Una obra emocionante sobre la vejez llega al teatro Independencia: una charla con sus protagonistas

Graciela Lopresti y Daniel Encinas, bajo la dirección de Guillermo Troncoso, interpretan en "Negociemos" a dos adultos mayores. Estrena este sábado en el teatro Independencia.

Este sábado 21 de junio, el Teatro Independencia levantará el telón para el estreno oficial de "Negociemos", una obra profundamente humana escrita por Alicia Muñoz y dirigida por el reconocido actor y director mendocino Guillermo Troncoso. Este nuevo montaje, protagonizado por dos figuras notables del teatro local, como lo son Graciela Lopresti y Daniel Encinas, propone una mirada sensible, luminosa y honesta sobre la vejez, abordada no como ocaso, sino como un tiempo para el encuentro, la emoción y la ternura.

La cita es a las 21, en el Teatro Independencia (Chile y Espejo, Ciudad). Las entradas están disponibles a través de EntradaWeb y en la boletería de la sala, con una entrada general a $10.000 y un precio especial de $7.000 para jubilados.

En esta obra conoceremos a Amalia y Miguel, dos adultos mayores que se cruzan, una tarde cualquiera, en una plaza. Ella busca silencio e introspección; él, pasear a su perro. Lo que comienza como un intercambio trivial, irá develando un vínculo profundo entre dos almas que, aunque opuestas en carácter, comparten una misma condición: la soledad y el deseo de seguir habitando el mundo con plenitud.

La obra, con toques de comedia que surgen de la cotidianeidad y la calidez del lenguaje, no escatima en emoción. Interpela con humor y ternura los mandatos culturales que suelen relegar a los adultos mayores a los márgenes de la vida activa.

"Negociemos" se construye como una celebración de la vitalidad persistente, de los afectos que no envejecen, de los anhelos que se renuevan y del amor como impulso siempre vigente. El texto de Muñoz marca también un hito para Lopresti y Encinas, quienes ya habían compartido escena en otras ocasiones, pero aquí, por primera vez, asumen juntos los roles protagónicos.

De la lectura al teatro Independencia

"Cuando yo me comuniqué con Alicia, ella me manda el texto, me dice 'leelo', y a mí lo que me gusta, por ejemplo, cuando leo un texto, es ver todas las posibilidades que, desde mi forma de trabajar la comicidad y demás, puedo explorar con la puesta en escena. Ver cuánto me va a permitir jugar, tanto en lo interpretativo cómico como en la puesta en escena cómica. Porque, si vos leés la obra, te vas a encontrar con dos personajes que están en un banco de plaza y nada más. No te da ninguna acotación la autora", nos explica Troncoso.

"Entonces, eso a mí me permite, por ejemplo, leer la obra e inmediatamente empezar a crear situaciones físicas, que pueden estar acompañadas o no con el texto, para crear comicidad. Lo que me atrajo, lo primero, fue todas las posibilidades que la obra me daba desde lo interpretativo cómico, como también desde lo físico, porque tiene muchos juegos específicamente físicos de comicidad", explica.

-Y la obra está atravesada por temas muy fuertes.

-El tema —los dos temas— que más me gustan de la obra son la soledad y las oportunidades. Porque, por más que vos seas un adulto mayor, hay mucho que podés hacer por cumplir aquellos sueños, esas cosas que no hiciste nunca y que te hubiera gustado hacer. Amalia, por ejemplo, en un momento habla de que le gusta el teatro, que hace teatro, estudia computación… Y Miguel dice: 'No, ya está, yo ya no puedo ir por esas cosa'. Ese conflicto me parece muy bonito. Yo he estado dando talleres para jubilados un tiempo (ahora ya no), y me llamaba muchísimo la atención el tema de la soledad. Y la obra lo plantea muy bien, muy bien. Porque cada uno habla de sus propias soledades, y de qué se puede hacer con eso, que es el final de la obra. Por eso es muy tierna: ver a dos adultos mayores que se replantean cómo seguir en la adultez, y todas esas cosas que dejaron de lado —por lo familiar, por lo económico— y que ahora pueden retomar.

-Daniel, Graciela, ¿a ustedes cómo los interpeló la obra?

-Lopresti: A mí me gustó el humor con el que la autora trata el concepto de vejez, rompiendo un poco los estereotipos que rodean esta etapa de la vida...

-Encinas: Desde el primer ensayo tuvimos mucho diálogo y reflexión respecto al tema de la obra y lo importante que es, en este tiempo, reivindicar la mirada del adulto mayor. Eso fue lo primero que nos atrajo y, de por sí, lo tomamos como un gran desafío y una gran responsabilidad, sabiendo que estamos comunicándole algo a un público que muchas veces no encuentra una obra que lo represente. Incluso lo tuvimos en cuenta también en el horario: dijimos “esto tenemos que hacerlo temprano”. Lo tuvimos muy en cuenta, ese vínculo con el espectador, de entrada nomás. Y luego, a medida que iba pasando el texto, siempre nos traía muchas reflexiones con respecto a todos los mandatos que hay en torno a la vida, en torno a la vejez. Esto de que: “bueno, ahora toca esto, ahora toca aquello”, y cómo se puede ir más allá. Nos traía analogías con personas que conocemos, ineludiblemente.Así que fue muy interesante todo lo que se dio, además del momento de lectura y ensayo.

-¿Cómo definiría cada uno a su personaje?

-Lopresti: Mi personaje, Amalia, es una sexagenaria para quien, su edad no es impedimento para vivir su vida con sueños, deseos, aprendizajes. Es ágil, optimista, y muy activa.

-Encinas: Miguel es la típica persona que se convenció de todos los mandatos que rondan en la vida social, tanto a nivel trabajo, economía, salud y cultural. Es el típico ser que dice "y... no queda otra" y se encarga de cumplir las frases hechas como, como con la jubilación, viene la depresión... Es melancólico, hipocondríaco... Pero con la esperanza en que todavía le queda una carta por jugar. Incluso expresa que necesita el cariño y el contacto humano que, por la soledad, lo deposita en su perro.

-Troncoso: A mí lo que me atrajo también es que los dos personajes están muy bien delineados, o sea, son dos prototipos muy claros. Miguel, que es el varón que interpreta Daniel Encinas, es un personaje que vive a través de los remedios, y vive por los remedios. Está preocupado todo el tiempo por cómo van a estar sus análisis, qué puede comer, qué no puede comer, lo cual lo lleva a una obsesión. En cambio, Amalia —el personaje que interpreta Graciela Lopresti— es todo lo opuesto. Es una jubilada, también mayor, pero que se vale de todas las terapias alternativas para poder subsistir. Es decir, no toma remedios, sino que encuentra en las terapias alternativas lo que puede ayudarle a envejecer y seguir haciendo cosas que le gustan".

La cocina de la puesta

-Como explicaba Guillermo, la obra toca temas como la soledad. ¿Qué les resonó personalmente de estos temas?

-Lopresti: A mí la mirada social sobre la vejez es lo que más me interesa. Es bastante difícil derribar estos mitos y demostrar que la vida comienza desde otro lugar donde los sueños, los deseos y los afectos siguen intactos.

-Encinas: A mí la obra me llevó a muchos temas en los que vengo reflexionando. En un punto es una invitación a ir más allá del paradigma imperante respecto al envejecimiento, eso de que "a tal edad te tiene que pasar tal cosa". Claro que hay procesos arquetípicos, por los que pasamos todos los seres humanos, pero hay una serie de creencias que nos han reducido las posibilidades y ahí está el desafío: ir más allá de los condicionamientos y manifestar nuestro potencial como seres humanos, nuestro poder creador. Un tema crucial es el del vínculo salud/enfermedad, en un sistema en donde la medicina industrial (la medicina de Rockefeller desde el informe Flexner en adelante) puso el foco en la enfermedad, el miedo y en tapar los síntomas, lo que se convirtió en un gran negocio. Esto ha influido muchísimo en la edad adulta: el típico pastillero con los días (lunes a domingo), ese cóctel de pastillas que te lleva a otra y a otra para tapar lo que te hace la otra pastilla... En fin, lo bueno es que hay salida: volver a estudiar al ser humano desde una mirada más abarcativa , que nos lleve a las causas, a resolver los conflictos biológicos.

-¿Sienten que el teatro sigue siendo un lugar potente para hablar de lo que no se dice sobre el envejecimiento?

-Encinas: Sí, claro que sí y cada vez más. La posibilidad que nos da el teatro de encuentro humano hoy se torna un bien muy preciado. Frente a tanta pantalla, el convivio teatral, en "cuerpo presente", sigue y seguirá siendo único, y creo que nada puede competir con eso. Puede haber momentos de caída, por la seducción de lo digital, pero por el hecho de ser seres sociales se volverá siempre al encuentro, incluso quizás hasta por una excentricidad.

-Lopresti: Por otra parte, el teatro es un lugar muy potente para hablar de todo lo que no se quiere o no se puede o no se permite. El teatro siempre es un espejo y el público va en busca de transgresiones, de aquello que quiere escuchar o decir y no se anima: por eso es tan importante que se sientan identificados con lo que están viendo.

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-En este caso, prepararon la obra bajo la dirección de Troncoso, que es experto en conectar emocionalmente con el espectador. ¿Qué les aportó su mirada al proceso?

-Lopresti: Bueno, Guillermo es un referente muy importante de nuestro medio. Trabajar con él es garantía de llegar a buen puerto. Nos da esa confianza y seguridad del que sabe.

-Encinas: Sí, trabajar con Guillermo es una garantía. En mi caso, hacía mucho que no trabajaba con él y más allá de su oficio en la actuación y dirección, fue un proceso maravilloso en calidad humana. Honestamente, me sentía inseguro por la cantidad de texto, y Guillermo me decía: "Tranquilo, estamos en la cocina". La sutileza de sus aportes en la dirección me dejaron asombrado. Proceso que continúa con los ensayos. También fue bien recibida mi propuesta de invitar a Daniela Otaegui en la asistencia de dirección. Daniela viene de Chile y se está acercando cada vez más al circuito mendocino. Hemos formado un hermoso equipo.

-Y vos, Guillermo, ¿cómo fue la relación con los actores?

-Troncoso: Te puedo decir, por ejemplo, que cuando pensé en llevar a cabo esta obra, inmediatamente pensé en Gracielita y en Daniel. Y creo que no me equivoqué: hacen una dupla hermosísima arriba del escenario y se divierten muchísimo. Además, son dos actores profesionales de muchísimos años, con mucha trayectoria y mucho oficio. Eso es hermoso de ver arriba del escenario, porque saben resolver. Para mí fue muy hermoso poder trabajar y dirigirlos. Cuando te encontrás con actores con oficio, pueden resolver rápido eso que estás pidiendo, y estos dos actores son formidables.

-Además, contaste con asistencia.

-Troncoso: Sí, debo reconocer que trabajé con una asistente de dirección, Daniela Otaegui. Siempre me gusta trabajar con asistentes, y mientras voy viendo, me gusta ir charlando con el asistente y comentando lo que me gustaría ver o lo que podría suceder en escena. Ese intercambio de ideas me gusta mucho. Fue muy placentero y muy rico poder trabajar con Daniela Otaegui, que también es una actriz chilena con muchísima trayectoria, a quien descubrí ahora en este tiempo de "Negociemos". Lo más hermoso es —como te decía antes— que cuando trabajás con actores de oficio, esas cosas poquitas que vos le pedís al actor en un momento, el actor o la actriz te las devuelve multiplicadas. Entonces se convierte en algo súper placentero, una comunicación directa. A mí me pasa porque ya los conozco: con Graciela he trabajado hace muchos años, la he dirigido, hemos dirigido juntos; con Daniel, fue alumno mío también. Entonces, sé la mirada que tienen sobre la comicidad, y eso hizo que este espectáculo también creciera un montón gracias al arte escénico de cada uno de ellos.

El teatro y la vejez

-¿Creen que hay un cambio generacional en la forma de representar a los adultos mayores en las artes escénicas?

-Lopresti: Yo creo que la mirada sobre el tema del adulto mayor está cambiando, pero aún le falta bastante. Los adultos de hoy no son los mismos de la época de mis padres, por ejemplo. Pero el concepto que se tiene de la vejez creo que sí sigue siendo el mismo. Hay que actualizarnos, y "Negociemos" lo intenta.

-Encinas: Bueno,yo no sabría dar una respuesta general, me faltaría ver obras, y estar más en el contexto, pero lo que sí puedo decir es que "Negociemos" trae esa mirada actual que decía Graciela.

-Troncoso: Pienso que sí, que el teatro es fantástico, porque uno, a través del teatro —y eso es lo que lo ha venido sosteniendo—, puede hablar de todos los temas que te imagines. A mí me fascina, por ejemplo, Shakespeare. Shakespeare fue un tipo que escribió sobre todo lo concerniente al ser humano, en todas las etapas de la vida y de las edades. Por ejemplo, tenés "Romeo y Julieta", el amor adolescente; "Macbeth", el tema del poder; y "El rey Lear", justamente, la historia de un rey que se jubila, ¿no? Y lo que pasa después… En este texto vas a encontrar muchas analogías con lo que les pasa a los viejos de esta época: “listo, ya está”, “me voy a vivir un tiempo con mi hija”, “después otro tiempo con mi hijo”, hasta terminar en un geriátrico. Bueno, "El rey Lear" toca esos temas. Es increíble, pero los toca. Entonces, yo creo que el teatro sigue siendo ese refugio donde las personas pueden venir, pensarse, repensar la vida… Y más cuando te encontrás con una obra como "Negociemos", que lo hace a través del humor. Entonces, descomprime todo lo triste que puede tener la vejez, a través de la comicidad.

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- ¿Y qué cambio ha habido?

-Troncoso: Yo creo que, en la forma de representar a los adultos mayores, sí puede haber un cambio. Porque ahora hasta incluso se puede hablar del amor en la tercera edad, cosa que antes no sé si se podía tocar ese tema. Pero sí: uno empieza a encontrar obras de teatro que abordan ese tema, y llegan bien. Para eso también necesitás actores —o grandes, o no tan grandes— que puedan resolver esto de lo que te hablo. Por ejemplo, que Daniel Encinas, que no tiene 60 y pico de años, represente a alguien de esa edad. Para eso, el actor tiene que ser muy bueno. Y desde la platea, vos le creés que ese señor tiene más de 60 años, aunque no los tenga. Creo que tiene que ver con la formación, y lógicamente… uno hace muchos años pensaba en el viejito de bastón, que iba caminando y decía “mijito”. Yo creo que sí: ha evolucionado tanto, y ahora, con los adultos mayores, uno puede hablar de otros temas que antes no se hablaban. Así que sí, hay un cambio.

-Cambiando de tema, ¿qué respuesta esperan del público mendocino frente a una historia que habla tan directamente de ellos, o de sus padres y abuelos?

-Troncoso: La respuesta que yo espero del público… en realidad, sé lo que va a suceder, y eso a veces es lo que me da cierta seguridad cuando dirijo. Porque cuando dirijo me pongo en el lugar del espectador y pienso: “me gustaría ver esto, o lo otro”. Y ahí voy marcando. Ya tuvimos una experiencia, por ejemplo, cuando los chicos estuvieron en un festival en Santa Fe. Fueron invitados, la obra se hizo allá, en el Festival de Teatro Independiente de Murphy, que este año cumplió 30 años. Es muy loco porque el público —eran entre 150 y 200 espectadores— era terriblemente mixto. Como el festival tiene mucha convocatoria, y vos ponés “apto para todo público”, te van chicos (no chiquitos, sino adolescentes), adultos y adultos mayores. Bueno, la respuesta fue bárbara. Porque, en los adultos mayores, la obra resuena muy bien, es muy creíble todo lo que va sucediendo. Pero lo que realmente me sorprendió fue la respuesta de la gente joven. Y de las devoluciones que recibieron de los jóvenes, porque esos chicos ven reflejados en los personajes a sus abuelos. Entonces, la empatía es tan grande que no podés dejar de creerles y divertirte con lo que está sucediendo. Porque te es familiar. Yo lo que espero es que el público se divierta, ría, se emocione también, y que en una hora y diez, que dura más o menos el espectáculo, se vayan cambiados y modificados para bien después de ver la obra.

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