Lucrecia Martel: “En el cine o en las series debemos hablar de las cosas de una comunidad”

La realizadora salteña, considerada una de las cineastas más influyentes de la historia de la historia del cine según una encuesta del medio especializado Slashfilm, en charla con Télam habló sobre su trabajo y qué significa recibir el Doctorado Honoris Causa de la UBA.

Este lunes, Lucrecia Martel recibirá el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. (Télam/ Cris Sille)
Este lunes, Lucrecia Martel recibirá el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires. (Télam/ Cris Sille)

Lucrecia Martel, directora de películas ineludibles del cine argentino como “La ciénaga”, “La niña santa” y “Zama”, recibirá hoy lunes el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en el marco de la primera edición del Festival Internacional de Cine de la UBA, que se desarrollará del 25 al 30 de julio.

“Hay una necesidad de esa palabra que se usa ahora que es ‘contenido’, algo que excede la capacidad humana de consumo y de reflexión”, dice Martel a Télam en su casa del barrio porteño de Palermo, y apunta que “entonces estamos produciendo imágenes y sonido para un vacío incomprensible”.

La realizadora salteña, considerada una de las cineastas más influyentes de la historia del cine según una encuesta del medio especializado SlashFilm, habló sobre el prestigio, las series, qué significó formar parte del llamado Nuevo Cine Argentino que surgió a fines de los noventa, su falta de prejuicios sobre posibles convocatorias desde Hollywood (siempre que el proyecto le interese, aclara) y el interés de la actriz estadounidense Cate Blanchett por trabajar bajo sus órdenes.

–Estás por ser distinguida con el Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires y en los últimos años recibiste numerosos premios. ¿Cómo te llevás con los reconocimientos?

–Bárbaro (se ríe), significa que alguien ha visto algo valioso en lo que hago, pero también sale lo peor de uno, la parte más vanidosa y estúpida de uno, pero bueno. Por más que sienta que trabajé seriamente en lo que hice, es muy arbitrario cuando suceden las cosas porque hay muchísimas personas que hacen cosas muy valiosas y que nunca tienen conocimiento.

–Esa valoración sobre tu obra llega también de figuras internacionales como Cate Blanchett, que recientemente dijo que querría trabajar con vos.

–Sí y la verdad es que fue muy impresionante porque a los cinco minutos del día que ella dijo eso, tenía desde lugares muy diversos el video con sus declaraciones. Y claro, a quién no le gustaría trabajar con Cate Blanchett, es una mujer extraordinaria.

–Más allá de la coyuntura, te tomás un tiempo para concretar cada proyecto y en algunas entrevistas hablaste de que no es necesario producir tanto. ¿Qué vale la pena filmar?

–Lo dije en el sentido de que creo que hay una necesidad de esa palabra que se usa ahora que es “contenido”, algo que excede la capacidad humana de consumo y de reflexión, entonces estamos produciendo imágenes y sonido para un vacío incomprensible. En este momento siento que sería necesario ir por las cosas que aborden la complejidad de lo que nos rodea y tratar de encontrar caminos en ese maremágnum. Pero la agenda de lo que a una le importa no es fácil frente a los requerimientos industriales del mundo audiovisual. El trabajo está en zonas donde a veces no vale la pena trabajar, pero es trabajo. La narrativa audiovisual está inscripta dentro de lo que se llama la cultura y es lo que hace que podamos intercambiar entre nosotros y entender qué es esto que pasa aquí, a la vuelta de la esquina para definir un rumbo como comunidad. Entender lo valioso de eso es casi una apuesta en común que debe ser de todos, y si eso está filtrado por lo que es interesante para lugares de producción que tienen sus bases muy lejos de nuestra realidad, es probable que no acertemos en producir cosas que nos sirvan en esa conversación.

– En ese modo de producción globalizado entran las series, que se consumen de manera masiva por las plataformas.

– No hay nada de lo que yo pueda decir ‘esto no debería existir’, lo que sí creo es que el modelo de producción que tienen las series genera también un tipo de resultado en donde muchas veces la incidencia de los enormes talentos que trabajan dentro no parece reflejarse en los resultados. Yo no condeno al formato, pero si vos tenés a un tal José, que está a cinco cuadras de tu lugar y es el que lee tu sinopsis y es el que decide, vos te imaginás que comparte tus mismos problemas, las mismas preocupaciones, está metido en la misma sopa que vos. Ahora, si todas las decisiones se toman en otro lugar, es otra cosa, todo es muy desregionalizado.

– ¿Rechazaste un ofrecimiento de Marvel?

– Quiero aclarar que jamás dije “No” a Marvel, tuve una conversación y ellos no me eligieron. Haría cualquier cosa, ya sea con el ejército de los Estados Unidos, con la NASA y no sé, hasta con el ejército de Putin (risas) pero siempre en el caso de que me interesara y después, haría lo posible hasta último minuto y hasta que me echen por ir por lo que me parece.

–¿Podrías contar lo que querés en una serie o solo el cine te interesa como artefacto narrativo?

–Tampoco es que soy la loca del cine, lo que creo es que es necesario que haya formas de manejar el dinero para lograr hacer cosas, lo que sea y con el formato que quieras pero que puedan reflejar las preocupaciones de una comunidad. Este modelo actual no tiene nada de local, entonces es difícil que aparezcan cosas que te sorprendan, es la permanente sustitución de un consumo por otro y por otro. Te deja la cabeza como un ventilador.

–Los modos de producción también determinaron el surgimiento del llamado Nuevo Cine Argentino a fines de los noventa.

–Eso fue un invento de la prensa.

–Puede ser, pero sirvió para hablar de la renovación del cine nacional.

–Sirvió y no. Porque eso no fue el nuevo cine argentino, hay un montón de películas de ese momento que se parecen al viejo cine argentino. Para mí lo del nuevo cine argentino fue una forma de llamarle a lo que estaba pasando, pero no era que nos juntábamos a discutir sobre filosofía, política o narrativa, nos juntábamos a charlar y nada más. Pero más allá de eso, lo que me produce escalofrío es el agujero que hubo en la expresión audiovisual durante la dictadura y lo que costó sobreponerse a eso, y también lo de la discontinuidad, porque el fenómeno no se sostuvo.

–¿Dónde ves la huella de tu cine en otros realizadores?

–No podría distinguir mi huella, no sé quién habla de mi cine.

–Bueno, como ejemplo reciente se puede citar a Carla Simón, directora de “Alcarrás”, que ganó el Goya y dijo que tu obra es una inspiración.

–Sí, a ella la conozco y me dijo que le gustaba lo que yo hacía. Pero también eso surgió en un momento en donde explota en todo el mundo del deseo y la participación de las mujeres y yo caí justo en esa bisagra. Para mí no es tan fácil encontrar en otros mi estilo, no me preocupo tanto por el estilo sino por encontrar un lenguaje que se ajuste a lo que quiero decir.

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