Raleo en frutales: las mejores prácticas para carozo y pepita

A poco del comienzo de este trabajo repasamos, de la mano de un experto, las técnicas más convenientes en cada caso. El control de heladas es clave a la hora de elegir la modalidad de trabajo para el año.

Con la llegada de la primavera, empiezan, en la provincia de Mendoza, a realizarse las labores de raleo en las fincas de frutales.
Con la llegada de la primavera, empiezan, en la provincia de Mendoza, a realizarse las labores de raleo en las fincas de frutales.

Con el comienzo de setiembre y la inminente llegada de la primavera, empiezan, en la provincia de Mendoza, a realizarse las labores de raleo en las fincas de frutales. Con el carozo y la pepita como protagonistas, algunas prácticas comienzan este mes y se prolongan hasta octubre.

Si hablamos del raleo de frutales de carozo, la principal práctica en los cultivos locales es la técnica manual. Esto suma una preocupación a los productores mendocinos por la posible falta de mano de obra registrada en los últimos años y agravada por la presente pandemia de coronavirus. Si bien el ingeniero agrónomo Antonio Weibel, especialista en fruticultura de la EEA Junín INTA, comenta que el raleo químico en fruta de carozo puede hacerse, aún no es una práctica común en la provincia. La práctica del raleo tiene por objetivo aumentar el tamaño de frutos, de modo que tengan un valor comercial.

En tanto, en el caso de la pepita, una técnica muy utilizada es justamente el raleo químico temprano. Éste tiene por objetivo no sólo el incremento del fruto sino evitar lo que se conoce como vecería o añerismo, produciendo una sobrecarga de frutos este año, lo que generaría una baja carga al año siguiente.

Ante la gran demanda de mano de obra que plantea el raleo manual, la mecanización de esta labor redundaría en un beneficio para el productor, incluso en etapas tan tempranas como la floración. Esta técnica tan temprana podría implicar un riesgo mayor a las heladas primaverales, si no se cuenta con métodos de control, ya sea pasivos o activos.

El raleo en frutales de carozo

Las ventajas de ralear temprano son grandes y hasta ahora en la provincia se hace principalmente en forma manual. Si nos referimos puntualmente al raleo en durazno, hay que hacer una distinción para el durazno para consumo en fresco y el que se destina a industria. Conforme al consejo de Weibel, en ambos casos cuanto antes se ralea es mejor. Puede incluso empezar, como se dijo, con la floración. La mayoría de los duraznos para consumo en Mendoza se cosechan temprano, en los meses de noviembre, diciembre y enero. En estos casos, especialmente aquellos más tempranos, en los que el fruto tiene menos tiempo para crecer, comparado con la mayoría de las variedades de industria que se cosechan hasta febrero, incluso marzo, el raleo puede demorarse un poco más, explicó el especialista.

En la opinión del ingeniero agrónomo, lo ideal para el durazno para fresco es ralearlo en flor. Encontramos que, como se dijo, en esta época tenemos el riesgo de heladas. Este raleo en flor es, además, engorroso si se hace manual. Por lo tanto, si no se dispone de control activo de heladas (calor, agua) se sugiere esperar al cuaje de frutos y que los mismos tengan un tamaño mínimo.

Siguiendo con las variedades para fresco, que empiezan a madurar en noviembre y diciembre, cuando el fruto tiene poco tiempo para crecer, se recomienda ralear lo antes posible, siendo el límite, el momento de endurecimiento de la punta del carozo. Al menos, deberían transcurrir no menos de 45 días desde el raleo a la cosecha, en las variedades extratempranas. El momento del raleo, en estas variedades, es aún más crítico, con una alta demanda de mano de obra en un corto período.

Pasando al durazno de industria, siempre hablando de raleos manuales, se puede esperar algo más porque en general madura a partir de enero, a excepción de unas pocas variedades que lo hacen hacia fines de diciembre, manifestó el ingeniero agrónomo. En ese caso, se tiene más tiempo, pero el adelantarse aseguraría un mayor tamaño o mayor número de frutos con tamaño para la industria.

En el caso de durazno de industria (enlatado), se requiere de un tamaño mínimo. Existen trabajos que demuestran los beneficios del raleo efectuado 5 semanas después de la floración versus los realizados a partir del inicio de endurecimiento del carozo que, según la variedad, puede producirse a partir de la semana 9 ó 10 después de plena floración. Por otro lado, hay que considerar que existen variedades que luego del cuaje tienden a auto regular la carga, produciendo una caída de frutos. En ese caso, lo aconsejable es esperar esa caída (purga) para luego ralear.

Según su experiencia personal, Antonio Weibel contó que en la provincia se han hecho ensayos de raleo químico en durazneros, con buenos resultados (aceite de soja), pero deben considerarse aspectos metodológicos, relacionados a la maquinaria de aplicación, por lo que la investigación debería enfocarse ahora en ese aspecto.

Por el lado de la ciruela, encontramos la misma distinción que en el durazno: para fresco y para industria. En el segundo de los casos, Mendoza produce casi el 100% de la ciruela para secar de Argentina, si bien la práctica de raleo no es algo frecuente, explicó el especialista.

Agregó que el raleo mecánico se hace en otros países como Chile y Estados Unidos, en donde se mejora el tamaño del fruto y se paga la diferencia. Estados Unidos ralea el 100% de su producción. Mendoza tiene, como principal desventaja, la irregularidad de las cosechas anuales por factores principalmente climáticos (heladas, zonda y granizo).

En años de alta carga, no se ralea, con la consecuente reducción del tamaño de frutos. En este caso, para Weibel sería interesante hacer el raleo para lograr mayor tamaño. "Una empresa californiana que está importando fruta de Mendoza, cada vez otorgan mayor atención al tamaño final del producto.

En las ciruelas para fresco, hay que ralear porque en este caso el tamaño incide en el precio marcadamente. Las características son similares a las del durazno: cuanto antes se haga mejor. Una vez que pase el período de heladas, hay que tratar de ralear lo antes posible. Las variedades de ciruela para fresco, en general, son de floración temprana, siendo unos de los motivos por los cuales el cultivo se ha reducido considerablemente en Mendoza.

En referencia al damasco, en general no se ralea. “Sería interesante hacerlo en los casos de mucha carga y variedades con capacidad de desarrollar frutos grandes”. El damasco, con las actuales variedades y tamaño de plantas, junto a problemas de cosecha (concentrada) y comercialización dada su escasa conservación de los frutos, ha reducido la superficie cultivada a menos de 1.000 hectáreas en la provincia", consideró el experto del INTA.

Para completar los frutos de carozo, en las cerezas se ralea, aunque en ciertos casos. El raleo inicial puede darse con la poda, aunque para variedades de alta carga es necesario el raleo de manual de frutos. Por ser el cerezo de maduración temprana y floración tardía, el período de crecimiento es muy reducido, por lo que el raleo debe hacerse muy temprano. El calibre de la fruta se relaciona a la carga inicial y al vigor del árbol. Este último aspecto está muy vinculado al portainjerto y al manejo del monte. Se aconseja el raleo en variedades como Royal Down, Santina y Lapíns.

Pepita

Qué conviene hacer

El raleo en manzano y peral puede efectuarse en forma química y manual. El primero posee la ventaja de la rapidez de la operación y de alcanzar un mayor tamaño de fruto o mayor número de frutos con buen tamaño a cosecha, al realizarse temprano. Estos tratamientos aconsejan en general hacerse entre 1 y 3 semanas después de la floración, pudiendo emplearse ANA (Ácido 1-naftalenacético), Carbaryl y BA (Benciladenina). Este raleo químico tiende a eliminar los frutos más pequeños. Existen limitaciones como en el caso de Carbaryl por afectar el movimiento de abejas al ser un insecticida. En ciertas variedades de larga floración pueden ser necesarios dos raleos.

El raleo manual en pepita, presenta la ventaja de poder elegir aquellos frutos más grandes, eliminando los pequeños, pero la operación lleva más tiempo con el consiguiente costo de jornales. Sobre este principio se basa la realización del raleo de frutos por tamaño, que consiste en eliminar entre los 30 y 40 días después de la plena floración, los frutos más pequeños, cualquiera sea su posición en las ramas fructíferas, dejando sobre los árboles solamente los frutos que son más grandes en ese momento. Para poder discriminar por tamaño de fruto, es necesaria la confección de tablas de crecimiento de frutos que permitan, conociendo el tamaño del mismo en la primavera, predecir el alcanzado en el momento de la cosecha.

Como lo explicó Weibel, el raleo químico temprano a nivel de flores tiene el doble objetivo de aumentar el tamaño y reducir la cantidad de frutos. Esto último influye en la producción de año siguiente.

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