14 de junio de 2025 - 11:06

Ignacio de la Rosa: "Me gustaría que este caso se mantenga en la agenda pública"

ENTREVISTA. Nuestro compañero de trabajo, Nacho de la Rosa, habla sobre “Próvolo, el instituto del terror”, obra con la que ganó el Premio Vendimia.

Nuestro colega y compañero Ignacio de la Rosa obtuvo la semana pasada el premio Vendimia en el rubro “Crónica periodística”. Un jurado compuesto por Laura Fiochetta, Enrique Pfaab y Paola Ale le otorgó el premio a su trabajo “Próvolo, el instituto del terror”, una exhaustiva crónica de los hechos atroces ocurridos en la institución religiosa del sur mendocino.

Estilo conversó con Nacho para tener su impresión sobre el premio recibido y también algún anticipo sobre la obra con que ganó.

—¿Qué impacto te produjo este premio?

—La verdad es que me sorprendió para bien. Para mí siempre el premio Vendimia era ver a tipos como el Roly (Rolando López), el Enrique Faab, que para mí son realmente escritores. Sentí que puedo ir un poquito más allá de trabajar o escribir notas para un diario. Y también que me podía llegar a “codear” con esas grandes plumas, que son las que yo admiro.

—Le tomaste el gusto a la crónica periodística…

—La crónica para mí es muy atractiva, porque justamente te combina esto de literatura con periodismo y te permite, desde algo tan básico como puede ser la historia de vida de una persona o algo tan duro como lo es el caso Próvolo, ir más allá y meterte en espacios que jamás te imaginabas, conocer de la vida de la gente, conocer de historias, ahondar un poco más y salir de eso que siempre te dicen de la pirámide invertida y meramente informativa. Entonces, para mí, haber ganado el premio y ganar justamente en el rubro Crónica, es una sorpresa muy linda, muy agradable y como que todavía no termino de caer.

—¿Cubriste el caso Próvolo de principio a fin?

—Sí, sí, sí, acá en el diario. Me acuerdo que fue el 25 de noviembre del 2016, el día de la Soberanía Nacional. Me tocó ir a la puerta de la escuela, porque todavía no se sabía nada, era como un montón de dudas y un montón de miedo. Los padres formándose en la puerta de la escuela reclamaban que la abriesen para que los chicos pudieran volver. Bueno, en la medida que esto se fue se fue conociendo más, y salieron a la luz las atrocidades muchos padres cayeron en cuenta y entendieron por qué a muchos de sus hijos los veían raros. Ellos llegaron a contar ahí, en el momento en que cubrimos el caso, que los chicos llegaban con actitudes muy violentas o retraídas, muy callados. Una de las cosas que a mí más me conmovió, porque uno lo piensa como padre, fue ver a muchos padres que se ponían a llorar sintiendo que no habían podido ver a tiempo lo que le estaba pasando a los hijos. Trato de plasmar en el libro el horror del Próvolo sin caer en el amarillismo. Por ejemplo, cómo se daban los distintos ataques a los chicos en los baños del albergue o el proceder de personas que trabajaban en el lugar y quienes los “entregaban”, o sea: mandaba a la habitación de uno de los curas, Horacio Corbacho, a que le llevaran tortitas que hacían ahí en el mismo Próvolo, donde había un taller de panadería y donde se dieron algunos de los abusos. Es un montón de cosas que, bueno, la verdad es que uno las lee — a mí me tocó leer del expediente o escucharlas de los chicos— y eran aterradoras. Es difícil plasmarlo respetando a las familias, respetando a los chicos. Ellos se llaman a sí mismo sobrevivientes, no se llaman “víctimas” porque, justamente, son sobrevivientes de todo eso que vivieron. Incluso hay uno de los capítulos que incluye unas cartas que encontraron en la habitación de los dos curas, de Nicola Corrado y Horacio Corbacho, que intercambiaban con gente de La Plata, porque el Próvolo tenía una sede allí y una sede en Verona. Estas cartas eran extremadamente burdas, comparaban al Próvolo con un hotel alojamiento, hablaban de promiscuidad, de relaciones sexuales, lo gastaban al cura Corbacho por las cosas que pasaban acá. Leídas fuera de contexto pueden llegar a ser hasta graciosas, pero cuando vos reconocés que en el medio habían chicos, chicas y adolescentes que estaban en la situación de vulnerabilidad te corren escalofríos.

—¿En qué pensás que puede contribuir este trabajo tuyo, ahora premiado y con perspectiva de publicación?

—En un entorno en el cual todos los días hay una noticia distinta y todas van quedando tapadas, pisadas por la noticia siguiente, siento que lo que puede hacer este libro sobre el caso Próvolo es mantenerlo en agenda. Lo cual, aparte, está bueno porque en el 2026 se van a cumplir 10 años desde que salió el caso la luz. Y saber que fue el caso de abuso sexual eclesiástico más importante en la historia de Argentina. No hay otro caso en el cual dos curas hayan recibido las condenas que recibieron Corradi y Corbacho, uno condenado a 42 años de prisión y el otro a 45 años de prisión. También que quede la constancia de que hay una deuda pendiente que es la sanción eclesiástica a los curas, omisión de la que fue responsable Francisco, un papa muy progre y con un costado muy social y un montón de cosas, pero que nunca condenó las atrocidades de estos curas. Nunca se expidió ni para la absolución ni para la condena. Corradi murió en el 2021 en un hogar para ancianos, donde cumplía prisión domiciliaria como cura y Corbacho está todavía detenido siendo cura.

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