Pig: por qué el cine necesita a Nicolas Cage más que nunca

En este drama del debutante Michael Sarnoski, el actor interpreta a un recolector de trufas que se queda sin su única compañera, una cerdita. Otro noble trabajo de una estrella incomprendida pese a atravesar hoy su etapa más valerosa.

Pig: por qué el cine necesita a Nicolas Cage más que nunca
Nicolas Cage en "Pig" (2021), de Michael Sarnoski. Otra muestra de su entereza actoral en la última década.

Con el estreno de “Pig” (2021), la mayoría de los titulares sintetizó en plan Oscar bait el “gran regreso” de Nicolas Cage. Como si el actor de 57 años, de apogeo en los 90 y principios de los años 2000, se hubiera esfumado del cine. A su trabajo en películas tan diferentes entre sí como “Joe” (2013), “Mandy” (2018) o “Color Out of Space” (2019) pocas líneas se dedicó, pero sí bastante a su divorcio, a las excentricidades de su vida personal o a los memes resucitados en Twitter por aquel Cage extremo bajo los órdenes de John Woo.

“He tenido suerte. Encontré este grupo de fanáticos que ven el humor en las cosas que hago”, se mofó hace poco el actor sobre la lectura que hacen algunos sobre su carrera.

Tras defenderse de animatrónicos asesinos en la bizarra “Willy’s Wonderland”, este año también lo tenemos a Cage recuperando elogios de otras épocas por “Pig”, un drama del debutante Michael Sarnoski y distribuida por la compañía indie Neon, donde encarna a un ermitaño, de barba espesa y desencantado de la ciudad. Casi como el rumbo artístico que acertó en tomar hace años.

Del protagonista, Robin “Rob” Feld (Cage), poco se sabe. Vive recluido en una destartalada casa en el bosque y su único afecto es una cerdita que lo ayuda a buscar trufas, unos ingredientes cotizados por cierta mafia de restaurantes de alto nivel. Una noche, Rob sufre un violento asalto y pierde a su compañera, por lo que acude a Amir (Alex Wolff), su joven e inexperto comprador de hongos, para que lo lleve a la bulliciosa Portland y recuperar lo robado (“Si querés tu suministro, yo necesito a mi cerda”).

Cage junto a la cerda Brandy -¿nace una estrella?- en "Pig" (2021) -
Cage junto a la cerda Brandy -¿nace una estrella?- en "Pig" (2021) -

Hasta ahí lo planteado por Sarnoski parece casi de manual. Y de haber visto el tráiler, uno podría suponer otro intento de prototipo de la cacería de “John Wick” (2014). El director, en cambio, descarta cualquier tipo de expectativa y nos inserta al raro y turbio submundo de los cocineros ricachones, donde Rob emerge como un maestro digno de respeto, pero con aflicciones irresueltas que a cuentagotas vamos conociendo.

El filme de Sarnoski es un drama sutil y melancólico, donde prevalece el desarrollo de personajes rotos, incompletos y hoscos lejanos de los conceptos tajantes sobre el bien y el mal. La propia fotografía del ignoto Patrick Scola se encarga de expresarlo en las imágenes con claroscuros, una cruda pero cuidada representación de la violencia (poco interés por el impacto, sí por las secuelas) y un tratamiento atípicamente cálido y hogareño de la haute cuisine.

En "Pig" (2021) somos testigos del fracaso, de la desidia y del olvido -
En "Pig" (2021) somos testigos del fracaso, de la desidia y del olvido -

En el conflicto, cada personaje, por más desdeñable que parezca en escena, conoce las intenciones del otro a la perfección. Sin embargo, a ninguno le importa realmente ese otro. Un mantra que en un momento del metraje el propio Cage -devenido en cuasi monje- le escupe en la cara al chef de un lujoso restaurante, en medio de tomas de elevada tensión y una sonrisa terrorífica de quien lo escucha.

“No sé exactamente por qué Rob dejó su estrellato. Nunca se explica por completo, y eso me gusta de la película. Pero en cuanto a mí, no sé si me gustaría volver”, declaró Cage en una entrevista reciente a Variety, donde hizo público su pánico por someterse otra vez a las directivas de Disney, aunque sin renegar de su pasado.

En ese sentido es inevitable asociar el derrotero del recolector de trufas con su encarnación. “Pig” es consciente del arrepentimiento humano, tan escaso por estos tiempos de corrección autoasumida. Somos testigos del fracaso, de la desidia y del olvido, tres tópicos que el cine estadounidense de los grandes estudios evita por miedo a incomodar a los espectadores.

“Pig” cuestiona la mitificación de Hollywood, las falsas vanidades y los ídolos descartables. Entonces, quién mejor que Nicolas Cage para dejarlo en claro, alguien que nunca dejó de ser fiel a sus inquietudes. De seguir su carrera en la última década, cada vez que sale “la nueva de Nicolas Cage” ya se puede asegurar que estamos ante una labor de absoluta autenticidad.

“No sé exactamente por qué Rob dejó su estrellato. Nunca se explica por completo, y eso me gusta de la película", declaró Nicolas Cage, hoy alejado de los grandes estudios.
“No sé exactamente por qué Rob dejó su estrellato. Nunca se explica por completo, y eso me gusta de la película", declaró Nicolas Cage, hoy alejado de los grandes estudios.

No sería extraño imaginar al actor entre los elegidos para la próxima temporada de premios. Después de todo, aquí está barbudo, desaliñado y demacrado, requisitos infalibles para impresionar a los votantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood. Igualmente, a él ni le debe quitar el sueño.

Al alzar su primera estatuilla dorada en 1996 por su papel de alcohólico “Adiós a Las Vegas” (Leaving Las Vegas, 1995), Cage había dicho: “Sé que no está de moda decirlo, pero me encanta actuar y espero que haya más estímulo para las películas alternativas en las que podamos experimentar y avanzar hacia el futuro de la actuación”.

Veinticinco años más tarde, él lo está logrando. Y le agradecemos por lo bien que nos hace disfrutarlo.

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