Madre no hay una sola, sino muchas

La maternidad es un atributo de la identidad femenina. Pero, el ser madre, tiene su propia concepción según la religión, la cultura, la época; incluso para las mujeres que lo viven. Hoy, el cambio cultural y los estilos de vida, dejan en evidencia las mil

El ser madre es uno de los momentos más esperados de las mujeres. Pero, ¿lo es realmente para todas? Ls formas de serlo, ¿son iguales para todas? Pues, no. Ni lo primero, ni lo segundo. Sepa usted que ni todas las mujeres ven en el “ser madres” su deseo de “realización” ni todas aquellas que lo son lo hacen de la misma manera, la convencional: casadas, con una situación económica estable o en la heterosexualidad.

El mundo crece a pasos agigantados y las formas de ser madre han cambiado a la misma velocidad: adolescentes, lesbianas, adoptantes, privadas de su libertad, solteras, con HIV, con discapacidad, marginadas, con problemas de fertilidad, de clase media, estudiantes; hasta aquellas que eligen ‘partos humanizados’ o las mujeres profesionales que organizan sus tiempos para responder a ambas tareas. ¡Vaya que existen diferentes modelos! Y todos las hacen madres.

Julio Luna, psicólogo, comienza planteando que “el tema de deseo o elección de ser madre es siempre un fenómeno psico-socio-cultural en el que se ven involucrados factores ‘personales’, sociales y culturales”. Desde lo psicológico intervienen los deseos y necesidades de “formar una familia”, “dar el siguiente paso”, “realizarse como mujer” y hasta el conocido concepto de “identificación con la madre”.

Cabe mencionar que todas estas facetas psicológicas son, al mismo tiempo, “construcciones sociales; en el sentido de que es en el cuerpo de la mujer donde sucede la gestación; es ella quien amamanta, etcétera y eso contribuye a la integración del deseo personal y las demandas sociales o expectativas culturales”, concluye Luna.

Esto nos hace pensar si las mujeres son madres realmente porque lo desean, o porque este deseo les es impuesto por mandatos familiares o sociales. Hay algo que es cierto y es que cada mujer es diferente. Muchas no desean tener hijos o, por lo menos, no lo ven como el punto culminante de sus “funciones femeninas” y se ven presionadas por la sociedad para cumplir las expectativas de rol.

“La ciencia médica, principalmente, pero también la psicología y otras ramas del conocimiento, han contribuido de manera directa a que la mujer experimente como obvio, lógico y ‘natural’ el deseo de ser madre (y ser feliz con ello también) y, en el caso contrario, a preguntarse qué hay de malo en ella si no tiene esa ‘inclinación’”, afirma Luna.

Desde épocas anteriores a la nuestra se habla de la naturalidad, o el instinto materno, como algo que le es propio al género. Pero, ¿es esto cierto? Al respecto, el profesional comparte que “no hay pruebas de que dicho instinto exista, más bien se considera como otra construcción social relativamente reciente (entre los siglos XVII y XVIII), reforzada por las consecuencias de la industrialización en la que, la división del trabajo, asignó a la mujer la función de ser madre y criar hijos en el hogar (de ahí viene también la familia nuclear que conocemos ahora)”.

Del mismo modo, Lorena Díaz, sexóloga, afirma que “esta idea de instinto maternal no está comprobada. No existe nada que diga que en el cuerpo de la mujer existe un reloj biológico que promueva el querer ser madre. Son otros los motivos que llevan a la mujer a querer serlo: la familia, deseos o sueños, la cultura donde vive, los mandatos sociales, entre otros. Las mujeres pueden o no tener deseos de ser madre, pero esto no se relaciona con un instinto”.

Las mil maneras de ser mamá

No cabe duda de que las formas de ser madre en la actualidad son muy variadas y todas igualmente respetables. El ser madre bajo un matrimonio heterosexual no debe ser visto ni vivido diferente que aquella mujer que lo es en un matrimonio igualitario; ni una adolescente o una madre soltera o aquella que lo es privada de su libertad, en condiciones precarias, de pobreza, la que lo es con una enfermedad crónica, con alguna discapacidad, entre otros tantos casos.

Y como comenta Julio Luna, la psicología actual reivindica aquellos modelos que sean democráticos, participativos y que respeten al niño/a como una persona diferenciada de los padres.

“Parejas lesbianas, gay, familias monoparentales, etcétera: todos entran en las formas saludables de criar a los hijos, porque depende de las relaciones entre los miembros, y no de las funciones rígidas o estructuradas influenciadas por factores socioculturales deterministas. Y se han visto favorecidas por leyes que facilitan la experiencia de la maternidad y paternidad a personas que no tenían ese derecho”, sigue explicando el profesional.

Desde el punto de vista sanitario, Mónica Álvarez -enfermera- comparte lo que es el ‘parto humanizado’. “Muchas mujeres están optando hoy por parir en sus casas, o en aquellos hospitales que pregonen esta idea, de que la mujer pueda dar a luz sin ningún tipo de práctica invasiva, ni el uso de medicamentos”.

Mendoza, desde 2009, adhirió a la ley nacional 25.929 de parto humanizado. Ésta es una de las tantas formas de ejercer la maternidad, en este caso respetando los tiempos biológicos y psicológicos de la mujer y también del niño/a por nacer.

Álvarez agrega que, “estos casos muestran lo que la mujer puede hacer de manera natural, sin que intermedie la tecnología, los medicamentos ni otras situaciones invasivas”. Reconoce el valor de la información previa, en caso de querer experimentar este tipo de práctica, que es absolutamente personal y requiere de información completa a fin de tomar la decisión.

Siguiendo con esta sintonía de experiencias, están las madres que, a pesar de tener enfermedades o discapacidades, eligieron responsablemente serlo, tal es el caso de Claudia Albaran -una joven con discapacidad visual, a partir de un glaucoma congénito-. Es madre de un varón de 4 años.

“Desgraciadamente, en el caso de las mujeres que padecemos algún tipo de discapacidad, el rol de mamá desaparece por los prejuicios de la sociedad. Es una discusión eterna. Yo elegí ser madre porque también tengo amor para dar y sé cómo hacerlo más allá de mi limitación”, comparte.

Todo esto revela que la maternidad no es un asunto femenino, en el sentido literal del término, sino humano. Desde algunas miradas feministas promueven el concepto de maternidad como experiencia, en contraparte de la maternidad como institución (visión clásica).

Actualmente, están volviendo a tomar protagonismo los tipos de maternidad y paternidad más libres y basados en el amor al niño; aunque es cierto que, como todo, puede ser utilizado y tergiversado con fines diversos. Esos modelos de crianza respetuosa coinciden con las nuevas miradas de la psicología familiar.

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