Alejandro Vigil: “Tenemos ideas a largo plazo pero hay que sobrevivir el día a día”

El reconocido enólogo y empresario habló sobre cómo fue el año para la vitivinicultura y el sector turístico. Estimó buenas perspectivas para el vino y un difícil panorama para el otro.

Cosecha. "Hay que esperar y ver cómo termina de cuajar y ver los pronósticos de cosecha, que hoy son individuales"
Cosecha. "Hay que esperar y ver cómo termina de cuajar y ver los pronósticos de cosecha, que hoy son individuales"

El nombre de Alejandro Vigil es sinónimo de calidad y excelencia pero, después de 2020, podríamos sumarle un nuevo atributo: reinvención. Ya sea en el mundo del vino o en el negocio gastronómico, los proyectos que llevan su firma no estuvieron ajenos al contexto mundial del coronavirus por lo que el multipremiado enólogo debió enfrentar múltiples desafíos para poder llevar a cabo la cosecha 2020 con éxito y mantener todos sus negocios y las familias que dependen de ellos.

Si hablamos del mundo del vino, el crecimiento en el consumo -tanto interno como externo- es algo que entusiasma al winemaker de Catena Zapata, aunque resaltó que debe estudiarse y trabajar para sostenerlo en el tiempo en una “segunda ola del vino argentino”.

Pero el panorama cambia desde el rubro empresarial. Sin una pronta resolución a la vista, declaró: “Tenemos ideas a largo plazo pero hay que sobrevivir el día a día. Le llamamos una partida de ajedrez con el diablo: estamos viendo cómo llegamos a tablas, retardando el partido lo más que se pueda”. Pese a las adversidades, Vigil logró que sus negocios no sólo mantuvieran a todos sus empleados sino que también logró aumentar la planta en un 20%.

- ¿Cómo ha influido el coronavirus en el mundo vitivinícola?

- La pandemia nos agarró en marzo, con gran parte del Valle de Uco en plena cosecha. Lo más complicado fue la incertidumbre al principio de cómo íbamos a funcionar. De hecho, armamos brigadas donde los técnicos responsables se quedaban en la bodega a ‘vivir’. La noche previa al cierre de todo, estábamos partiendo a las bodegas a quedarnos porque teníamos la uva ya en los tanques. Fueron tres o cuatro horas de incertidumbre hasta que se aprobó el protocolo que nos permitía seguir funcionando.

Fue muy complicado. Lo primero fue reorganizarnos en grupos por si alguien se enfermaba; aislar sus contactos estrechos. Hemos tenido que ser muy estrictos con los protocolos, algo que mantenemos hasta el día de hoy. En el medio tuvimos la suerte de este cambio de hábito de la población de volver a tomar vino en la casa, lo que ayudó a que la actividad se mantuviera funcionando.

- ¿Qué sensaciones genera ese aumento en el consumo de vino?

- Se han dado tres situaciones interesantes en 2020. Lo primero es el crecimiento del mercado interno en todas las gamas de vinos y todos los segmentos. Vamos a ver cuando terminen los dos semestres en cuánto cierra el crecimiento, pero puede ser de dos dígitos.

Las exportaciones se dividen en dos: a granel, que tiene que ver con nuestra coyuntura, nuestro dólar y el precio del vino, y no veo que hoy por hoy repercuta en toda la actividad; y el fraccionado, que es el dato más importante en exportaciones, que ha tenido un pequeño crecimiento. Si uno ve a nivel internacional, Argentina es uno de los pocos países que ha crecido durante la pandemia en sus ventas al exterior. Esto lo veo con gran optimismo sobre todo porque uno intuye que hay una segunda ola del vino argentino muy fuerte.

La gente ha optado por la relación precio/calidad y nuestro país siempre ha tenido una muy buena oferta. Este crecimiento hay que estudiarlo y ver cómo lo extendemos a largo plazo.

- ¿Se viene una cosecha menor en 2021?

- Si bien la parte más productiva que es la zona Este se vio afectada por heladas, hay que tener en cuenta que la variedad que más se está vendiendo es el Malbec, que está básicamente en el Valle Central: Agrelo y Valle de Uco, donde no se ha visto afectado hasta el momento.

Hay que esperar y ver cómo termina de cuajar y ver los pronósticos de cosecha, que hoy son individuales.

- ¿Qué podemos esperar de las añadas 2020 y 2021?

En el caso de 2020 es una gran añada, especialmente en el Valle de Uco y los blancos. Estamos ante una gran cosecha, te diría que casi con la calidad de la 2016, pero opuesta desde lo climático, lo cual nos va a dar vinos completamente distintos.

Para la 2021 hay que esperar un poco más, pero viene muy bien. La zona de Luján de Cuyo y Maipú tiene un cuaje fenomenal. Tenemos que ver cómo sigue en los próximos meses.

- Pasando al mundo de los negocios, ¿cuál es el panorama a futuro?

- Calculo que durante un año más va a seguir siendo muy duro. En Mendoza está sobredimensionada la gastronomía y la hotelería porque el turismo es la segunda actividad económica de la provincia. Sin turistas es muy difícil.

Vamos buscando alternativas de crecimiento. Lo primero que hicimos fue trabajar hacia adentro de nuestra empresa, volviéndonos más eficientes. Tenemos que enfrentar un costo fijo mensual con 50% menos de gente y en algunos momentos con 0 personas en los locales.

La única forma de mantener la estructura es con más bocas de expendio. No necesariamente abriendo negocios sino sumando deliverys y distintas alternativas para seguir funcionando.

Nos queda por delante mucho tiempo y tenemos que aprovechar la situación en la que estamos actualmente, en que la incidencia del virus es baja pero puede pasar lo que sucede en el resto del mundo, con cierre de nuevo o restricciones fuertes.

- En mayo decía a Los Andes que tuvo que endeudarse para mantener los puestos de trabajo, ¿Cuál es la situación hoy?

- Tomamos deuda y seguimos tomando porque en una de las empresas más grande como es “Chachingo” tenemos la mayoría del personal sin el ATP. Pagamos a partir de un préstamo con subsidio, por lo que seguimos en una posición bastante complicada. Estamos buscando la vuelta, insistiendo en otras alternativas, pero es una situación muy delicada.

Las familias gastronómicas se ven muy afectadas porque hay una inflación muy importante y no ha habido aumentos de sueldo. Es muy duro lo que estamos pasando los empresarios, pero especialmente el personal gastronómico.

Vamos solucionando los problemas uno a uno y la realidad es que no hay una fecha de final de todo esto. En mayo o junio me preguntaban por el post pandemia, pero tenemos que pensar cómo vamos a subsistir acá. Y ahora estamos en la misma situación.

- ¿Cómo se ha comportado el turismo interno en este tiempo?

- Hay que mencionar que el mendocino ha apoyado a la gastronomía de una forma importante: salió y consumió en Mendoza. Eso no es un dato menor. Ha sostenido gran parte de lo que nos ha pasado. Recién la provincia se ha abierto hace un mes y antes ha sido el público local el que ha sostenido.

Creo que ha sido una sinergia entre buscar la forma de ser lo más eficiente en las empresas para ser competitivos y el mendocino predispuesto a consumir en la provincia.

En diciembre notamos la llegada del cliente argentino de otras provincias, muy fuerte. En períodos cortos, pero con movimiento. Esto ayuda a los que ya tienen cierto éxito y a los que están un poco en baja.

- ¿Qué perspectivas tienen para 2021?

- Los proyectos que van armándose, que han ido saliendo en 2020 y los que van a seguir saliendo en este año es pensando en cómo ser más eficientes y poder concentrar los esfuerzos día a día. Para las Fiestas estuvimos con una rotisería y estamos pensando en abrirlo al público ya definitivamente. Hace tres meses sacamos la Charcutería que son fiambres de primer nivel, con una buena relación precio/calidad. Actualmente trabaja por delivery y estamos trabajando para abrir al público.

Estamos trabajando con distintos packaging de la cerveza, saliendo de la provincia y con una apuesta muy fuerte en cuanto a la distribución en todo el país.

Vamos desarrollando cada una de nuestras áreas, buscando el crecimiento a una mayor estructura.

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