Desequilibrios que hacen más daño del que se puede ver

El autor de la nota escribe sobre los pagos que se le realizan a los productores frutícolas y vitivinícolas y su impacto.

Imagen ilustrativa. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Imagen ilustrativa. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Esta semana la Unión Frutihortícola Argentina (UFHA) advirtió ante los medios de comunicación sobre una situación que no puede ser pasada por alto. En los mercados de abasto se está pagando la fruta y la verdura a los mismos precios que hace meses. Más allá de las variaciones que suelen producirse por cuestiones de temporada, los productores están recibiendo siempre el mismo dinero.

Esto, cabe destacar, en medio de un escenario económico particularmente inestable, con una inflación que ronda el 3% de promedio mensual.

En consecuencia, los productores ven día a día cómo su capital se va achicando y cómo los insumos que deben adquirir para las próximas cosechas se vuelven cada vez más inalcanzables.

No son pocos los casos que se han dado en los últimos años de cosechas perdidas, o de frutas y verduras que han bajado de calidad entre una temporada y otra porque los productores no pudieron realizar las labores culturales o invertir lo necesario en cuestiones sanitarias. Casi siempre esto se da por lo mismo: los bajos precios pagados al productor.

Según la UFHA, es la propia relación entre la oferta y la demanda la que está limitando los mercados en este caso (hay mucha oferta y se compra poco), pero detrás de eso hay cientos de variables que influyen en el comportamiento de los consumidores. Es que la misma inflación que “se come” las ganancias de los productores, también golpea al poder adquisitivo de la gente, y eso provoca caídas de consumo que terminan impactando en los precios.

En estos casos, con el tiempo, la estabilidad de los valores de mercado conduce a que los productos se vuelvan relativamente “baratos” y eso termina provocando un repunte del consumo. Así, la relación oferta-demanda tiende a equilibrarse (como está ocurriendo ahora). Sin embargo, en el camino los productores la pasan mal y el sector se debilita. Por eso es fundamental que el Gobierno acompañe ese proceso y que los mismos productores se informen sobre las herramientas que están disponibles para financiarse y no quedarse rezagados.

Así como se creó el Banco de Vinos para regular el sobrestock en el sector vitivinícola (la primera intervención está a punto de ser ejecutada), hay mucho que se puede hacer para fortalecer al agro mendocino en su conjunto.

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