24 de agosto de 2025 - 13:07

Lila Levinson: "Soy la primera influencer mendocina"

De pionera en la televisión local a referente cultural, la comunicadora marcó generaciones con su estilo inconfundible. Su historia es también la de una provincia que aprendió a verse a sí misma en una pantalla.

En Mendoza, basta pronunciar su nombre para que aparezca una sonrisa, un recuerdo o una anécdota. Lila Levinson es sinónimo de televisión, de Vendimia, de radio, de escenarios y de esa elegancia natural que se mantiene intacta. Desde que en los años 60 se animó a dar el paso frente a las cámaras, su figura quedó grabada en la memoria colectiva como una de las voces más queridas y respetadas de la provincia.

Su vida parece tejida a base de casualidades felices. Ella misma lo contó más de una vez: no sabía qué era la televisión cuando respondió a un aviso en el diario que pedía personal administrativo para el flamante Canal 7. “¿Es modelo?”, le preguntaron en la entrevista. Lila, con esa mezcla de frescura y determinación que la caracterizaría siempre, contestó que sí. Dos semanas después estaba leyendo la apertura del canal frente a cámaras, y así comenzaba una carrera que duraría más de 64 años.

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Una pionera frente a la pantalla

Aquella Mendoza de principios de los 60 descubría fascinada la televisión. La imagen en blanco y negro llegaba tímidamente a los hogares, y con ella una nueva forma de comunicación. Allí estaba Lila, la primera mujer en conducir la Fiesta Nacional de la Vendimia en 1963, aportando no solo su voz clara sino también una impronta de profesionalismo que marcaría el camino para quienes vinieron después.

El público la reconocía por su estilo sobrio, firme, sin estridencias pero con una presencia magnética. No se trataba solo de leer un texto: Lila comunicaba con el cuerpo, con la mirada, con los silencios justos. Esa misma impronta la trasladó luego a la radio, donde su voz se volvió compañía habitual de los mendocinos durante años en Radio Libertador y, más recientemente, en Radio Nihuil.

La televisión y la radio no le alcanzaron: también eligió formar locutores y comunicadores. Durante una década fue docente en la Universidad Maza, dejando una huella profunda en los estudiantes. No pocos de ellos la recuerdan como una profesora exigente, pero generosa, que enseñaba algo más que técnicas: enseñaba respeto por el oficio.

En paralelo, su compromiso social la llevó a armar el área de Prensa y Comunicación del Hospital Notti, convencida de que la salud también necesitaba una voz clara que tradujera la información a la comunidad. Ese trabajo silencioso, alejado de los flashes, fue para ella tan importante como los grandes escenarios.

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Vendimia: un amor eterno

Si hay un escenario que la representa, ese es el del Teatro Griego Frank Romero Day. Su relación con la Fiesta Nacional de la Vendimia es de larga data: estuvo en más de 16 ediciones, y su voz quedó asociada a la mística del Acto Central. En 2023, después de un largo tiempo sin estar convocada, regresó gracias a una movida que impulsaron colegas y admiradores en redes. “Lo tomo con naturalidad, pero también con emoción”, dijo entonces, con esa mezcla de modestia y certeza que la define.

En 2024, en la Legislatura mendocina, dio una charla que podría considerarse un manifiesto de su filosofía comunicacional: “Todos los comunicadores somos influencers”. La frase, lanzada en tiempos de redes sociales, venía cargada de advertencia: tener influencia no es un juego, implica responsabilidad. Ese es uno de los secretos de su vigencia: Lila no se quedó en la nostalgia, sino que supo dialogar con los tiempos nuevos. Comprende que la comunicación cambió, que hoy cualquiera puede encender una cámara en su celular, pero insiste en que la ética debe ser la misma de siempre.

Hoy, con más de ocho décadas a cuestas, sigue sorprendiéndose a sí misma. Practica yoga tres veces por semana, juega al tenis, cuida su alimentación y habla de “maestros energéticos” que la guían en su camino. Para ella, un dolor físico no es solo un malestar: es una señal. Esa espiritualidad la acompaña tanto como su disciplina profesional.

Familia, política y raíces

Madre de cuatro hijos y abuela de diez nietos, se emociona al contar que seis de ellos viven en el exterior. Esa realidad, dice, es un reflejo de los desafíos de Mendoza: una tierra que expulsa talentos. Ella, sin embargo, eligió quedarse, incluso cuando tuvo oportunidades laborales en Buenos Aires o fuera del país. “Nunca quise irme, mis raíces están acá”, asegura.

También se animó a la política, sumándose a un frente liberal-productivista como candidata a diputada nacional. No ganó, pero para ella fue otra forma de poner su voz al servicio de la comunidad.

Por eso, cada vez que alguien la presenta como “ícono de la televisión mendocina”, no se exagera. Lila es mucho más que una comunicadora: es parte del patrimonio afectivo de la provincia.

En una charla profunda con Los Andes, Lila habla de los homenajes, de su vocación y del sentido que tiene para ella la palabra “comunicar”.

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-¿Es cierto que se te sumaron varios homenajes en pocos días?

Así es. Mañana me harán un homenaje en Universidad Juan Agustín Maza, donde fui profesora (y fui profesora tuya en tercer año de Locución) y es una herencia maravillosa saber que el 90% de mis ex alumnos son exitosos, todos están trabajando en medios. Lo de la fama no importa, pero sí ese toque de ego que da la fama sirve como herramienta para nuestro trabajo, porque si no sos un locutor, un periodista, un comunicador conocido ¿De qué sirve? Bien sabemos que quien escribe necesita que alguien lo lea y quien comunica necesita que alguien lo escuche o lo vea. Son elementos esenciales en esta profesión que, como dijo Gabriel García Márquez, es la más hermosa del mundo.

-¿Qué estás haciendo actualmente?

-Estoy en radio, pero no dejo de decir que el año pasado, lo quiero destacar porque una profesional mayor como yo, hice todo el año streaming en Floyd TV Online, que lo pueden ver en Youtube porque ya quedó para siempre en la eternidad. Creo que todos los que estamos en esto queremos seguir, que nadie te olvide, y con la tecnología no va a suceder, porque quien te recuerde entra a internet y te encuentra.

-¿Cómo fue tu experiencia en streaming?

-Para mí fue algo muy nuevo, que se asocia a chicos muy jóvenes. Pero para mí fue tan normal, tan natural. Era como la continuidad de tantos años de televisión en Canal 7 donde fui pionera. Estar delante de otro tipo de cámaras era lo mismo. Era una felicidad enorme, una adrenalina maravillosa dado que tenía entre tres a cinco invitados por programa. El último miércoles de diciembre, que era mi cumpleaños, había invitado un par de amigas al programa, pero la productora, divina, me tenía la sorpresa de que ella había conseguido los teléfonos de mis hijas, de mis nietos, y entraron todos al estudio. Ha sido uno de los más lindos cumpleaños que he tenido en los últimos años. Esa fue la frutilla del postre. Después descansé en el verano del streaming y este año todavía no arranqué.

-En Nihuil ¿en qué horario estás?

-Estoy de 14 a 15:30 este año. Hubo un cambio de horario debido a decisiones de los directivos de la radio que necesitaban acomodar algunos programas, pero por suerte tengo esta fidelidad de oyentes y seguidores… y se sumaron nuevos.

-Tenés cuatro hijos que te han dado nietos y hasta bisnietos

-Sí. Tengo diez nietos, cinco hombres y cinco mujeres. La última está en quinto año de arquitectura con 22 años, y el mayor es jefe de Naciones Unidas, en Panamá, una nieta en Barcelona, tres en Valencia, otro que es ingeniero en seguridad en Chile, así que los tengo repartidos por el mundo. Además tengo siete bisnietos. Me casé muy joven, a los 19, y mi hijo me hizo abuela a los 42. Es todo raro en mi vida, pero los puedo disfrutar. Cada año, año y medio viajo a verlos.

-También fuiste docente ahí.

-Sí, fui docente mucho tiempo. Después me arrepentí de renunciar porque aprendo mucho de los jóvenes. Ahora tengo 10 pasantes de la Universidad Nacional de Cuyo en el programa de radio, son chicos que están entre tercero y quinto año. No solo mis nietos me enseñan, sino también los alumnos y los pasantes. Soy muy curiosa, siempre haciendo averiguaciones para estar al día. Con el streaming hice mucho. También estoy en TikTok, Instagram, Facebook, y hasta hice un cursito breve de inteligencia artificial para estar actualizada. La inteligencia artificial no crece día a día, sino segundo a segundo. Y además hay tantas oportunidades con YouTube, Twitch, Netflix, LinkedIn.

-Te llevas bien con la tecnología o lo hacés por obligación?

-Me encanta la tecnología y creo que los periodistas deben ser curiosos, estar al día y no quedarse atrás. Eso es lo que trato de inculcar a los pasantes. Antes hablábamos de emisor, mensaje, receptor. Ahora la comunicación es un círculo, cualquiera te contesta con un Whatsapp cuando estás al aire, da su opinión. Por eso hay que estar preparado y documentado. La investigación es esencial. No basta con estudiar la carrera y rendir exámenes. Somos voceros entre el público, oyentes, televidentes. Me encanta la gráfica porque me crié educada por libros, y no puedo dejar de leer. Es impresionante cómo ha crecido la industria editorial. Hay muchos concursos para emergentes, talleres literarios, marketing, coach… Hay tanta herramienta que solo el que observa aprovecha.

-¿Cómo te gustaría que te recordaran?

-Como una profesional que siempre tuvo ética, observación, investigación, que no me quedé solamente con el nombre de una persona al tener la entrevista, sino que me documenté para que se destaque el entrevistado y no yo. Y creo que eso redundó en mi trayectoria, porque la gente siente esa energía que emano para el entrevistado y me encanta hacer entrevistas a gente que no está en el escándalo o en la corrupción o en la política, porque no es que no lo valga, sino porque todos los medios todo el día replican lo mismo. Yo prefiero ser recordada porque entrevisté a gente que si yo no lo hacía, nadie se enteraba de lo que ellos tenían para decir. Me interesa destacar esa entrevista. Me parece apasionante.

Lila Levinson

-Le abriste la puerta a personas que no tenían posibilidades de llegar a los medios. ¿Crees que es parte de tu legado?

-Sí, soy la primera influencer de Mendoza, porque los comerciales que, a veces hacía hasta 11 en vivo por día, lo que promocionaba o vendía entre comillas, al otro día se agotaba. O sea, trabajo del influencer de la década del 60, 70 y 80. Me nace un impulso de compartir lo que me parece hermoso o beneficioso para los demás, incluso a veces meto la pata por mi intensidad. Ahora preparo entrevistas con personas que nadie sabe lo que hace.

-Ninguno de tus hijos siguió tus pasos, ¿cómo te hace sentir?

-Todos tienen su camino, pero sí tienen la esencia genética. Mi hija Vivian Levinson es una gran artista visual con premios, seleccionada para una instalación del muro de Berlín. Mi otra hija era odontóloga y se convirtió en instructora de yoga. Son seres de luz y llenan mi vida.

-¿Qué te quedó por hacer profesionalmente o qué te gustaría hacer ahora?

-Quisiera terminar una novela que estoy escribiendo. Espero lograrlo antes de partir. Queda tiempo todavía.

-Te gusta trabajar, ¿no?

-Me encanta. No soy de las que esperan jubilarse. El trabajo da vida, oportunidad de ser útil, mantenerse ágil y alerta.

Lila Levinson

PING PONG

-Hora del día preferida

-Me despierto muy temprano desde la secundaria. Fui al Liceo Nacional de Señoritas Alfredo Bufano. Amo la Luz

-Varietal que más te gusta

-He sido jurado de varios concursos, son muchos los que me gustan. Malbec me encanta, Cabernet Fran, Tannat.. Prefiero los tintos aunque coma mariscos o pescado, incluso un ceviche. El toque de barrica de primer uso me encanta en los tintos. Los compuestos aromáticos de la madera de roble, como la vainilla y el caramelo.

-Un lugar favorito del mundo.

-Todo lo que conozco de España: Valencia es bellísima. Donde hay playa me fascina. La Rivera Maya o Brasil son lugares muy hermosos.

-Con esos ojazos ¿Rompiste muchos corazones?

-Jajaja. Tendrían que contestarte los admiradores si todavía viven.

-Un amor pasado, uno presente y uno imposible (no solo hombres, todo tipo de amor)

-El de los quince, creo es inolvidable por ser la primera vez que sabes lo que es el amor. Presente: Mi familia absolutamente. Imposible: El recuerdo de la finca de mis abuelos en San Carlos donde fuimos muy felices.

-Un sueño cumplido.

-Mi carrera profesional. Escuchar mensajes de oyentes que me dicen que mi voz y las informaciones les dejan una energía de excelencia.

-El secreto para estar siempre espléndida.

-No sé si estoy espléndida pero trato de tener una vida sana, hago yoga, voy al gimnasio y especialmente soy resiliente.

La anécdota de su "verdadero" nombre

Entre las numerosas anécdotas que suele relatar Lila Levinson, hay una especialmente simpática y entrañable, vinculada directamente con su nombre. “Cuando empecé primer grado, la maestra comenzó a pasar lista, llamando a cada uno por su nombre y apellido. En un momento escuché: Noemí Levinson. Yo permanecí quieta, ni siquiera me di vuelta, porque no tenía idea de que hablaban de mí. No sabía quién era esa Noemí. La maestra insistió una vez más: Noemí Levinson, y yo, otra vez, no respondí. Hasta que llegó el momento en que me miró y me preguntó directamente si mi apellido era Levinson. Le dije que sí, pero aclaré que mi nombre era Lila, no Noemí. Entonces ella, con tono firme, me corrigió: No, tu nombre es Noemí. ¡Y ahí quedé totalmente desconsolada! Ese nombre me sonaba extraño, ajeno, y nunca me había gustado. Desde siempre mi mamá me llamaba Lila, incluso desde antes de que yo pudiera recordarlo. Para mí, ese era mi verdadero nombre.

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Lila Levinson nació el 18 de diciembre de 1937 en Pedro Molina, hija de Noé Levinson, inmigrante ruso, y de la española Natalia Álvarez. Locutora nacional, periodista, actriz y escritora, cursó diplomaturas en Gestión Social y Cultural, y en Malbec, certificada por siete universidades mendocinas. En más de una ocasión recordó el inicio de su carrera en la televisión, allá por los años 60. En 1963 hizo historia al convertirse en la primera mujer en conducir la Fiesta Nacional de la Vendimia, un hecho inédito para la época. Con apenas 25 años, guió con sobriedad y calidez la multitud del Teatro Griego Frank Romero Day. Desde entonces, su relación con la Vendimia fue inseparable: volvió a conducir más de 16 ediciones y participó en varias vendimias departamentales. En 2023, tras un tiempo alejada, regresó al escenario gracias al pedido del público y el impulso de una campaña en redes.

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