Los realizadores cuyanos Nicolás Núñez (Mendoza) y Juan Francisco Montes (San Juan) fueron seleccionados para participar en “Werner Herzog, Experiencia Azores 2026”, un prestigioso taller internacional de cine que se realizará del 14 al 24 de enero de 2026 en São Miguel, en el archipiélago portugués de las Azores. El programa, organizado por Extática Cine, reúne a 50 cineastas de 43 nacionalidades que trabajarán de manera intensiva bajo la tutoría directa del gran maestro del cine alemán.
Ambos cineastas, amigos y compañeros de ruta desde su paso por la facultad, formarán una dupla creativa dentro del taller. Allí deberán desarrollar, filmar y montar un cortometraje creado especialmente para la residencia, en diálogo permanente con Herzog y con un equipo internacional de producción. Al finalizar, tendrán 30 días adicionales para terminar la obra y competir por ser uno de los cinco trabajos seleccionados por el director para circular durante un año en festivales internacionales.
Estilo habló con Nicolás Núñez, quien detalla cómo fue el proceso de selección y qué expectativas tienen frente a esta instancia que consideran decisiva en su carrera profesional.
—Es una convocatoria abierta que empezó a hacer Herzog hace uno o dos años atrás. El que quiere se anota, participa y a partir de ahí tenés que mostrar tu trabajo, tu visión desde lo que hacés, lo que sea que cada uno haga. En mi caso hice publicidad, pero siempre he tratado de meter el documental en lo que hago. Fue hace un mes atrás que abrieron la convocatoria, y tras dos semanas me avisaron que había quedado entre más de 300 participantes de 43 países. Se elige a 50 personas y de esos 50 se forman 25 duplas. Cada dupla tiene que filmar su corto ahí en las islas Azores, con alguna idea que tenga medianamente preparada.
A partir de ahí se hacen tres jornadas de taller teórico, en las que tenemos charlas con el mismísimo Herzog, recorremos algunas locaciones y después está el proceso de preproducción, el proceso de producción mismo y se hace una edición y un montaje y se termina el taller con la proyección de ese montaje. Finalmente tenemos 30 días para terminar el corto con sonido, color, con todo lo que consideremos que necesita. Herzog hace una selección de los cinco mejores y los distribuye durante un año en los festivales.
—¿Y cómo entra Juan Francisco Montes? ¿Gana por su lado o fueron los dos?
—No, eso fue lo loco, él ganó por su lado. Yo gano por el mío, y estaba la posibilidad de elegir con quién queríamos hacer la dupla.
—¿Pero ustedes se conocen?
—Sí, sí, sí, somos muy amigos, tenemos una amistad a partir de haber hecho la facultad juntos. Y siempre estuvimos cada uno por su camino, con sus productoras, con sus proyectos, pero siempre colaboramos uno con el otro y este último año nos encontró trabajando más juntos. Entonces, cuando se abrió la convocatoria, nos metimos los dos de una.
—¿Y Juan Francisco también hace publicidad?
—También. Él ahora estrena su primer documental que se llama Sierra, que es un documental filmado en Valle Fértil. Es su ópera prima como documentalista. Yo le hice asistencia de producción en ese documental.
—¿El gusto de ustedes por el documental de dónde viene?
—Quien entra a este rubro siente que es algo a abordar. Querés contar historias que vayan más allá, que puedan generar incógnitas, que puedan plantear una nueva perspectiva de ver las cosas. En mi caso siempre le he puesto el cuerpo al arte, no soy del palo académico ni intelectual. Y a mis 39 años se me presenta esta oportunidad y justamente es algo que quería empezar a hacer.
—¿Y ya tienen más o menos pensado el documental que van a presentar?
—Ya tenemos algunos tópicos que queremos contar. En las Azores hay una de las islas que tiene viñedos, un lugar donde todo barco que venía de Europa, de España, Italia, hacía siempre una primera parada. La naturaleza que hay alrededor de eso, la propia inmigración, son los temas que nosotros vamos a llevar y vamos a tratar de enfocar.
—¿Y cuáles son sus expectativas?
—Yo creo que aún no caigo en la dimensión de lo que vamos a hacer, porque todo ha sido tan de repente y hemos tenido que cubrir muchos objetivos a corto plazo como la matrícula del taller, el tema de los pasajes…
—¿Todo eso lo tienen que pagar ustedes?
—Exacto. Ya lo hicimos, de hecho. Gracias al esfuerzo de los amigos, familiares, algunos municipios que nos van a acompañar también, aunque más adelante. La expectativa es darlo todo, disfrutarlo mucho y aprovechar todo lo que se pueda la conexión con otras personas del mundo, con el propio Herzog y su productora. Creo que todo lo que venga así por decantación va a superar toda la inversión que hagamos.
—Descarto que los dos deben ser admiradores del Herzog documentalista…
—Sí, a Herzog lo empecé a seguir hace unos 10 ó 15 años atrás. La verdad es que no caigo aún en lo que va a ser estar ahí con él, charlar las ideas, que nos dé sus puntos de vista. Creo que es una inflexión en nuestra carrera profesional, porque una persona tan relevante en el cine como fue y como sigue siendo, es algo que todavía no puedo dimensionar.
Werner Herzog, referencia absoluta del cine documental
Werner Herzog (Múnich, 1942) es uno de los cineastas más influyentes del último medio siglo y una figura central en el desarrollo del cine documental contemporáneo. Cofundador del llamado “Nuevo Cine Alemán”, su obra se caracteriza por una búsqueda radical de lo real, entendida no como una simple captura de hechos, sino como un viaje hacia lo que él denomina “verdad extática”: una verdad emocional, poética y profunda que trasciende lo meramente observable.
A lo largo de su carrera ha dirigido más de una treintena de documentales que exploran el límite entre humanidad y naturaleza, obsesión y resistencia, belleza y destrucción. Títulos como Aguirre, la ira de Dios (si bien ficción, basada en hechos históricos), Grizzly Man, Into the Abyss, Encounters at the End of the World, Lessons of Darkness y Fitzcarraldo (mitad ficción, mitad odisea documental) consolidaron un estilo inconfundible, donde la voz del director —a la vez filosófica, íntima y extrañamente serena— se convierte en parte del relato.
Sus películas evitan el formato convencional del documental informativo. Buscan, en cambio, el choque entre el individuo y fuerzas que lo exceden: la naturaleza extrema, la muerte, la locura, el aislamiento, la fe o los sueños imposibles. En esa tensión crea imágenes que permanecen como marcas culturales, expandiendo los límites del género y abriendo nuevas formas de pensar la relación entre cine, mundo y verdad.