de la deuda y las correspondientes cartas de pago y conformidad profesional se han incorporado al expediente judicial radicado en el el 12° Juzgado Civil Comercial y Minas juntamente con el escrito de estilo solicitando la suspensión de los procedimientos y que se deje sin efecto la subasta del inmueble ordenado”, se explicó en la nota entregada por el abogado.

Más adelante, en el mismo comunicado, también se comenta que los protagonistas de la solución del problema planteado “poseen nombres y apellidos que la masa de socios y simpatizantes debe conocer, porque son los responsables directos de que la institución y sus instalaciones sociales no se hayan subastado”.

Los dirigentes a los que se hacía referencia y que Julio Vega confirma apelando a su prodigiosa memoria son: Enzo Boldrini, José Padilla y Enrique Cristofanelli, José Carceller, Gómez Omil, Oscar Zabala, Ricardo Pavoni y varios de los socios de Godoy Cruz que contribuyeron financieramente. El escrito original también menciona el esfuerzo personal que hicieron Julio Vega, Mario Rodríguez, Jorge Pía, Miguel Ángel y Reynaldo Pescara, quienes obtuvieron la suma necesaria para cancelar la deuda. Además, se informa que el doctor Juan Marchena y el martillero Miguel Ángel Belarde, hicieron su contribución al renunciar a un porcentaje considerable de sus honorarios. “En total, hubo que pagar cerca de 120 millones de pesos de aquella época”, recuerda Vega. La historia de la leyenda de Diego y la de Godoy Cruz, nuestro mejor embajador en el fútbol nacional, están cruzadas en sendos puntos de la línea del tiempo. A esa de 1981, con el “10” futbolista, hay que agregarle el emotivo homenaje de 2019. Eternos.

Apostillas Cortitas de aquella noche

1. Detalles organizativos. El partido se jugó el miércoles 5 de agosto a partir de las 20:45. Los precios de las localidades: $20.000 la general, $35.000 la platea descubierta y $50.000 la platea cubierta.

2. A un paso del título. Maradona y Boca venían de dar un paso clave en la obtención del Metro 81. Por la fecha 32, el Xeneize le había ganado 1-0 a Ferro, el escolta, con un recordado gol de Hugo Perotti.

3. Camiseta “rara”. La Selección jugó con el tradicional modelo alternativo de color azul. Lo que llama la atención es que Godoy Cruz lució un modelo con una V azulada como la de Vélez.

Una perlita

El duelo fue televisado, pero no cobraron nada

Canal 7, que por aquel entonces era Agentina Televisora Color, emitió las imágenes del partido en vivo y en directo a todo el país, a excepción de las provincias de Mendoza y San Juan, en una lógica medida para que asistiera el público. De hecho, en Youtube se puede observar una imagen a todo color del golazo de Maradona, el 3 a 0 parcial. Sin embargo, la historia cuenta que el Tomba no cobró ni un peso por los derechos de imágenes por aquel encuentro. Según Vega, había un contrato firmado cercano a los siete mil dólares que el canal estatal nunca respetó. Con ese dinero, el salvataje del embargo al Feliciano Gambarte hubiese sido más sencillo.

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