Beti Plana: “El aislamiento potenció la necesidad de comunicación en el arte”

En una fecha excepcional, la Orquesta Filarmónica de Mendoza reúne hoy a la excelsa flautista, nominada al Gardel, a la arpista Graciela Milana y a la directora Lucía Zicos. Habla sobre la perspectiva de género, los desafíos del coronavirus y la importancia del arte en este contexto.

La arpista Graciela Milana a la izquierda y Beatriz Plana a la derecha, en la previa al concierto de hoy.
La arpista Graciela Milana a la izquierda y Beatriz Plana a la derecha, en la previa al concierto de hoy.

“Ya no recuerdo la vida sin la música”, nos dice la flautista mendocina Beatriz Plana. Para todos los que la conocen, Beti. “Empecé a los 10 años y hasta hoy no he parado un solo día de pensar y hacer música, mi vida está atravesada por ella”, reflexiona al pasar, mientras nos cuenta cómo la llena de emoción el concierto de la Orquesta Filarmónica de Mendoza, hoy en el Teatro Independencia, y que compartirá con la arpista Graciela Milana Canet y la directora invitada Lucía Zicos. Es decir, un triunvirato de mujeres: nada común en la música clásica.

Ese es el primer aspecto que surge comentar de este tan aplazado concierto (pues iba a hacerse originalmente en marzo del año pasado), en el que se interpretarán el Concerto para arpa y flauta K 299/266 de Mozart y la Sinfonía N°5 en Si Bemol mayor de Schubert.

“Siento que se potencia una energía creadora y luminosa”, dice sobre este movimiento de visibilización del trabajo de las mujeres en los distintos campos de la música, que en la académica también tiene su relato. Plana, quien es magíster, docente en su especialidad e integrante desde 1992 de la Filarmónica, donde hoy es flauta solista, puede establecer perspectivas.

Lo hace cuando ve a las mujeres jóvenes de la orquesta (¿cómo olvidar cuando, en la repetición de la Vendimia al lado de Los Palmeras, se negaron a interpretar algunas canciones peligrosamente machistas?) y lo hace cuando ve, como ahora, la hermandad de trabajar codo a codo con una colega y una directora mujer: Zicos es una de las más reconocidas del país y ahora vuelve a una provincia que tiene, si de perspectiva de género hablamos, gloriosos recuerdos con Ligia Amadio y a una joven directora, Alicia Pouzo, al frente de una de sus jóvenes orquestas, la Académica.

-¿Pero cómo viviste vos este tema, Beti?

-Mi primera experiencia en la orquesta fue en 1985, hace muchos años. Y en esos comienzos, la verdad era muy duro ser mujer. Primero era muy difícil entrar en una orquesta, como lo sigue siendo hoy, y en esa época siendo mujer también. El patriarcado estaba instaladísimo. Hubo que luchar y pasar por muchas cosas. Sufrir bastante también, porque no es fácil convivir con ese esquema. Por eso, desde el presente miro con orgullo a las nuevas generaciones, llenas de fuerza, claridad, energía, capacidad de rebeldía. Toda esa alquimia que tenemos hoy las mujeres.

-¿Pero cómo es posible darle perspectiva de género a la música clásica?

-Es muchísimo lo que falta por hacer. El repertorio sinfónico, en un 99%, está formado por compositores hombres. Son muy pocas las obras de compositoras mujeres. Pero tiene que ver con algo que va mucho más allá de nuestra orquesta, o nuestra provincia o nuestro país. Es un paradigma: el silenciamiento que ha habido de las mujeres creadoras. ¡Y eso que hay tanto repertorio, y tan bello! En el ámbito de la música académica, tenemos por ejemplo a Nadia Boulanger (compositora y maestra de Piazzolla, Bernstein, Glass, Barenboim y muchos más), pero si nos fuéramos al campo de la música popular tenemos que hablar de Pablo del Cerro, ¡nada menos que la mujer de Atahualpa Yupanqui! Se sabe que muchas de sus letras y canciones son de ella, que firmaba así pero se llamaba Nenette. Imagínense si no estamos lejos. En ese sentido, nos espera una enorme tarea.

-¿Cómo se prepararon para este concierto?

- Por un lado, está la emoción de volver a tocar en público. Eso es algo que ya hemos podido vivir desde la orquesta. Con Graciela hemos trabajado este concierto de Mozart con mucha ilusión. Es una obra emblemática, que en Mendoza quizás hace 30 años que no se toca. Es una joya, una piecita especial, de museo. Un diamante. Mozart compuso este doble concierto cuando tenía 22 años.

-¿Cómo es esa historia?

-Fue un encargo que Mozart recibió en un tiempo que estuvo en París. Un aristócrata, que justamente era flautista, le encargó este concierto porque tenía una hija que era una excelente arpista. Ella estudiaba composición con él. Lo escribió y el hombre nunca le pagó los honorarios, como pasa a veces en el arte. Para el pobre Mozart, que vivía de su música, fue una experiencia difícil y dura. Además, por suerte escribió esta maravilla y la historia se lo agradece, pero verle ese costado humano a la creación musical es esencial.

-¿Con Graciela Milana se conocen hace mucho?

-De la vida entera. Hemos sido colegas en la orquesta y también en la Facultad de Artes y Diseño, donde ella está en la cátedra de arpa y yo en la de flauta. Es un placer tocar juntas. Este concierto es único en el sentido de la formación, y en el concepto de la música también. Cuando los conciertos se hacen para dos instrumentos y orquesta tienen una estructura más de ‘sinfonía concertante’. La idea de tocarlo surgió hace un tiempo atrás. Estaba programado para marzo del 2020 y justo una semana antes se cerró todo. Así que nos quedamos con las ganas de tocarlo y pasamos al aislamiento. Cuando se pudo abrir la posibilidad de volver a lo presencial, en febrero con el ciclo de Piazzolla, más la Cosecha y Música Clásica por los Caminos del Vino, había quedado la deuda de poder concretarlo. Por iniciativa de la comisión artística y del director, César Iván Lara, invitaron a Lucía Zicos. Para nosotras es una alegría enorme poder compartir el escenario con ella. En los ensayos hay una energía lindísima de poder volver tocar en vivo.

-¿Cómo es tu experiencia con los protocolos?

-He estado también como público y me he sentido muy cuidada. Tanto en el ingreso como cuando termina la función. Y también he sentido mucho cuidado desde el escenario, con todo el sistema de protocolos de los músicos. Actualmente pide que no se excedan los 30 músicos en el escenario, y el sábado vamos a ser 26. En ese sentido, uno vuelve con la confianza de sentirnos cuidados.

La experiencia con el aislamiento

“Fue sin duda un aprendizaje no esperado”, reflexiona. “Nadie imaginaba que nos iba a pasar, y además desde lo colectivo, de saber que nos pasa a todas y a todos, de lejos y de cerca. Fue fuerte. Imposible no estremecerse y que no se cambien todas las estructuras de lugar y todas las perspectivas. Confirmar la fragilidad de la vida, la fragilidad de las cosas. Por un lado, sentí ese contacto con la fragilidad”, acota Plana, quien está casada con el compositor y guitarrista Polo Martí.

“Por otro lado, la sensación de que se detuvo el tiempo, y era un tiempo suspendido. Pero creo que, desde el arte, esa suspensión del tiempo nos permitió generar un espacio de producción. Esas cosas que uno siempre tiene pendientes y que dice, ‘espero tener el tiempo de...’, en este tiempo de silencio se dieron lugar. En mi caso, al principio fue un tiempo de mucha reflexión y de replanteos. Los proyectos después fueron surgiendo. Hicimos con Polo varias cosas con el dúo, y yo viví la experiencia de ser invitada a un montón de festivales”.

-Y también proliferó la modalidad del streaming.

-La necesidad de comunicación que hay en el arte con el aislamiento se potenció y se canalizó por distintos lugares. Quizás antes iba a un festival en Costa Rica, Panamá o Chile, y de repente esos festivales empezaron a hacerse y además con el esfuerzo de reinventarse de forma virtual. Durante unos meses me la pasé viajando por Latinoamérica de una manera mágica. Y también fue aprender a usar estas herramientas de las redes y las plataformas para contactarme con gente que no conocía y con estudiantes de flauta que quizás no habría podido conocer si no fuera por estos festivales. Fue el ejercicio de descubrirnos en un escenario virtual, nuevo, que al menos yo no conocía. Fue generar un concierto en mi casa, y de repente mi living se convirtió en un escenario, y hubo que filmarse y crear un espacio de arte, generar una magia en esa comunicación. Para mí fue un aprendizaje enorme, del cual estoy agradecida.

“Me siento una privilegiada de haber podido trabajar y ofrecer la música”, resume Plana, para quien la cuarentena fue también un motor de proyectos. Con Polo Martí empezaron a trabajar en una página web sobre el “Folclore imaginario”, categoría musical que crearon para expresar una música vernácula expandida y enriquecida por otros estilos, y ella empezó a diseñar su próximo disco, en el que interpretará piezas de mujeres compositoras latinoamericanas. Después del espaldarazo artístico que le dio su primer disco, “Sola flauta sola”, que en el 2019 fue nominado a los Premios Gardel, es esperable que del nuevo proyecto tengamos buenas noticias.

La ficha

Orquesta Filarmónica de Mendoza

Dirige: Lucía Zicos.

Solistas: Beatriz Plana (flauta) y Graciela Milana Canet (arpa).

Fecha y hora: Hoy, a las 21.

Lugar: Teatro Independencia (Chile y Espejo, Ciudad)

Entradas disponibles en www.entradaweb.com.ar

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