14 de septiembre de 2025 - 18:36

De un galpón con utilería de Vendimia a un edificio nuevo: la Escuela de Rock ya tiene su casa

Con un acto cargado de música y homenajes, Guaymallén inaugura este lunes el espacio propio y renovado de la primera escuela de rock de Mendoza.

Hoy a la mañana, a las 10.30, la Escuela de Rock Mario Mátar abrirá oficialmente las puertas de su nuevo edificio, ubicado en el predio exterior del Espacio Cultural Julio Le Parc, en San José, Guaymallén. El evento contará con la presencia de autoridades provinciales y municipales, además de invitados especiales de la música mendocina, como Goy Ogalde, Daniel Píccolo y Walter Casciani, quienes serán homenajeados en las aulas que llevarán sus nombres.

Para la institución, la inauguración significa mucho más que un cambio de dirección: es la conquista de un espacio propio luego de más de una década de itinerancia. Alejandro Moyano, coordinador de la escuela desde sus inicios, lo explica con claridad:

“La escuela nunca tuvo edificio propio, siempre alquilamos casas. En 2013 arrancamos en una vivienda que adaptamos con estructura acústica, pero al vencerse el contrato nos quedamos en la calle. Pasamos por lugares prestados, por alquileres de corto plazo y durante la pandemia estuvimos sin sede física. Llegamos a funcionar en un camarín con baño del Le Parc. Recién ahora tenemos una escuela nueva, hecha y derecha”.

El camino, recuerda Moyano, estuvo lleno de incertidumbre: “En un momento nos prestaron un galpón que era depósito de la Vendimia, lleno de utilería: vírgenes, arados, tachos de uva. Era algo surrealista. Ahí sobrevivimos casi un año hasta que la actual directora de Cultura de Guaymallén, Carolina Vico, impulsó la construcción de la sede definitiva”.

El nuevo edificio: aulas, auditorio y homenajes

El espacio inaugurado funciona en un galpón frente al Le Parc, dividido en dos sectores: de un lado, las aulas totalmente renovadas con instalaciones eléctricas, iluminación y equipamiento; del otro, un auditorio con sonido profesional y luces que permitirá a los ensambles de estudiantes ensayar como en un escenario real y realizar conciertos abiertos al público.

La escuela llevará adelante un homenaje a referentes de la música mendocina en cada sala. “Además de llevar el nombre de Mario Mátar, el guitarrista que fue nuestro primer director artístico y referente absoluto del rock mendocino, vamos a reconocer a Daniel Píccolo, baterista de Los Enanitos Verdes; a Goy Ogalde, de Karamelo Santo; a Andrés Carrión; a Sergio Embrioni; a Ricardo Castro, primer tecladista de Eclipse; y a Walter Casciani, que fue docente de la escuela hasta el año pasado. Todos ellos marcaron la historia musical de la provincia”, detalla Moyano.

Doce años de una experiencia única en el país

Desde su creación en 2013, la Escuela de Rock Mario Mátar se consolidó como la primera institución pública de su tipo en Mendoza y la segunda en Argentina. Su propuesta pedagógica combina formación musical con un enfoque inclusivo y social: no exige conocimientos previos ni limita la edad de los estudiantes, y provee todos los instrumentos necesarios para aprender.

Hoy la matrícula ronda los 250 alumnos, aunque la demanda siempre supera la capacidad. “La inscripción nos desborda todos los años. Ingresan 500 o 600 estudiantes y a mitad de ciclo se estabiliza en 250, que sigue siendo muchísimo. Cada profesor trabaja con grupos de tres o cuatro estudiantes por clase y cuenta con 40 o 50 alumnos en promedio”, cuenta el coordinador.

La escuela ofrece formación en guitarra, bajo, teclado, saxo, batería, percusión y canto, además de materias complementarias como teoría musical, producción y grabación, e historia del rock. La modalidad de cursado es anual: cada alumno asiste una vez por semana a sus clases principales y participa de ensambles y actividades colectivas.

La propuesta atrae a adolescentes, jóvenes y también adultos mayores. “Recibimos estudiantes desde los 10 años sin límite de edad. Incluso estamos pensando en armar una banda con alumnos de 70 en adelante. La música no tiene fecha de vencimiento”, dice Moyano con entusiasmo.

Proyectos y desafíos: del sello discográfico al podcast

Con la nueva sede, la institución se propone ampliar su horizonte. Uno de los proyectos más anhelados es volver a contar con un estudio de grabación propio y crear un sello discográfico municipal que registre la producción artística local. “Guaymallén es el departamento con más músicos en Mendoza, junto con San Carlos y Lavalle. Hay miles de propuestas que no tienen registro y sería fundamental darles visibilidad”, señala el coordinador.

Además, en los recesos de verano la escuela organiza talleres especiales, que van desde construcción y reparación de instrumentos hasta grabación casera, producción musical y, próximamente, la creación de podcasts. “Siempre tratamos de mantener la actividad, invitar artistas y ofrecer experiencias nuevas a los alumnos. Nos visitaron integrantes de Los Piojos, por ejemplo. La idea es que los chicos vean que el rock también es una red de intercambio y de comunidad”, explica Moyano.

Un modelo de inclusión y comunidad

La gratuidad y la provisión de instrumentos son dos pilares que explican la permanencia y el éxito de la Escuela de Rock. Para muchos estudiantes, la posibilidad de experimentar con un saxo, una batería o un bajo —instrumentos de alto costo— sería impensable sin este espacio.

“Nosotros les damos todo: los instrumentos, el material didáctico, hasta los apuntes en PDF. Los chicos solo tienen que venir, escuchar y aprender. Y si descubren que ese instrumento no es para ellos, pueden probar con otro. La idea es que la puerta esté siempre abierta”, remarca Moyano.

Esa apertura se refleja también en la continuidad: hay alumnos que comenzaron en 2013 y aún hoy siguen vinculados, tomando nuevas materias o perfeccionándose en diferentes áreas. “Lo ideal es un ciclo de cuatro años para alcanzar un nivel sólido, pero no hay un límite. Siempre habrá talleres o clases para que los egresados vuelvan”.

Una inauguración con sabor a celebración

La ceremonia de este lunes será más que un acto protocolar: será la celebración de una comunidad que resistió la falta de espacio, los traslados y hasta el desarraigo de no tener sede propia. Ahora, con aulas equipadas y un auditorio que lleva el nombre de sus referentes, la Escuela de Rock Mario Mátar consolida su lugar como faro cultural en Guaymallén.

La expectativa es alta: con la nueva infraestructura, la matrícula podría duplicarse y los proyectos crecer en escala. “Antes sobrevivíamos en un cuartucho lleno de utilería de la Vendimia. Hoy tenemos una escuela enorme. Este es un salto histórico”, resume Moyano.

Quienes quieran sumarse deberán esperar hasta marzo de 2026, cuando se abra la próxima inscripción. Mientras tanto, la invitación es clara: acercarse a conocer el nuevo edificio y participar de las actividades de verano. La Escuela de Rock ya tiene casa propia y promete seguir haciendo historia.

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