En este concierto se combinan la sensibilidad del violín y violoncello, con la potencia de los vientos de metal: trombón, trompeta y saxo, sumándose a la banda de rock, con bajo eléctrico, guitarra, piano y batería. El resultado es una versátil paleta sonora que irá utilizándose para abordar el repertorio.
En una charla previa de José Matteucci con Los Andes, habla del proceso creativo sobre temas conocidos, la alegría de compartir música al aire libre entre viñedos y la libertad que siente la banda de poder reinterpretar glorias del rock nacional.
-En Mendoza tocaron por primera vez en 2016, desde entonces ¿Cuántas veces han vuelto?
Sí, en Mendoza tocamos por primera vez en el año 2016 y desde ese día vinimos una o dos veces por año. Hemos tocado en el Teatro Independencia, el Teatro Plaza de Godoy Cruz y en otras salas como el Teatro Selectro. Hace tres años que hacemos esta especie de gira de verano, con la particularidad de que armamos espectáculos al aire libre, en bodegas, con la cordillera como marco.
-Tierras Altas tiene un paisaje hermoso para eso
Sí, exacto, nos encantó. Fuimos a conocer la bodega una vez, tuvimos un concierto sinfónico y al otro día, como el avión salía tarde, fuimos con todo el equipo a almorzar. Ahí pegamos una buena relación con uno de los enólogos y empezamos a conversar sobre la posibilidad de tocar algún día. Cuando lo concretamos, nos encantó, porque es una situación diferente. Estamos más acostumbrados a tocar en teatros, pero adoptamos esta experiencia y este año vamos a estrenar un espectáculo que preparamos todo el año pasado pensando en este tipo de escenarios.
-Es diferente tocar en espacios cerrados con una pequeña orquesta atrás, a hacerlo en un ambiente abierto. Técnicamente, ¿qué cambios implica?
La situación incide en cómo se recibe la música y en la manera en que reaccionamos e interpretamos. En este tipo de espectáculos al aire libre, se genera una situación relajada, de encuentro, muy participativa. La gente está con una copa de vino en la mano, el marco te da esa sensación de amplitud… A mí siempre me impacta la inmensidad de la cordillera cuando estoy ahí. Tocar al aire libre es un poco eso: imaginar que el sonido recorre esa distancia enorme.
-En cuanto a la selección de temas, ¿cómo deciden qué canciones incorporar al repertorio?
-Es un proceso largo. Desde mediados del año pasado empezamos a imaginar la lista que vamos a presentar este fin de semana. Hay varios niveles de decisión: primero, vemos qué canciones funcionan bien con ciertos arreglos e instrumentos. En este caso, estamos tocando con violín, violonchelo, saxo, trompeta y trombón, entonces buscamos canciones que se presten a esa sonoridad.
También consideramos las temáticas de las canciones, las épocas y cómo podemos abordarlas. Para este espectáculo, nos propusimos incluir momentos acústicos y eléctricos, y vamos probando qué canciones se adaptan mejor a cada uno. El resultado es una lista pensada como un espectáculo con distintos climas, momentos de contemplación, de baile, de canto. Nos gusta pensar que un concierto es un ritual milenario, una forma de conexión humana que sigue vigente a pesar de los sintetizadores y las luces láser.
-Ustedes no son una banda de covers tradicional, ¿Cómo reinterpretan las canciones respetando su espíritu?
Somos cuatro intérpretes que ponemos nuestro conocimiento y trabajo al servicio de las canciones que elegimos. En realidad, es la manera en que la música ha funcionado durante milenios. La idea de que el compositor sea también el intérprete es algo más excepcional en la historia de la música. En ciertos géneros, como el rock y el pop, se hizo más común desde los Beatles hasta acá, pero en perspectiva, es algo reciente.
Nosotros producimos nuestras versiones con mucho respeto y amor. La razón por la que nos dedicamos a la música tiene que ver con el impacto que nos produce la belleza de las canciones que elegimos. Nuestros recitales son momentos de encuentro con composiciones muy queridas por el público. La magia de la música en vivo es que una misma canción puede decirnos algo nuevo cada vez que la interpretamos.
-Ustedes no se limitan a tocarlas igual que el original, sino que le dan una impronta propia.
Exacto, siempre pensamos las canciones como trampolines: uno se sube y después te llevan a lugares muy diferentes. En Música para Volar, el proyecto implica compartir con colegas en cada lugar. Eso abre el juego para que la sensibilidad de los músicos invitados aporte distintas lecturas.
-Para este show, ¿cómo es la formación?
En este espectáculo estamos los cuatro integrantes de Música para Volar, más un quinteto de cuerdas y vientos. Es un ensamble bastante grande, vamos a ser nueve personas en escena. Eso nos da muchas posibilidades sonoras y musicales, que tratamos de explorar en toda su variedad. Para este espectáculo, nos propusimos abordar las canciones de distintas maneras: vestirlas y desvestirlas, por así decirlo. Tomamos composiciones de tres grandes de nuestra música: Gustavo Cerati, Charly García y Fito Páez.
-¿Los músicos de cámara que los acompañan en este show son de Mendoza?
Desde 2016 empezamos a tocar con músicos mendocinos que son colegas de las dos orquestas sinfónicas de la provincia: la Filarmónica y la de la Universidad. Hemos trabajado con muchos de ellos, algunos que ya son parte estable y otros que van rotando. En este caso, vamos a tener un quinteto mendocino que sumará lo suyo a este espectáculo.
-¿Tuvieron tiempo de visitar alguna bodega o algún lugar turístico tradicional?
Todavía no, porque estuvimos haciendo prensa toda la mañana. Pero después del ensayo probablemente tengamos alguna degustación. Según nos dijo el productor local, hay algo preparado.
-No pueden venir a Mendoza sin una degustación.
Creo que con la música pasa algo similar a lo que sucede con el vino: no es lo mismo tomarlo en casa que en un contexto determinado, con un ambiente especial. Un concierto es también eso: preparar todos los detalles del encuentro con la música. A mí me gusta pensar que a veces un concierto es como una cata donde nos encontramos personas que disfrutamos de ciertas sutilezas y sabores, compartimos esa experiencia y nos dejamos sorprender. Con la música pasa lo mismo.
La banda rockera con una impronta sinfónica
Música Para Volar es una banda argentina originaria de Rosario, Santa Fe, formada en 2012 con la idea de reinterpretar grandes obras del rock argentino desde una perspectiva sinfónica y conceptual. Su propuesta se destaca por la combinación de instrumentación clásica y moderna, sumando arreglos de cuerdas, orquesta y efectos visuales en sus presentaciones.
Los comienzos y la primera idea
Desde sus inicios, la banda se propuso recrear obras emblemáticas del rock argentino con un enfoque sinfónico y de cámara, buscando una experiencia sonora y visual inmersiva para el público.
Uno de sus primeros proyectos fue la interpretación completa del álbum MTV Unplugged - Comfort y Música Para Volar de Soda Stereo, donde incorporaron arreglos de cuerdas originales para darle un carácter más sinfónico. Este espectáculo tuvo un gran recibimiento y marcó el inicio de una serie de homenajes a figuras clave del rock nacional, entre ellos:
- Charly García, con versiones sinfónicas de sus discos más icónicos.
- Luis Alberto Spinetta, explorando su obra desde lo acústico hasta lo progresivo.
- Fito Páez, con quien comparten raíces rosarinas y un profundo respeto por su música.
La evolución hacia un sonido sinfónico y conceptual
Con el tiempo, Música Para Volar expandió su propuesta musical y comenzó a incorporar orquestas sinfónicas y cuartetos de cuerdas en sus presentaciones. Esto les permitió ofrecer espectáculos de gran magnitud en importantes teatros y salas del país.
Uno de sus proyectos más destacados fue la recreación de Unplugged de Soda Stereo, pero con un agregado innovador: una puesta en escena que combina la música con proyecciones sincronizadas de la filmografía de Stanley Kubrick. Este enfoque visual y conceptual les permitió llevar la experiencia más allá de lo estrictamente musical, transformando el concierto en un evento multisensorial.
Giras y reconocimiento nacional e internacional
A lo largo de más de una década, la banda ha recorrido numerosas ciudades de Argentina y otros países de Latinoamérica, consolidándose como una de las propuestas más originales dentro del circuito de homenajes y tributos al rock nacional.
Han llevado sus espectáculos a importantes escenarios como el Teatro Ópera de Buenos Aires, el Teatro El Círculo de Rosario y el Auditorio Belgrano, entre muchos otros. Su capacidad para reinterpretar la música con arreglos orquestales y sinfónicos les ha valido el reconocimiento del público y la crítica especializada.
Un presente en constante expansión
Actualmente, Música Para Volar sigue explorando nuevas formas de interpretar el repertorio del rock argentino, fusionando elementos sinfónicos, acústicos y eléctricos para seguir innovando. Su enfoque conceptual y cinematográfico en cada show les ha permitido diferenciarse dentro del género, ofreciendo experiencias únicas para los fanáticos de la música nacional.
Con más de diez años de trayectoria, el grupo continúa evolucionando y expandiendo su propuesta, demostrando que el legado del rock argentino puede seguir reinventándose sin perder su esencia.