Facundo Arana: "Hacer teatro tiene que ver con que mi alma sonría"
El actor y músico presenta nuevamente su unipersonal dirigido por Manuel González Gil, donde la radio, la música y la nostalgia se entrelazan en una propuesta teatral que invita a soñar despierto.
Facundo Arana en acción. Para el actor y músico, "En el aire" es la obra de teatro "más linda del mundo".
En el corazón de un teatro olvidado, en algún pueblo disperso del interior argentino, hay una cabina de radio que vuelve a latir. Allí, en la penumbra de las tablas, Facundo Arana toma la palabra para convertirse en Marcos, un locutor nocturno que invita al público a acompañarlo en una transmisión diferente. Esa es la puerta de entrada a “En el aire”, el unipersonal teatral que el actor presenta este viernes en Tunuyán, en el Auditorio Municipal, y el sábado en el Teatro Mendoza, en ambas ocasiones a partir de las 21.30 (tickets en Entradasweb).
El espectáculo, dirigido por Manuel González Gil —quien también escribió el texto—, es mucho más que un monólogo: es un viaje nostálgico. La música original, compuesta por Martín Bianchedi —quien además colaboró en la dramaturgia junto a Sebastián Irigo—, bordea la escena con delicadeza y profundidad. Esta banda sonora no solo acompaña, sino que se entrelaza con la voz de Arana, que actúa, canta y toca el saxo, recuperando un instrumento que lo une a su pasado. Según él mismo cuenta en esta entrevista es el mismo saxo con el que tocaba en los subtes cuando era joven.
A lo largo de “En el aire”, Marcos convoca, desde su cabina, a los habitantes de su pueblo para que se sumen a su emisión. Con cada llamada, con cada palabra, esa vieja sala de teatro vuelve a cobrar vida, como si los fantasmas del pasado, los duendes de la memoria, danzaran entre las butacas. Esa transformación progresiva simboliza algo más: no solo la redención de un espacio físico, sino también la posibilidad de reconectar con lo humano.
Lo que comenzó en 2012 como una apuesta valiente de Arana y González Gil ha crecido a lo largo de los años con presentaciones en diferentes ciudades, desde Buenos Aires hasta Mar del Plata, y cosechó premios como el Estrella de Mar al Mejor Unipersonal Dramático, además de galardones por la interpretación y la dirección. En el aire cuenta también con la música original de Martín Bianchedi, quien además participó en la dramaturgia junto a Sebastián Irigo, y el vestuario de Pablo Battaglia.
Pero la magia de “En el aire” no solo radica en su poética, sino también en su autenticidad. Al hablar de sus motivaciones, Arana confiesa que se trata de un sueño cumplido: haciendo teatro con la radio como hilo conductor, interpretando múltiples personajes, usando su propia voz y su saxo, y evocando el pasado con una ternura profunda. Esa combinación entre actuación, música y memoria convierte al unipersonal en una experiencia casi ritual, un llamado a detenerse, a suspender el tiempo y dejar que el alma vuele por un rato.
Facundo conversó durante la semana con Estilo acerca de los orígenes de la obra, del entusiasmo con que la interpreta y de la versatilidad de sus aficiones, que pasan del teatro y la música al buceo y el andinismo.
—¿Cómo nació En el aire? La estrenaste hace bastante tiempo y ahora estás volviendo con ella.
—No importa cuántos proyectos yo haga, que realmente han sido muchos a lo largo de todos estos años, siempre quiero volver a hacer En el aire, porque la considero la obra más linda del mundo. No tengo otra forma, te lo juro, de definirla. Pero es que, aparte, cuando a lo largo de los años, función tras función, veo cómo el público se para a aplaudir el espectáculo -ni siquiera te hablo de la actuación-, te hablo del espectáculo, de la historia que se cuenta. Es tan magnífica que la gente salta a ovacionarla. Y eso hace que yo piense que es la obra de teatro más linda del mundo. La historia que cuenta es tan poderosa, tan linda, tan sensible, que te invito a verla.
—Bueno, dale, me encantaría.
—Vas a ver que cuando salgás del teatro vas a estar de acuerdo. Vas a decir: "Sí, la verdad que sí."
—Por lo pronto reconozco que sos estupendo como publicista de tu propia obra…
(risas)
—No te lo diría si no fuera así. Te diría que "mirá qué linda voz, ahora estoy laburando con fulano de tal, mengana de tal. Siempre me gusta mucho con quienes trabajo…" En este caso, te tengo que decir es una obra tan poderosa que los invito a que vengan con toda confianza.
—¿La obra es tuya y de Manuel González Gil?
—Es así. En el 2012 bajé del Everest bastante lastimado y Javier Faroni, en un acto de amor total, me presentó a Manuel González Gil para ponerme a trabajar con él en una historia que no existía. Y con Manuel en 4 meses compusimos esta obra.
—Es una obra en la que hay un medio de comunicación de por medio, ¿no?
—La obra transcurre durante una transmisión de radio desde un teatro. Pero enseguida te saca de todo eso y te lleva a un viaje que no se detiene. O sea: cada vez que vas a respirar, o te reís o te emocionás o te deja pensando algo. Pero evoca muchas cosas muy lindas, que tienen que ver con la vida de cada uno de nosotros. Nadie se queda fuera de la historia.
—¿Estrenaste esta obra en qué año? ¿Es una historia de época?
—En 2012. La verdad que la obra se va abriendo camino solita, sin importar qué época estemos viviendo en nuestro país. Siempre el teatro es el teatro, y se abre camino porque a todos, no importa en qué momento sea, nos gusta mucho que nos cuenten una historia. Ir al teatro a ver una historia que sea linda de ver.
—¿Es un unipersonal o estás acompañado por otros actores?
—Estoy acompañado por muchos personajes, que aparecen y que vas a asegurar que los viste.
—Personajes que encarnás vos...
—Sí, lo que pasa es que el teatro tiene algo muy magnífico, que es que cuando está bien acompañado por la iluminación, el sonido, la musicalización, que en este caso la música es de Martín Bianchedi, música original. Entonces, cuando vos venís viendo eso, todo eso, se te rompe la cabeza, porque es como cuando te hacen un truco de magia frente a tus ojos. Vos decís: ¿ocurre la magia? Bueno, juguemos a que sí. Es una ilusión que crea el mago, pero vos te vas a divertir pensando que es magia.
—En la obra no sólo intepretás a varios personajes, sino que también ponés en juego varias de tus habilidades: actor, cantante, músico… ¿Cómo se combina todo eso y qué buscas transmitir con ese cruce de lenguajes?
—Todo lo que uno tiene a la mano para poder contar una historia es espectacular, siempre. Entonces, si de golpe sos saxofonista y estás componiendo la historia que vas a hacer vos… Yo en la obra toco con el mismo saxo con el que tocaba en el subte cuando tenía 20 años. Entonces, en la obra tiene que ver el saxo, tiene que ver la música, y los separadores y demás con este señor en la radio. Pero tiene más que ver con una connotación personal de lo que me pasa a mí con la obra y con tocar con el mismo saxo con el que tocaba de chico.
—Claro, es una parte de tu historia personal…
—Es una muy linda sensación, ¿sabés? Y realmente lo hago con mucho cariño, me acompaña mucho. Yo antes de entrar al escenario, con el público ya en la sala, siempre miro mi saxo y pienso en ese chico que fui que tocaba el saxo en el subte, preguntándose si en algún momento podría convertirme en artista y dedicarme a esto. Y fue muy mágico ver que sí, que ocurrió, y que ahí estoy con mi saxo. Y entonces rezo, le dedico la obra a todos mis seres queridos que tengo allá, arriba, y todos los que tengo acá conmigo, y salgo a escena con una obra que es una aplanadora.
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—Al principio de la charla hablabas de tu retorno del Everest. Ese otro perfil tuyo de aventurero, ¿lo seguís teniendo?
—Siempre, sí, sí. Siempre. A mí me gusta mucho hacer muchas cosas. Soy buzo, soy piloto, soy andinista. Me gusta mucho, soy fana del andinismo. Tengo grandes amigos que son lo mejor que ha dado Mendoza en lo que tiene que ver con el deporte de escalar. Soy hermano de Ulises Corvalán, hermano de Pablo Betancourt, que además es quien me salvó la vida en el Everest. Tengo muchos amigos en cada una de las actividades que hago. Y realmente me gustan mucho todas: dibujar, tocar, cantar. Me gusta mucho escribir. Edité dos libros, dos discos, escalé todas las montañas que se me pusieron enfrente. Volé por todos los cielos de la Argentina, anduve por todo el país en moto, a dedo, de campamento. Hice tantas cosas que me divierten y me gustan mucho, y que volvería a repetir mil veces. Unas con más éxito que otras; pero si todo es éxito, qué piola…
—Claro, algún fracaso hay que tener…
—Sí, que no es fracaso tampoco, porque el no éxito en una aventura te hace aprender sobre lo que te llevó a no tener el éxito que vos buscabas. Pero para mí siempre el éxito no es la cumbre de una montaña, sino la experiencia de caminarla, la experiencia de estar con amigos yendo de acá para allá. Eso es el éxito en el andinismo o en lo que sea.
—Y en el teatro ¿qué es el éxito?
—Hacer lo que te llena el alma. En el aire es éxito para mí. Exitazo, es un planazo… (risas) Te lo juro. Nos vamos a reír mucho juntos de todos los adjetivos increíbles que te puedo dar de esta obra, pero es que realmente se los gana a cada uno.
—Ya me vendiste las entradas, te aviso…
—Mirá, te pido por favor que la vengas a ver. Y si te gusta, en otra nota después escribís: Facundo dijo la verdad. Y si no te gusta, decís: Facundo es un farsante… (risas) Pero te lo juro, ¿eh? Te desafío y divirtámonos con ello. Realmente En el aire es la obra más linda que me ha pasado hacer.
—¿Y tenés ahora otros proyectos? Me imagino que sí, por todo lo que me contás, que estarás tramando otras cosas...
—Sí, claro. Acabo de inventar una máquina. Pero no te puedo spoilear todavía…
—¡Cómo no!... Aunque sea un poco, adelantame algo sobre esa máquina…
—No puedo. Pero inventé una máquina… Es parecida a una cinta de correr y, cuando la veas, te vas a reír mucho. Tiene que ver con todo lo que estamos hablando. Y después tengo planeado ir a Mar del Plata con En el aire también, y voy a estar en el Chauvin, tres días por semana en enero, y voy a estar tocando con mis amigos en bares. Y durante el día voy a estar surfeando en familia. Así que tengo un verano por delante muy lindo. Espectacular. Teniendo en cuenta que mi hacer teatro no tiene que ver con pagar las cuentas, tiene que ver con que mi alma sonría.
—Hay un tema musical tuyo que se llama justamente En el aire, ¿no?
—Sí, pero no tiene nada que ver con la obra. El disco se llamó En el aire, porque me siento en el aire cuando toco, me siento en el aire cuando hago teatro, me siento en el aire cuando hago música, me siento en el aire cuando surfeo, me siento en el aire cuando hago que mi alma sonría. Si mi alma sonríe, siento que estoy en el aire. Por eso se llama En el aire el disco también.
—En una época difícil como esta, ¿cómo te parece que esta obra le puede servir al público, a los mendocinos en particular?
—Siempre es lindo ir al teatro, a ver una muy linda obra de teatro. No sé si tiene más objetivo que el de hacerte pasar un lindo rato. Si tu opción era que tenías ganas de ir al teatro, te recomiendo ver En el aire, y después irte a comer una pizza. Definitivamente no te arregla la vida, pero te hace sonreír el alma un rato.