Gerardo de Bake Off: “Casi no me presento al casting por mis prejuicios”

El concursante mendocino del reality gastronómico habló con Los Andes de su experiencia en el programa y de cómo le cambió la vida.

Gerardo de Bake Off: “Casi no me presento al casting por mis prejuicios”
Gerardo de Bake Off: “Casi no me presento al casting por mis prejuicios”

"Bake Off" se ha convertido en el reality favorito de los argentinos. Cada programa se vive como una final del mundo, donde los participantes tiene sus fanáticos que celebran, se emocionan, se enojan y disfrutan con cada una de las dulces preparaciones.

Y los mendocinos tenemos nuestro representante. Se trata de Gerardo Domínguez, un empleado administrativo de 43 años, que desde el domingo pasado volvió a estar en carrera por convertirse en el mejor pastelero amateur del país. 

En cada una de sus palabras se nota su amor por la pastelería y por el programa que le "cambió la vida para siempre", así lo deja ver en una charla que mantuvo con Los Andes.

Los secretos de las grabaciones, el impacto en las redes sociales, el cariño de la gente, la importancia de su familia y su mamá, la "tortura" de saber el ganador -el programa ha sido grabado en 2019-, y mucho más, fueron algunos de los temas que tocó uno de los concursantes más queridos del ciclo conducido por Paula Chaves.

- ¿Cómo viviste el regreso?

- Yo estaba re ilusionado con regresar, porque me parece algo muy bueno para todos los que nos dedicamos a la pastelería de forma amateur o profesional. A parte porque el programa tiene un contenido muy lindo. A diferencia de la edición anterior es mucho más amable, más dulce, por decirlo de algún modo. La vuelta me abre el corazón porque hace que vuelva a estar en la casa de cada uno de los mendocinos por medio de la televisión.

Desde el domingo me han llegado más de 500 mensajes, donde la gente me cuenta que se reúne en familia a ver el programa. Eso me hace emocionar mucho, que lo vivan como la final de un Mundial. Me recuerda a cuando era chico y con mi familia nos juntábamos a ver “La extraña dama”. Hasta mi papá se sentaba a ver la novela, cuando por aquellos años ver novelas era cosas de mujeres.

Me mandan videos y fotos de la familia unida viendo el programa y gritando porque entré o cuando Paula Chaves me nombra. Es una alegría que no tiene explicación. Se siente, no hay forma de explicarlo con palabras.


Gerardo, el mendocino de Bake Off.  | Gentileza
Gerardo, el mendocino de Bake Off. | Gentileza

- Más allá de la competencia se ve mucho cariño entre ustedes, ¿eso es genuino?

- Es algo increíble. Los que hacemos el programa nos planteamos que, más allá que sea una competencia, la idea es compartir. Y creo que estamos llevando muy bien ese mensaje. Se puede ayudar al compañero, ser solidario, divertirse y no enfocarse solamente en querer ganar sí o sí. Creo que programa a programa se ve, porque nos abrazamos, nos emocionamos, festejamos las cosas bien hechas por los compañeros, y eso se ve.


Para Gerardo, el programa es un antes y un después en sus vidas.  | Gentileza
Para Gerardo, el programa es un antes y un después en sus vidas. | Gentileza

- ¿Cómo te tomas el cariño que la gente brinda a través de las redes?

- Bake Off nos cambió la vida a los 14 participantes, así hayamos estado un programa o muchos más. Es un antes y después en nuestra vida, va a ser siempre así. En cuanto a las redes, la cantidad de seguidores es increíble. Hace poco llegué a 19 mil y no puedo creer que haya 19 mil almas que ven lo que publico, que ven los videos o que se suman a los vivos. Me cuesta entender que hay tantas personas del otro lado siguiéndome y enviándome muchos mensajes.

Yo les digo a mis compañeros que todos se merecen una contestación, aunque sea mínima, una carita o un abrazo virtual. Por ejemplo me escribió una alumna que tuve cuando vivía en Córdoba y era profesor de química. Me contó que me reconoció en el programa por risa, eso fue emocionante.

He recibido mensajes desde Indonesia, Italia, Estados Unidos, Perú, Bolivia, Chile, Uruguay, Ecuador o Colombia. El programa llega a diferentes partes del mundo y eso es increíble, está muy bueno.

El lugar de la pastelería en la vida de Gerardo

El participante continúa actualmente trabajando en un instituto de diagnóstico por imágenes ubicado en Ciudad. Esta actividad la combina con su pasión por la creación de tortas, un emprendimiento que se ha visto resentido por la pandemia mundial de coronavirus.

-¿Cómo llegó la pastelería a tu vida?

- La pastelería en mi vida familiar siempre fue amateur. Mi mamá empezó con un emprendimiento de tortas y yo con 12 años le ayudaba. Aprendí primero a hacer flores de glacé. Todo esto se lo debemos a una vecina y amiga de la familia que se llama Mónica Lisandrello, que nos incursionó en este mundo.

-¿Actualmente estás trabajando en esta actividad?

- En este momento que estamos viviendo no es mi primer ingreso. Yo sigo trabajando en el instituto porque necesito un ingreso fijo. La cuarentena nos ha afectado a todos los emprendedores porque antes los cumpleaños eran para 30, 40 o 50 personas y ahora pasaron a festejarse en casa con no más de cinco o seis personas. Lógicamente ha quedado un poco rezagada, pero es una pasión.

En el casting cuando me preguntaron qué sentía cuando cocinaba fue como que me pegaron una patada en el pecho. Pero fue algo lindo, se abrió un canal energético de comunicación. Lo que dije fue: “siento que vivo en mi mundo, lleno de colores y sabores, lejos de la realidad que nos rodea”. Porque cuando tengo uno de esos días medios complicados me pongo a decorar una torta y me olvido. Eso es pastelería, un mundo de ilusiones -risas-. A veces las cosas no te salen bien, pero nada se tira, todo se reutiliza.

La cocina de Bake Off

En la charla con Los Andes, Gerardo reveló que casi no llega al programa por los miedos internos y fue gracias la ayuda de una de las personas que actualmente trabaja con él en la pastelería que venció todos sus prejuicios y se animó. “Diego, uno de los chicos que ahora trabaja conmigo, fue quien me avisó del casting, gracias a él entré. Me ayudó a grabar el video, lo subimos a YouTube y ahí me seleccionaron. Le estoy completamente agradecido porque me insistió”, detalló.

“Al principio no quería hacer nada, me daba vergüenza. Uno tiene ese estereotipo de la televisión y pensaba: “soy gordo, viejo, no me van a elegir a mí”. Y no fue así, son limitaciones que nos ponemos nosotros mismos, por que la gente no las tiene y Bake Off me lo demostró. Mi cuerpo, mi obesidad o la edad eran un prejuicio mío solamente”, contó.

-¿Eso lo sentiste en la gente?

- Los primeros programas cuando salía a la calle o iba al súper a comprar, la gente me paraba para saludarme o me pedía fotos. Yo soy sensible, después del programa mucho más,  y esos gestos me conmueven. Lo que yo quería que pasara se dió, que la gente sienta las mismas emociones que yo. En los mensajes que recibí me decían eso, “tus emociones traspasan la pantalla y nos llegan a nosotros”. Eso es genial y se lo voy a agradecer de por vida a Bake Off, Telefé y a todo el equipo del programa que nos cuidaban para que saliéramos perfectos.


El "Osito" de Bake Off, es uno de los participantes más queridos.  | Gentileza
El "Osito" de Bake Off, es uno de los participantes más queridos. | Gentileza

-¿Cómo era "Bake Off" por dentro?

- Hacíamos todo juntos, almorzábamos, desayunábamos. Los jurados, Christophe Krywonis, Damián Betular y Pamela Villar, son gente muy humilde. Se acercaban antes de las grabaciones y nos preguntaban cómo estábamos, qué íbamos a hacer, si teníamos alguna duda. Mientras grababamos ellos se acercaban a nuestras islas y se preocupaban por nosotros. Eso se agradece. Lo mismo que el equipo de gastronomía y pasteleros que estaban pendientes de cada detalle.

Eso es Bake Off, aunque nos vean a nosotros, el jurado y a Paula Chaves, atrás hay un gran equipo de trabajo y grandes seres humanos.


Paula Chaves junto a los jueces de la competencia.
Paula Chaves junto a los jueces de la competencia.

-¿Cómo fueron las grabaciones?

- La grabación del programa se hizo desde julio hasta agosto. Fueron dos meses muy intensos. Para todos fue igual, sin importar si te ibas primero o último. Por contrato teníamos que vivir en Buenos Aires. Grabábamos de lunes a viernes y teníamos los fines de semana libre. Nos reuníamos todos en Puente Saavedra y a las siete de la mañana nos pasaban a buscar para ir a la locación, que era en una estancia en Pilar.

Se filmaba desde las nueve de la mañana a las cuatro de la tarde. Más allá de lo que se ve al aire, que es una hora y media, cada programa eran alrededor de dos días de grabación.

Yo compartí departamento con Carolina, la “Tucu”. Creamos unos lazos de amistad que, a la edad que tengo, uno no se imagina tener una amiga nueva y con esa intensidad. La amo, es una persona de una calidad humana increíble. Una de las personas más hermosas que he conocido en Bake Off. Es muy respetuosa, defensora, fiel a sus principios. Eso es muy difícil de encontrarlo en estos tiempos.

-Ustedes ya saben quién ganó… ¿Cómo hacen para guardar el secreto?

-Lo tomamos con humor pero es una tortura -risas-. Nosotros tenemos un contrato firmado con una cláusula de confidencialidad que si la llegamos a romper es una cuestión legal y nos saldría muchísimo dinero.

Eso nos mantiene callados, pero también está bueno mantener la expectativa. En el caso del repechaje yo ya sabía que volvía pero mi familia no. Mi hermana me estuvo preguntando toda la semana si volvía y yo no le decía nada. Mi mamá saltaba y festejaba y me dijo: “¿Cómo puede ser que no me hayas dicho nada?”.

Pero no voy a decir nada, porque obviamente, más allá de la cuestión legal, es como estar por sacar las entradas al cine y que en la fila te cuenten el final de la película, ya no te dan ganas de verla.

Es lo que le digo a cada persona que me pregunta, hay que verlo hasta el final. No vale la pena contar quién ganó. Está bueno ir disfrutando programa a programa, que cada uno tenga su favorito y saque sus conclusiones de cómo puede terminar. Es jugar.

Cuando me fui la gente me escribía y se lamentaba que ya no esté en el programa, pero yo ya sabía que iba a volver.

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