La fragilidad hecha teatro. La actriz y dramaturga Salomé Boustani estrena "Harta", un drama que desdibuja los límites entre la vida y la ficción para exponer, con crudeza y humor, el vértigo emocional de una intérprete que atraviesa períodos de depresión mientras busca sostener una carrera en el mundo de la actuación.
El debut será este sábado 4 y domingo 5 de octubre, a las 21, en el Teatro Cajamarca (Av. España 1767, Ciudad). Las entradas pueden adquirirse a través de Entradaweb.com.ar.
De qué trata esta pieza de teatro
En un espacio casi despojado, con escasos elementos, la protagonista arma y desarma la escena una y otra vez para narrar sus días: la rutina cotidiana, los miedos, los fracasos y los intentos por encontrar calma mental frente a un sistema cada vez más materialista. Lo hace desde lo que mejor sabe: actuar. Ensaya fragmentos de su vida como si fueran parte de una obra, y convierte la experiencia íntima en relato colectivo.
La acción escénica se mueve entre situaciones reconocibles y absurdas: prácticas de yoga, castings fallidos, terapias alternativas, ensayos del personaje de Nina en "La gaviota" de Chéjov y ensayos de su propia existencia. En ese tránsito, emergen los desencuentros amorosos, los diálogos reales o imaginarios y la urgencia de ser escuchada. Los altibajos anímicos la atraviesan hasta arrastrarla al fondo, pero siempre con una salida posible: una certeza, un salvavidas, un golpe de lucidez.
El espectáculo combina lo dramático con recursos humorísticos y rompe de manera constante la cuarta pared, generando complicidad directa con la platea. Hablar con el público es, en muchos momentos, hablar consigo misma. Esa operación convierte el trauma en trama poética: la protagonista se sirve del juego teatral y audiovisual como herramienta para tocar estados profundos y, en el proceso, comprenderse mejor.
Harta no elude la temática de la salud mental, sino que la aborda con una mirada singular: lo que se representa es una ficción construida a partir de la biografía real de Boustani. La obra se atreve a mostrar los intentos, fracasos y aciertos de una vida, e invita a los espectadores a empatizar con esa historia para conectar con su propia vulnerabilidad. Tal como escribió Alberto Muñoz: “Siempre es mejor no morir. Y cada uno no muere como puede.”
La dirección de la obra está a cargo de Verónica Manzone, con asistencia de Mariela Locarno. El diseño de luces y escenografía pertenece a Majo Delgado, la realización escenográfica a Sol Pérez, la operación técnica a Camila Nuñez y la gráfica a Damián Olivera.