La pared que sube entre Cristina y Scioli

Cada día se convencen más Daniel Scioli y los suyos de que Cristina Fernández y sus fieles le están boicoteando la campaña para que no se independice de ellos si llega al gobierno.

Carlos Sacchetto - csacchetto@losandes.com.ar - Corresponsalía Buenos Aires

Si la expresión "el que se enoja pierde" tiene un fiel devoto en la política argentina ese es Daniel Scioli, ganador de las elecciones primarias y aspirante a suceder a Cristina Fernández desde el Frente para la Victoria. Con esa "filosofía" de cabecera, atravesó el campo minado que dentro de su mismo espacio le sembró el kirchnerismo puro, para hacerle más tortuoso el camino hacia la postulación.

Sostenido por su ambición política, el hombre no se enojó y resistió agravios, descalificaciones, maltratos y desprecios por parte de la jefa del Estado, y de allí para abajo de gran parte de los sectores internos que no abrevan en el peronismo tradicional.

A la hora de pensar en el relevo, a Cristina no le quedó otra opción válida que convertirlo en su candidato. Eso mostró a la vez una fortaleza de Scioli y una debilidad del kirchnerismo, que a desgano y obligado por las circunstancias, ahora debe apoyarlo.

Las tensiones internas en el oficialismo que presagiaban estas circunstancias alcanzaron la semana que pasó niveles no conocidos. Ya no se trata de visiones diferentes sobre determinados temas, ni de actitudes más contemplativas de Scioli frente a quienes la militancia y hasta la propia Presidenta consideran enemigos del modelo.

La desconfianza 
Lo que ha comenzado a visualizarse con claridad en el Frente para la Victoria desde que se conocieron los resultados de las Paso es una abierta lucha por el poder y por la manera que lo ejercerá Scioli si es consagrado presidente.

El frustrado viaje de descanso a Italia, la crisis de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires y el escándalo con denuncias de fraude y represión policial en Tucumán, son tres episodios que han resultado negativos para la campaña del bonaerense. Lo singular es que en el propio sciolismo están convencidos de que hubo participación kirchnerista en el fogoneo mediático que se hizo de esos temas.

"Daniel no puede decir en público que Cristina le está haciendo la vida imposible, pero eso sucede", afirma un conocido integrante del comando de campaña de Scioli. La queja, de todos modos, llegó en estos días a los medios por boca del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien decidió abandonar el off de record ante el cariz que tomaron los acontecimientos.

"El dueño de las decisiones y quien ejerza el poder en plenitud será Daniel", sostuvo el salteño, luego de deslizar fuertes críticas a la política económica que mantiene casi en estado de quebranto a las producciones regionales. El ministro del área, Axel Kicillof, venía de decir delante de Scioli que "el candidato es el modelo y seguiremos así".

Urtubey y la mayoría de los gobernadores peronistas consideran que el candidato debe mostrarse, desde ahora, más autónomo del esquema que encabeza Cristina.

Allí está quizás el núcleo de esa confrontación interna. La Presidenta quiere conservar su poder intacto hasta el último día, y eso resulta contradictorio para la campaña de Scioli, que necesita votos moderados que ya dan por concluido el ciclo de dureza kirchnerista.

Aludiendo al "síndrome del pato rengo", o sea el debilitamiento que sufre hasta el fin del mandato la persona que va a ser reemplazada, varios gobernadores observan que Cristina ya ha comenzado a renquear, y que si el peronismo quiere mantenerse en el Gobierno, Scioli debe tomar distancia.

La oportunidad 
Con el oficialismo preocupado por esa oscura disputa interna, Mauricio Macri y Sergio Massa confían en fortalecer la opción opositora y ganar terreno en el electorado no kirchnerista. Ambos manejan encuestas en las que el escenario de balotaje es inevitable y han comenzado a mostrarse cerca. Por ahora, en la necesidad de modificar el vetusto sistema electoral que desencadenó el escándalo en Tucumán, pero esas coincidencias podrían no terminar allí.

Para muchos, se acordaron tarde de buscar miradas comunes porque ya no es posible una ingeniería electoral conjunta para el 25 de octubre. Pero ese acercamiento es por sí solo un mensaje al 61 por ciento del electorado que prefirió no votar en las primarias al candidato del kirchnerismo.

La ofensiva contra las inaceptables prácticas clientelares que siguen vigentes en la mayoría de los distritos, es una música que los sectores moderados quieren escuchar y la oposición no se privó de ejecutar para lograr beneficios.

A menos de dos meses de la elección, y aunque a Scioli le falten sólo 6 puntos para llegar al 45 por ciento que lo consagraría como presidente, el grado de dificultad para alcanzar ese objetivo parece haber aumentado. Pero sigue siendo una historia de final abierto.

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