Stella Vanucci: “La Identificación Geográfica genera cohesión entre productores e industriales”

Referente del sector olivícola, aboga por la conservación del legado familiar y la revalorización de la actividad en Mendoza. Porque también habla del factor humano que lo hace único.

Tradición y ciencia: Stella Vanucci, la mendocina que “evangeliza” con aceite de oliva. / Foto Orlando Pelichotti / Los Andes
Tradición y ciencia: Stella Vanucci, la mendocina que “evangeliza” con aceite de oliva. / Foto Orlando Pelichotti / Los Andes

Stella Vanucci es una voz destacada en la industria olivícola de nuestra provincia, no solo por su pasión por la docencia y la difusión de las propiedades beneficiosas del aceite de oliva virgen extra (AOVE), sino porque su vida está ligada a esas tradiciones que -mezcladas con el trabajo rudo- se compartían en la mesa de los inmigrantes.

Ella cuenta que el Consejo Oleícola Internacional (COI) reconoció al varietal Arauco como sello distintivo de Argentina. En una comparación, entre nuestras industrias más arraigadas, “Es como el malbec del aceite”, sostiene. “Arauco” es el nombre del lugar en La Rioja donde se cultiva este tipo de aceitunas desde el siglo XVI y un varietal que pronto se extendió en Cuyo. Posee una complejidad de aromas y sabores, un amargor y picante, particular, que en los suelos de otros países este fruto no regala.

En el mes de marzo la cosecha para aceite casi ha terminado y comienza el ciclo de las aceitunas para el descarozado, mientras que hacia fines de abril las de mesa, como el Arauco o el Picual.

Revalorizar la superficie del olivo

Vanucci es codirectora, junto a Juan Carlos García Zuloaga, del curso de Sommelier de Aceites de oliva, una especialización que dicta la Fundación Seminare en Mendoza, y también es la presidente de Oleovid S.A, Más allá de cualquier protocolo, ella resalta la importancia histórica y cultural de preservar los olivos en nuestra provincia.

Lo ideal es revalorizar la superficie plantada con olivos, porque ha disminuido la cantidad de hectáreas cultivadas con olivares en Mendoza; más allá de los nuevos emprendimientos de cultivo intensivo, muchos pequeños productores, agobiados por la situación económica, se han visto obligados a arrancar las plantas para vender sus tierras”.

Stella es parte de la tercera generación de una familia que se dedicó a esta actividad, el apellido Pannocchia que se ha transformado en marca de aceites de calidad. Ella recorre el olivar centenario, en Maipú, que también estuvo ligado al inicio de una reconocida familia bodeguera, que ha decidió trasformar en escuela para formar a los nuevos promotores de los beneficios del olivo.

Destaca la resistencia de muchos productores a arrancar los olivos, valorando el legado familiar y el esfuerzo de las generaciones anteriores, “He vuelto a la tierra, como mis abuelos, esos abuelos inmigrantes que nos enseñaron tanto”.

Es importante la difusión y la docencia. “Es una planta milenaria, presente en La Biblia, con un montón de connotaciones”, recalca. “Y Mendoza, por sus característica de suelo y clima, reúne todas las condiciones para producir los mejores productos”, sostiene Vanucci.

Además de ser una fuente de alimento, el olivo y sus derivados poseen propiedades beneficiosas para la salud y para la cosmética, lo que pone de relieve la importancia de valorar toda la superficie de cultivo.

Una marca desde la tierra

La crisis que enfrenta la producción olivícola en Mendoza es un tema que le preocupa. A lo largo de los años, los productores han enfrentado épocas de rentabilidad fluctuante, lo que empujó a una merma en la cantidad de hectáreas cultivadas, principalmente en Maipú, donde en los últimos 20 años diversas plantaciones fueron cediendo espacio ante el avance sostenido de barrios privados.

Sin embargo, Stella cree que es crucial revertir esta situación y cambiar la percepción que tienen todos los productos del olivo, destacando su valor más allá del aceite y las aceitunas. Una de las propuestas clave de Stella es la militancia de la identificación geográfica para el Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE) en Mendoza.

Una designación que no solo identifica al producto por la región de origen o resalta los factores naturales, también habla del factor humano que contribuyen a sus características únicas.

“La Identificación Geográfica además de otorgar al producto un valor agregado, que se ve reflejado en el mercado interno y también en las exportaciones, porque impide la competencia desleal, también crea un efecto importante en el turismo y genera cohesión entre los productores e industriales”. Esto no solo agregaría valor al producto en el mercado sino que también profundiza el sentido de pertenencia y potencia el turismo en la región, sostiene.

En cuanto a la situación actual de la industria,, Stella destaca que la mayoría de la producción se concentra en oasis productivos como San Rafael, Maipú, Lavalle y Rivadavia. “Hay una revalorización del cultivo, los nuevos emprendimientos que se están realizando, ya se planifican como una producción de tipo intensivo, remplazando la mano de obra por poda y cosecha mecánica. Se opta por este sistema debido a la falta de mano de obra especializada, aunque no son plantaciones aún significativas por la cantidad de hectáreas y volumen”.

Los varietales históricos en Mendoza, como el Arauco, Frantoio, Farga y Empeltre, son parte integral de nuestra identidad olivícola. “En Mendoza el olivo creció a la par de la vid, impulsadas ambas plantaciones por las órdenes religiosas, destacándose los Salesianos. También por impulso que le dieron los inmigrantes italianos y españoles”, cuenta Stella.

Explica que la industria olivícola y la vitivinícola en Mendoza, han crecido de la mano, logrando expresar las características distintivas de cada cultivo. Sin embargo, la vitivinicultura superó a la olivicultura en términos de rentabilidad. Aun así, la apertura de restaurantes de bodegas permitió la inclusión del AOVE local en su oferta gastronómica, lo que contribuyó a su reconocimiento y valorización.

Ella subraya la importancia de conservar estos ejemplares de olivo, porque más allá de un terroir único, representan siglos de tradición y cultura.

La cofradía de las tradiciones

Además del trabajo que realiza en la fundación y de los innumerables eventos de gastronomía, vino y turismo a los que va para no quedarse quieta, Stella Vanucci es una de las fundadoras de la Cofradía de la Virgen del Olivo, que existe en ciudades de España, como en Sevilla o Barcelona.

Una idea que surgió por medio del Ing. Arrigo Bonino, “en uno de sus viajes fue a Salteras, Sevilla, y trajo de la ‘Cofradía de la Virgen de la Oliva’. una estampita con la imagen de la Virgen de la Oliva. En Mendoza, junto a otros productores, le encargaron al escultor Ricardo Cubisino que hiciera la imagen; al principio no tenía un espacio para poder colocarla, entonces la familia Posobón, en Maipú, la tuvo en su casa, lugar donde los vecinos iban a rezar”.

Actualmente esa imagen de la Virgen está en el cruce de Ozamis y ruta 60, en una hermita que construyó la municipalidad de Maipú. Iniciativas que, junto a la ruta del olivo, Stella Vanucci ve con un gran potencial para extender a toda la provincia. “Esta ruta del olivo no solo promueve el turismo y la cultura olivícola, también fortalece la industria y ayuda a difundir los beneficios del AOVE y sus derivados”.

Cada año, en el mes de junio, la cofradía hace una ceremonia con una peregrinación al Santuario de María Auxiliadora, en Rodeo del Medio, para expresar la misma tradición cultural que tiene la vid: ofrecer a la Virgen la esperanza de un año mejor.

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