13 de septiembre de 2025 - 12:20

Skay Beilinson: la guitarra errante que marcó el pulso del rock argentino vuelve a Mendoza

El mítico guitarrista Skay Beilinson, cofundador de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota llega a Mendoza para repasar su trayectoria

Skay y los Fakires vuelve a Mendoza, para una presentación única hoy a las 21 en el Auditorio Ángel Bustelo, con entradas a la venta en Tuentrada.com y en la boletería del auditorio. Su regreso no es un concierto más: es la oportunidad de escuchar en vivo a un artista que, a los 73 años, sigue tocando con la energía de un adolescente, pero con la experiencia de quien atravesó cinco décadas de rock argentino.

Eduardo Federico “Skay” Beilinson nació en La Plata en 1952. Desde chico, se sintió atraído por la música, primero escuchando a guitarristas de blues y rock anglosajón, y luego probando con sus propias cuerdas. Su adolescencia transcurrió en la efervescencia cultural de los años sesenta y setenta, marcada por la psicodelia, el hippismo y la experimentación artística.

En esos años formó parte de La Cofradía de la Flor Solar, un colectivo contracultural platense que funcionaba como comunidad y banda a la vez. Allí, Skay se forjó como guitarrista y compositor, en un contexto en el que la música estaba unida a la vida comunitaria, la pintura, la poesía y la búsqueda espiritual. “La Cofradía fue nuestra universidad. No solo aprendimos música, también a vivir de otra manera”, recordaría años más tarde.

Skay y los fakires / Gentileza
Skay y los fakires / Gentileza
Skay y los fakires / Gentileza

El nacimiento del mito ricotero

A fines de los ‘70, junto al Indio Solari y la Negra Poli, Skay dio forma a un proyecto que pronto se transformaría en un fenómeno social y cultural: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Con base en La Plata, el grupo comenzó a girar por el circuito under de Buenos Aires, con recitales donde el rock se mezclaba con teatro, artes visuales y una estética irreverente.

En 1985 apareció su primer álbum, “Gulp!”, con canciones que ya mostraban la dupla creativa de Solari y Beilinson. La guitarra de Skay se convirtió en marca registrada: riffs filosos, oscuros, a veces minimalistas, siempre cargados de tensión. En temas como La bestia pop o Superlógico se puede escuchar ese pulso.

El éxito creció con discos como “Oktubre” (1986) y “Un baión para el ojo idiota” (1987), que consolidaron a los Redondos como una de las bandas más influyentes del país. En los noventa, con álbumes como “¡Bang! ¡Bang!... Estás liquidado” (1989), “La mosca y la sopa” (1991) y “Lobo Suelto, Cordero atado” (1993), la banda alcanzó dimensiones masivas. Los recitales en estadios eran verdaderas ceremonias populares donde miles de jóvenes encontraban identidad y pertenencia.

Skay, sin embargo, siempre se mantuvo en un rol discreto, detrás de la guitarra. “Soy extremadamente tímido, así que aprovecho cuando estoy arriba del escenario para sacar afuera un montón de cosas”, confesó en una entrevista.

El capítulo ricotero se cerró en 2001, tras el último show en Córdoba. Para muchos, fue el final de una era. Para Skay, el inicio de una nueva.

¿Hay esperanzas? Skay le dedicó un tema a su “querido amigo” el Indio Solari en San Rafael
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¿Hay esperanzas? Skay le dedicó un tema a su “querido amigo” el Indio Solari en San Rafael

Skay y el Indio, una amistad fría y a la distancia

La historia de Skay Beilinson y el Indio Solari es, en gran parte, la historia misma del rock argentino. Durante más de veinte años, fueron el corazón creativo de Los Redondos, hasta el 2001, cuando la separación dejó tanto música como heridas. Desde entonces, la relación entre ambos nunca volvió a ser la misma.

En distintas entrevistas, Skay dejó en claro que el vínculo con Solari no se parecía al de una amistad cotidiana. “Con el Indio no tenemos esa relación de amigos que se hablan todo el tiempo por teléfono a ver cómo están sus hijos. Es una relación profunda, pero por ahí en un año no hablamos”, dijo alguna vez.

El Indio, en cambio, fue más tajante en varias declaraciones. En un documental, descartó de plano cualquier regreso con Skay: “No hay manera, no. A mí me podés cagar con guita, pero no me podés traicionar. Son dos cosas diferentes.” Para él, la palabra “traición” marcó una herida personal que no se cerró con la disolución del grupo.

Con los años, las frases cruzadas se acumularon. En 2015, cuando Solari reveló que atravesaba una enfermedad, Skay lanzó una declaración que generó polémica: “El Indio es un gran fabulador. No sé si lo que dijo sea falso o verdadero, pero de todas maneras, ojalá sea algo pasajero y nada grave de ser cierto.”

Tampoco faltaron las desmentidas. Cuando circularon versiones de que el conflicto entre ambos giraba en torno al material audiovisual de Los Redondos, Beilinson fue categórico: “Esa historia es absolutamente falsa y no es así. Fue un argumento mediático que el amigo largó para sacarse de encima el bardo. Lo demás es pura pavada.”

Sin embargo, el rock nunca se alimenta solo de rencores. Hubo gestos que sorprendieron al público ricotero. En marzo de 2023, en un show en Quilmes, Skay detuvo la música para dedicar un saludo inesperado: “Un saludo a mi querido amigo Indio”, dijo mientras arrancaba los acordes de Todo un palo. El estadio estalló, interpretando esa frase como un puente tendido después de años de distancia.

Aun así, Solari nunca dejó de marcar distancia y dejó claro que el ciclo Redondo está cerrado para siempre, al menos desde su lugar.

Skay: el capitán y la guitarra vagabunda
Skay: el capitán y la guitarra vagabunda
Skay: el capitán y la guitarra vagabunda

La aventura solista: Skay y Los Fakires

El estilo de Skay como guitarrista ha sido siempre distintivo. No se trata de virtuosismo exhibicionista, sino de una forma de narrar con la guitarra. Su forma de tocar es recordada por generaciones enteras y le dio identidad a décadas de rock nacional.

“Soy un esquizofrénico perfecto: arriba del escenario saco lo que no puedo mostrar en la vida cotidiana”, reconoció. Esa tensión entre timidez y catarsis atraviesa su obra, haciendo que cada acorde tenga una carga emocional particular.

El debut solista de Skay llegó en 2002 con “A través del Mar de los Sargazos”, un álbum producido por la Negra Poli y acompañado por Daniel Colombres en batería y Claudio Cuartero en bajo. Muchas de sus canciones habían quedado fuera del repertorio de los Redondos, y encontraron allí un nuevo cauce. Con portada diseñada por Rocambole, el disco marcó el inicio de una prolífica etapa artística; temas como Oda a la sin nombre se convirtieron en clásicos infaltables en sus recitales y en cimientos de una obra personal que no ha dejado de crecer.

Junto a Colombres, Cuartero, Oscar Reyna (guitarra) y Javier Lecumberry (teclados), Skay avanzó en 2004 con “Talismán”, un trabajo de once canciones de su autoría, más Boggart Blues, compuesto junto a Claudio Kleiman. Tres años después editó “La marca de Caín” (2007), su tercer álbum, que significó también un cambio de formación: la banda pasó a llamarse Skay y los Seguidores de la Diosa Kali. Allí, Mauricio “Topo” Espíndola reemplazó a Colombres en la batería.

Skay encendió la noche con su "Luna hueca"
Skay encendió la noche con su "Luna hueca"
Skay encendió la noche con su "Luna hueca"

En 2010 publicó “¿Dónde vas?”, con once nuevas composiciones. Poco después, en 2012, el grupo adoptó el nombre definitivo de Skay y Los Fakires, integrado por Reyna, Cuartero, Lecumberry y Espíndola. Con esa formación grabaron en 2013 el quinto trabajo, “La luna hueca”, al que siguió en 2016 “El engranaje de cristal”, sexto álbum de estudio.

Ya en 2019, en plena antesala de la pandemia, apareció “En el corazón del laberinto”, séptima producción solista, con canciones que confirmaban su búsqueda poética y musical. Durante el período de aislamiento, Skay no se detuvo: lanzó una serie de singles que mantuvieron viva la conexión con su público. Primero fue Corre, corre, corre (diciembre de 2020), luego Carrousel (abril de 2021), seguido por Olas, El candor de las bestias y Otras puertas, otros mundos.

El 15 de enero de 2022, coincidiendo con su cumpleaños número 70, publicó el tema “La trama invisible”, y en 2023 editó “Espejismos”, su octavo álbum de estudio, compuesto por diez canciones que había ido estrenando entre 2020 y 2022.

Más de dos décadas después de aquel primer paso solista, Skay sigue expandiendo su universo musical. En 2024 sorprendió con el lanzamiento del single “Las catacumbas del cielo”, una nueva muestra de que su guitarra y su voz continúan explorando caminos, lejos de repetirse y siempre fieles a esa búsqueda inagotable que lo define.

Entre la memoria y el presente

Aunque su repertorio actual se centra en sus discos solistas, Skay suele incluir en sus conciertos algunos clásicos de Los Redondos. Temas como Ji ji ji, Criminal mambo o El pibe de los astilleros funcionan como puentes entre el pasado y el presente.

Skay, sobre el regreso de los Redondos: "Juntarnos sería como hacer una parodia de lo que fuimos"
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“El público quiere escuchar esas canciones y yo no voy a negarles esa alegría”, admitió alguna vez. Sin embargo, siempre deja en claro que su presente artístico pasa por su trabajo actual: “Los Redondos ya fue. Ahora estoy en otra búsqueda”, aclara cada vez que le preguntan.

Su influencia se percibe en generaciones de guitarristas y bandas que lo reconocen como referente. Y su obra solista confirma que no se trata solo de un mito del pasado, sino de un músico en permanente movimiento.

En palabras del propio Skay: “Si vas a estar condicionado por lo que piensa la gente, no podés hablar de nada. No es mi estilo.” Esa es quizás la clave de su trayectoria: la fidelidad a una voz interior que lo llevó desde la bohemia platense hasta los grandes estadios, y de ahí a una madurez artística que todavía tiene mucho para dar.

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