Una cita con nuestra historia: la Ediunc publica un libro sobre la cultura lavallina

Leticia Katzer, antropóloga e investigadora del Conicet, habla sobre cómo fue la investigación que la llevó a compartir 17 años de su vida con las comunidades del secano y que fue recientemente dada a la imprenta. Más novedades de la editorial.

Leticia Katzer ha formado un sólido vínculo con el secano.
Leticia Katzer ha formado un sólido vínculo con el secano.

Para llegar a la cultura del otro, para poder acceder a esos mundos diferentes, lo fundamental es la sensibilidad”, dice la antropóloga e investigadora Leticia Katzer. “Conectarse sensiblemente con el otro para poder encontrarse mutuamente. El otro va a decir, va a contar, va a mostrar, va a visibilizar, en la medida que te reconozca con afecto, que te respete y que tenga la confianza en vos”, explica.

Katzer es la autora de “Huellas en la arena. Memorias de la cultura lavallina”, uno de los últimos libros publicados por la Ediunc (Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo). En él, la antropóloga recopila su experiencia de 17 años, compartiendo (y muchas veces conviviendo) con las comunidades de ese departamento.

Ella es mendocina y se fue a los 17 años a La Plata a estudiar antropología. Allá estudió el grado y el doctorado respectivo, y hoy es investigadora del Conicet, donde se especializa en el estudio de poblaciones originarias.

“El motivo por el que elegí estudiar antropología fue siempre el interés por estudiar la diversidad cultural, particularmente la de nuestra provincia. Cuando ya estaba por terminar la carrera empecé a interesarme por las poblaciones indígenas locales. Empecé a trabajar con los Qom en La Plata, que migraron de Formosa. Esa fue mi primera experiencia. Hicimos un taller audiovisual, con un pequeño video, con los chicos del barrio Qom, y ese video lo presenté en uno de los viajes que hice para acá, porque empecé a trabajar en Lavalle con la comunidad huarpe en el 2004, cuando era estudiante avanzada, y la presentación de mi trabajo fue con ese video. Recuerdo que lo vimos en Lagunas del Rosario, en la escuela, y ahí empecé a trabajar con la comunidad huarpe”, comenta.

-¿Esa fue tu primera vinculación con el secano lavallino?

-Sí, y la verdad que los primeros años, siendo becaria, me costó muchísimo, porque no contaba con recursos para hacer las tareas de campo. El secano es muy amplio, así que me las arreglaba como podía. A veces iba en el micro y volvía con los areneros, con el camión que transportaba el guano, con los cosechadores... El proceso fue muy largo porque al principio la gente no te conoce. Primero es un mate silencioso, después se empezaba a conversar un poquito más, hasta que empecé a quedarme ahí. Me quedaba en una habitación que siempre me preparaba una familia de Asunción. De a poco fuimos tomando más confianza, hasta el día de hoy, que tengo una amplísima amistad y compromiso social con la comunidad.

-Un trabajo muy extenso temporalmente.

-Por supuesto que ahora la relación con el secano es de amor, de afecto, de compromiso social, pero ha sido un proceso. Y sigue siendo un proceso: hemos pasado por etapas muy duras, difíciles. A veces hay rupturas, a veces hay conflictos. No es una relación armónica y estática, sino que fue pasando por momentos. Como son todas las relaciones en donde se pone mucho afecto, pasión y compromiso.

-¿Y cómo fue tu investigación para “Huellas en la arena”?

-El libro es el resultado de ese largo proceso de 17 años. El espíritu fue documentarlo, pero en un lenguaje accesible a todos. No tiene mucho vocabulario técnico, porque justamente lo que trata es de documentar y visibilizar todas esas huellas, esos rincones, esas personas que forman parte del lugar y aportan a la riqueza cultural y a nuestra historia. Y también es un gran esfuerzo por recuperar la memoria colectiva, porque todos los registros son resultado de conversaciones, de experiencias compartidas y de puntos de vista de los nativos y nativas.

-¿Hubo desafíos metodológicos?

-Los desafíos metodológicos fueron millones. Como decía, la etnografía es un proceso. Uno va pasando por distintos momentos, desde el primero de distanciamiento, de desconfianza, de mutuos prejuicios. La relación con la Academia y con las entidades que pertenecen al Estado históricamente no han sido buenas, en el sentido de la “macrohistoria”, de la colonialidad. Uno viene con esa carga y tiene que empezar una nueva relación con ese espacio y despojar todos los fantasmas. Es lo que yo llamo la “microhistoricidad” de la relación etnográfica, que la construye la propia relación entre el etnógrafo o etnógrafa y la gente. Los desafíos son muchos, en el sentido de cómo uno se relaciona con el otro, con qué estilo se puede llegar mejor al otro, que te reconozca, que valore el trabajo colectivo que le estás proponiendo. A veces también lidiar con puntos de vista distinto, porque hay diversidades internas. Las cuestiones políticas, porque hay vinculaciones con el ámbito político, que opera territorialmente. Además, en un trabajo etnográfico de estas características, esos desafíos se recrudecen, porque hay un fuerte compromiso social que nos involucra con distintos actores, de distintas instituciones. En ese sentido, este es un proceso político, porque tiene todos los desafíos de la propia matriz de las dinámicas políticas.

-¿Cómo fue el proceso de observación?

-Por supuesto que hay observación, pero más que nada mi experiencia ha sido de construcción: compartir con el otro, nunca empecé a entrevistar unidireccionalmente, no han sido entrevistas dirigidas, frías, de observación. Siempre prioricé compartir con el otro. Conectarme sensiblemente con el territorio y la gente, hasta que me hicieran parte de la comunidad. Desde ese compartir es que hemos podido construir este relato etnográfico.

-¿Y la escritura?

-También pasó por distintas etapas. Tengo cuadernos con anotaciones desde el 2004, que además para mí tiene valor afectivo, porque tiene regalos, fotos... Es el resultado de mucho trabajo y mucho esfuerzo, pero sobre todo es la satisfacción de que hemos aprendido cosas conjuntamente y me han hecho parte del lugar. En la escritura se refleja todo eso.

-”La diversidad étnica: marca identitaria del departamento” se titula el primer capítulo. ¿Cómo explicarías esa idea y qué otras conclusiones importantes sacaste de la investigación?

-Si hay algo que resulta emblemático del lugar es justamente esta diversidad étnica, que se manifiesta en la propia identidad huarpe, con toda su matriz cultural actual. Y no solo ellos, sino también poblaciones que pertenecen a etnicidades del norte de argentina y de Bolivia. Hay una riqueza identitaria impresionante en el departamento y una riqueza cultural de la propia vida rural de las fincas, de los pueblos que se construyeron sobre los proyectos que se impulsaron con el ferrocarril. Todo esto está presente en el departamento: están sus huellas, están sus restos, sus casonas, sus prácticas, sus recuerdos, sus relatos. Esa es una de las conclusiones fundamentales. Lavalle ha sido en general muy estereotipado por Mendoza. Lo ven como un lugar lejano, homogéneo, desierto en el sentido de que no hay nada. Y en realidad es todo lo contrario. Es un espacio que tiene mucho para ofrecer, para enseñar. Muchas historias y memorias, contextos y prácticas que vienen de los pueblos originarios, de los inmigrantes (que impulsaron el desarrollo agrícola en el lugar), de lo que conjuntamente fueron construyendo. El libro anterior a “Huellas en la arena” lo titulé “Lavalle diversa”.

-La palabra “huellas” también tiene un peso particular.

-En este caso toma fuerza, porque no es solo una manera de ver la vida, con las marcas que nos fueron dejando nuestros antepasados, que forman parte del presente y nos guían, sino también porque la huella es la manera en que las personas se vinculan en el campo: las distancias son muy grandes y la gente sale tiene esa manera de conectarse con el mundo y con el otro.

Más novedades

“Historia de un proyecto transgeneracional. Las ciencias básicas en la Universidad Nacional de Cuyo”.

Inaugura la nueva Colección Institucional, para dar cuenta de los hechos históricos y académicos de la universidad. Compilado por Manuel Tovar y Ramón Piezzi, cuenta y documenta la historia de un sueño hecho realidad: la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) es la concreción de una propuesta creativa y transgeneracional. El libro está narrado por sus propios protagonistas, quienes vuelcan los hechos que dieron lugar a la etapa fundacional y continuaron luego con la consolidación institucional y académica. Tiene un estilo dialógico, reforzado por testimonios que transmiten los logros y dificultades que hubo que superar. Puede ser adquirido a través de la tienda online de la Librería Universitaria a un precio promocional de $420 (promoción vigente hasta el 17 abril de 2021).

“Los reyes del vino. Los Arizu y el esplendor de la Mendoza vitivinícola”.

Este título es el ganador del Premio EDIUNC de Divulgación Científica Ida y Vuelta 2019. Su autora es la investigadora y docente Ana María Mateu. La historia de los hermanos Arizu constituye uno de los variados casos de éxitos y fracasos económicos a los que dio lugar la inmigración en Argentina y, en particular, en Mendoza. Apoyándose en una investigación de años y en numerosas fuentes, entre ellas el valioso rescate de un importante fondo documental de la empresa, Mateu lleva a conocer los inicios y seguir el crecimiento de uno de los mayores emporios bodegueros que hubo en la provincia y el país. Con curiosos detalles sobre la gestión de la bodega, nos permite descubrir cómo llegaron a convertirse, según la prensa de la época, en “los reyes del vino”. Puede ser adquirido a un precio promocional, con el 30% de descuento.

“Robótica: de la ciencia ficción a la realidad científica”.

Este libro de Esteban Lanutti resultó Primera Mención. Recién editado, hace un repaso histórico de la robótica, entendida como aquella área de la tecnología que se ocupa de hacer más simple nuestra vida. Y en este recorrido enseña, entre otras cosas, cómo se mueven los robots, cómo perciben el mundo que los rodea y cómo “aprenden”. Los robots habitan entre nosotros, crecen, se transforman y se hacen imprescindibles en la vida cotidiana, de la mano de los avances científicos y tecnológicos. Las preguntas que guían este libro giran en torno a ese límite, a veces no tan claro, entre lo natural y lo artificial o, como aclara el subtítulo, entre la ciencia ficción y la realidad científica. También estará disponible con un 30% de descuento.

En todos los casos, luego de la compra, puede acordarse con la Librería Universitaria para pasar a retirar los ejemplares sin cargo, de lunes a viernes de 9 a 13 en sus dos puntos de venta: Sarmiento 607 (Ciudad) o en la Sede CICUNC (Centro universitario). También se puede optar por envío a domicilio, con costo a cargo del comprador.

Sobre el concurso Idea y Vuelta

La Ediunc invita, anualmente, a participar de esta convocatoria para ensayos de divulgación dirigidos al público en general, que tengan como objetivo transferir, extender y popularizar investigaciones de interés social y cultural.

La divulgación científica busca traspasar los límites tradicionales de la literatura académica (exclusiva para especialistas) y llegar a lectores interesados en los respectivos temas. Consideramos que la divulgación no banaliza el conocimiento, sino que requiere experto dominio del tema o del problema que se pretende comunicar, así como de un estilo de escritura dirigido a lectores no especializados.

Los trabajos abarcan pluralidad de temas y diversidad de aproximaciones, especialmente sobre saberes novedosos, propios de la cultura contemporánea, asentados en lo local y con proyección universal.

La convocatoria para la edición 2021 será próximamente comunicada en el sitio web de la editorial: www.ediunc.uncu.edu.ar

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