“El sacrificio del ciervo sagrado”: Nicole Kidman y Colin Farrell son los padres que nadie quisiera tener

Este thriller psicológico apunta a la difícil elección del mal menor para salvar a la familia, ante una incomprensible circunstancia sin solución

“El sacrificio del ciervo sagrado”: Nicole Kidman y Colin Farrell son los padres que nadie quisiera tener
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Un intenso drama se cierne sobre una familia perfecta en “El sacrificio del ciervo sagrado” -de 2017, y que se puede ver en Amazon Prime- como si de un castigo bíblico o de una suerte de justicia divina se tratara, cuando un cirujano pierde a uno de sus pacientes en el quirófano. El director griego Yorgos Lanthimos, es el responsable de esta historia nihilista y extraña, en la que de alguna forma nos remonta a “La langosta” (una de sus grandes películas), ya que el planteo inicial, aparentemente anodino y con diálogos inconsistentes, va generando una atmósfera compleja que termina convirtiéndose en una situación tan inverosímil como real.

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Pero también es cierto que a los amantes del cine de streaming mucho más ligero y “digerido” quizá la forma en que la trama se va desarrollando los desaliente luego de los primeros minutos. El consejo es darle tiempo, soltar la rienda y dejar que la historia se desenvuelva. No habrá arrepentimientos al final.

La película obtuvo 15 nominaciones en diferentes festivales, y dos premios: a mejor guión, en el Festival de Cannes, y el Premio a la Crítica José Luis Guarner, en el Sitges Film Festival, de Cataluña.

La historia, que ocurre en los Estados Unidos y que tiene como protagonistas a Colin Farrell y Nicole Kidman, es una propuesta cínica y oscura que encaja perfectamente en el género de suspenso y terror psicológico.

Farrell encarna a Steven Murphy, un cirujano cardiovascular cuya familia está integrada por su mujer Anna, (Kidman), una hija de 14 años y un hijo de 12. El vínculo íntimo del matrimonio tiene ciertas características que agregan distorsión al entorno psíquico de los personajes. Pero además, el médico tiene una extraña relación con un adolescente, interpretado por Barry Keoghan, hijo del paciente que tiempo atrás murió en el quirófano, cuando era intervenido por Murphy.

Por motivos que al principio no conocemos, Martin empieza a ser cada vez más demandante con Steven, invitándolo a visitar a su propia madre y llamándolo por teléfono todo el tiempo hasta que al médico no le queda otra que dejar de contestarle. Un día, el hijo menor de Steven no puede levantarse de la cama porque está paralizado de las piernas. Nada sale en sus estudios pero no puede caminar. Ni comer. Steven, comienza a desesperarse cuando los estudios de su hijo salen normales, y no pueden encontrar el motivo de la afección de su hijo.

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Luego de esto, ahondar más en la trama sería impedir que el espectador se desborde (de espanto o de risa) con el resultado final.

Lo cierto es que el director logra crear climas inquietantes y generar tensión con la puesta en escena, las tomas en gran angular y algunos planos absolutamente verticales.

Sin dudas el gran desacierto de la película es la música. Aunque las melodías son en extremo dramáticas, la introducción sonora en cada escena violenta y por demás sobreactuada, logrando en la mayoría de los casos, desvincular emocionalmente al espectador, justo cuando debería provocar lo contrario.

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