Un creador sin fronteras
Su versatilidad lo llevó a incursionar en terrenos muy distintos. Produjo discos, escribió poesía, compuso bandas sonoras y musicalizó textos literarios, entre ellos los poemas de Jorge Luis Borges en el recordado álbum Caja de Música (2000). También rindió tributo a Luis Alberto Spinetta con el monumental concierto Puentes Amarillos (2012), que reunió a miles de personas en Plaza Italia, en Buenos Aires.
Si algo distingue la carrera de Aznar es la capacidad de moverse entre escenarios muy diversos. Ha compartido escenario con Mercedes Sosa, Fito Páez, León Gieco, Caetano Veloso, Milton Nascimento y Pablo Milanés, por nombrar apenas algunos. Sus interpretaciones de canciones de Violeta Parra, Atahualpa Yupanqui o Radiohead muestran una amplitud que lo coloca en un lugar singular dentro de la música de habla hispana.
Pedro Aznar en uno de los streamings que dio el último año. (Captura video)
Pedro Aznar en uno de los streamings que dio el último año. (Captura video)
“Pedro es un artista que siempre nos sorprende, porque nunca se queda quieto. Tiene una sensibilidad muy particular para interpretar y para reinventar las canciones”, dijo Mercedes Sosa en una entrevista de archivo con Clarín, recordando la colaboración que los unió en los años noventa. Ese reconocimiento de figuras consagradas subraya la magnitud de su aporte.
En años más recientes, Aznar volvió sobre las raíces latinoamericanas en Flor y raíz (2021), donde interpretó clásicos del continente junto a invitados como Soledad Pastorutti. El disco fue nominado al Latin Grammy como mejor álbum folclórico, confirmando que su obra no se limita a un género, sino que se expande con cada proyecto.
Un concierto con textura autobiográfica
La propuesta de Pedro Aznar 5.0 – Volumen 2 no se queda en la mera celebración de aniversarios. Es un concierto que funciona como bitácora personal, donde cada canción se enlaza con un recuerdo y un contexto histórico. Desde himnos como Hablando a tu corazón y Ya no hay forma de pedir perdón, hasta gemas como Zamba para olvidar o A primera vista, la lista revela un mapa de influencias y encuentros.
“Las canciones son estaciones de un viaje. Algunas hablan del mundo, otras de lo íntimo, pero todas son parte de un mismo camino”, dijo el músico en una entrevista con Infobae. Esa manera de concebir su obra explica por qué su repertorio ha acompañado a varias generaciones: porque Aznar canta desde lo individual pero con resonancia colectiva.
Pedro Aznar emocionó con clásicos como "Barro tal vez" y "Como la cigarra".
Pedro Aznar emocionó con clásicos como "Barro tal vez" y "Como la cigarra".
Música que trasciende la imagen
La carrera de Pedro Aznar como compositor de bandas sonoras para el cine argentino revela una faceta tan delicada como poderosa de su obra. Su música no se limita a acompañar escenas: se convierte en un personaje más, capaz de sostener atmósferas, evocar emociones y sugerir caminos sin necesidad de subrayar la acción.
Su vínculo con el séptimo arte comenzó a consolidarse con Hombre mirando al sudeste (1987), de Eliseo Subiela. Allí, la densidad poética y filosófica del film encontró un eco preciso en sus composiciones, que lograron tender un puente entre lo tangible y lo simbólico. Desde entonces, su filmografía incluye títulos tan diversos como Últimas imágenes del naufragio (1990), El camino de los sueños (1993), No te mueras sin decirme adónde vas (1995), El mundo contra mí (1996), Cómplices (1998), Indocumentados (2004) y Un Buda (2005), entre otros. Por este recorrido, fue distinguido con varios Premios Cóndor de Plata, un reconocimiento a la consistencia de su aporte.
En 2001 reunió parte de ese universo en el disco Huellas en la luz: Música de películas. Allí se entrelazan piezas íntimas como Luz de la Santa o Naufragio, con otras de un vuelo casi pictórico, como La amante de Renoir o Ritual de fuego. El álbum no funciona como un catálogo sino como un testimonio sonoro de su autoría, capaz de moverse entre el existencialismo fantástico de Subiela y el realismo áspero de las historias contemporáneas.
Su sensibilidad también lo llevó al terreno internacional. Participó en la banda sonora de la película El amor en tiempos de cólera, basada en la novela de Gabriel García Márquez, donde colaboró con Shakira como co-productor e intérprete. Una experiencia que reafirma su capacidad de adaptarse a distintos lenguajes sin perder identidad artística.
En entrevistas, Aznar suele señalar que su método es “escuchar la película con tanta atención como el público”. La música, dice, nace del eco emocional de las imágenes más que de un libreto formal. Esa intuición, aplicada al cine, define una faceta menos visible pero esencial de su carrera: la de un artista que transforma cada encargo en un espacio de diálogo entre sonido y emoción.
Video: Pedro Aznar brilló en Facebook y fue visto en vivo por más de 70 mil personas
Video: Pedro Aznar brilló en Facebook y fue visto en vivo por más de 70 mil personas
Músico, poeta y sommelier en Mendoza
Pedro Aznar se ha convertido en una referencia ineludible no solo por lo que hizo, sino por lo que sigue haciendo. Cada uno de sus proyectos revela un compromiso con la búsqueda artística y con la memoria cultural de la región. En sus propias palabras: “La música es mi manera de estar en el mundo. Es el lenguaje que me permite nombrar lo que de otro modo quedaría en silencio”, dijo a La Nación en 2024.
Ese lenguaje, que se nutre de jazz, rock, folklore, poesía y experimentación, es también parte de la identidad argentina. Medio siglo después de sus primeros pasos, Aznar no necesita reafirmar nada: su obra habla por él.
Pero no es lo único. En paralelo a su faceta poética que plasmó en libros como Pruebas de fuego (1992) y Dos pasajes a la noche (2009), desarrolló un costado menos conocido, se convirtió en sommelier y cofundador de una bodega mendocina.
Pedro Aznar “Mendoza es única en el mundo”
Pedro Aznar “Mendoza es única en el mundo”
En 2014, Pedro Aznar y el reconocido enólogo Marcelo Pelleriti dieron vida a Abremundos, una bodega que une la creatividad musical con la sensibilidad enológica. La idea nació tras un encuentro en Mendoza, donde comenzaron a experimentar con jugos de uva hasta dar con su primera barrica, llamada Página 1, de apenas 300 botellas.
Desde entonces, el proyecto se consolidó con una filosofía clara: dejarse llevar por la intuición. “Prefiero hacer los blends a ciegas, sin mirar los terroirs… es el resultado de lo que verdaderamente me gusta”, explicó Aznar al portal Vinomanos.
La línea de Abremundos incluye etiquetas con nombre de partitura: Octava Bassa, un Malbec jugoso y herbal; Octava Alta, un blend elegante de Malbec y Cabernet Franc; y Octava Superior, ícono de la bodega, con Cabernet Franc, Malbec y Syrah, de gran complejidad y longevidad. Cada uno busca emocionar más allá del paladar.
El proyecto también planea expandirse con una sede en Valle de Uco que incluirá una sala de conciertos, y sumar nuevas cepas mediterráneas y un blend blanco. Para Aznar, la idea es simple: “Elaborar vinos y crear música tienen muchos puntos en común. Interpretar el terruño exige tanta creatividad como componer una canción”.