Brian Eno niño contempla a través de la ventana el cielo después de una tormenta. Marcel Duchamp observa a los pasajeros de un tren y adivina las vidas detrás de sus rostros. Marvin Gaye sostiene una incómoda conversación con un carnicero.
Mondrian sobrelleva el fin de una relación, José Hernández el de una amistad, Anthony Hopkins el de su adolescencia y Lee Perry el de su estudio, que acaba de incendiar: recientemente editado por Mansalva, “Vidas epifánicas”, de Gustavo Álvarez Núñez, toma como punto de partida momentos clave en la vida de dieciséis artistas del siglo pasado y el anterior para construir desde allí una serie de relatos impredecibles que oscilan entre la biografía y la ficción, lo propio y lo ajeno, la luz y el caos.
“Todo empezó con un relato acerca de Brian Eno que escribí a finales de los noventa”, cuenta Gustavo. “Estaba editando la traducción de una entrevista muy larga que le habían hecho, una entrevista grande, histórica, y di con un momento en que cuenta la manera en que un día su padre al volver del trabajo se durmió frente a la cena y él se prometió nunca estar en una situación así.
Después, leyendo la biografía de Miles Davis, di con ese momento en que deja de tocar, su relación con la cocaína, la prostitución, la soledad, el vacío, y vi algo ahí, detalles que tenían un mundo desconocido que me llamaba. Así de a poco fui buscando epifanías de otros, y fue en 2006 cuando empecé a pensar que podía escribir un libro con todo ese material, o darle forma, o empezar a terminarlo, y fui investigando algunas ideas pendientes hasta llegar a ‘Vidas epifánicas’”.
El libro se inscribe en la tradición de esas breves y deliciosas biografías creadas por Marcel Schwob en “Vidas imaginarias”, Rodolfo Wilcock en “La sinagoga de los iconoclastas” y el Borges de “Historia universal de la infamia”.
Pero hay otros referentes que Gustavo suma a la lista: “Hay dos libros de brasileños que van por ese lado y me gustan mucho. Uno es ‘Vísperas’, de Adriana Lunardi, que se editó hace poco en Bajo La Luna con traducción de Leopoldo Brizuela.
Ahí Lunardi narra los últimos momentos de varias escritoras que admira y la influyeron, está muy bien ese libro. Y el otro es ‘Vida’ de Paulo Leminski, un brasileño de vanguardia, con todo lo que significa la vanguardia en Brasil. En ‘Vida’ hace un laburo increíble con biografías de Jesús, Trotski, Basho y Cruz e Sousa, un poeta simbolista del siglo XIX descendiente de esclavos”.
Obra en prosa de buen poeta, otra de las virtudes de ‘Vidas epifánicas’ es el tono y ritmo con el que Álvarez Núñez atraviesa diferentes voces y épocas manteniendo un hilo conductor que a la vez acerca la obra a una especie de autobiografía: “El tono es vital, me parece que condiciona un modo, la luz y el efecto que va a tener lo que escribís, eso que pueda generar una exaltación en el otro cuando lo lea.
Encontrar el tono es una lucha permanente, en este caso el libro costó, tiene momentos de escritura muy variados, muy diferentes, pero también lo que hice, con las devoluciones del editor y amigos que fui teniendo, fue limarlo a la vez que trabajaba con las sensaciones que me dejaron las obras de los artistas, quería rememorar esa alegría que me daban esas obras y ver cómo ayudaba todo eso para reconstruir ese contexto de la epifanía. Y a la vez está todo lo otro, más personal.
Mariano Dupont en la presentación decía que en este libro me enmascaré en muchos personajes, y puede que haya algo de eso. Originalmente tenía dos epígrafes y uno de ellos era el ‘Je est un autre’ (‘Yo es otro’) de Rimbaud. Nadie está exento de su vida, pero hay que ver si eso es interesante: lo que hay que hacer es darle otro brillo a eso”.
Actualmente Gustavo está trabajando en una trilogía de novelas ambientadas en Zona Norte, franja con una tradición de familias de clase media-alta y alta donde creció y actualmente vive: “La idea fue armar una especie de épica buscándole la vuelta al estereotipo. Si bien hay un estigma y es cierto que el estigma se reproduce, eso no quita que haya otro submundo interesante donde bucear, y quise ir hacia ese lugar”.
En ese rumbo tiene dos novelas terminadas (“Barriolandia” y “El club del deterioro”) y una en la que está trabajando (“Garita”), narraciones según cuenta que, al igual que “Vidas Epifánicas”, parten hacia un lugar pero en el camino toman direcciones que muchas veces rozan lo delirante.
“La escritura muchas veces está ligada con el delirio”, sostiene Gustavo, “pero igual que el caos es un delirio organizado, tratás de llegar a un lado pero tampoco te aferrás demasiado a eso. O sea, hay algo que me gusta y por ahí no tiene que ver con las ideas sino con el tono, el ritmo, ese modo de enfrentarte a los personajes, a la escritura… Hay una idea o una imagen que me moviliza pero el detalle está en la manera en que es escrita.
Mismo con Francisco Garamona, el editor de ‘Vidas…’, esa fue una especie de pelea que tuvimos, porque había momentos muy barrocos que después entendí que eran caprichos de escritor y que se perdía la imagen, la idea original, me iba… En ese punto también fui aprendiendo eso de saber dónde era más efectivo cortar que dejarme llevar por ese embelesamiento que tenía por las palabras. Y bienvenido eso”.
Acerca del autor
Gustavo Álvarez Núñez nació en la provincia de Buenos Aires en 1968. Es poeta, editor, ensayista de cultura pop y músico. Fue director editorial de la versión argentina de “Les Inrockuptibles” (1996-2004) y colaboró en medios nacionales e internacionales. En 2012 lanzó un libro de conversaciones con el músico Daniel Melero: "Antes, ahora y después. Por una biografía posible".
Publicó tres libros de poemas: "Sweet home, Panamericana" (1999), "Pulsiones" (2006) y "Tratado sobre los padres" (2013). Como compilador se encargó de "AntologíaPoetasRock" (2003), compuesta en su mayoría por poemas inéditos de músicos de rock argentinos. Al frente del grupo de rock Spleen formó parte del underground argentino de la segunda mitad de los noventa, con dos álbumes en su haber: "Travesía ideal" (1998) y "Deriva - Fin", dos discos inéditos lanzados en 2009.