6 de julio de 2025 - 00:00

Ariel Staltari llega a Mendoza con Agotados: "Es una obra frenética pero divertida"

El actor de Okupas y co-guionista de El Eternauta trae esta obra en formato unipersonal con más de 40 personajes en escena interpretados por él mismo.

Ariel Staltari trae a Mendoza su aclamado unipersonal "Agotados". La obra está bajo la dirección de Pablo Fábregas, el actor encarna a Samuel, un joven con el corazón roto y crisis económica que, mientras trabaja en el sótano de un restaurante exclusivo, debe atender 40 personajes telefónicos.

La función será el 12 de julio a las 22, en el Teatro Independencia, ubicado en Chile 1184, Ciudad. Las entradas están disponibles en entradaweb.com.ar y en la boleterìa del teatro.

"Agotados" es una adaptación corrosiva de Fully Committed que en Broadway hizo reír a críticos y público. En la versión argentina, Staltari encarna a 40 personajes con cambios de voz, cuerpo y pasión, dando vida a comensales arrogantes, familiares tóxicos, un chef exigente y un representante ansioso por su carrera.

ariel staltari.png

“Estoy muy ansioso y esperanzado en poder llegar a Mendoza, conocer aunque sea un poquito y sobre todo ver si el público me acompaña en ese teatro, que dicen que es divino” confesó en diálogo con Los Andes. “Poder abrazarme, sacarme fotos y estar con la gente que me banca, tal vez de otros proyectos y que no está solo en Buenos Aires. Eso me hace mucha ilusión”, subrayó.

De Okupas a Agotados: Personajes al límite

Staltari, quien alcanzó la fama en la serie Okupas con su personaje Walter hace más de dos décadas, sigue consolidando su carrera. Hoy es también co-guionista y actor en El Eternauta, la exitosa serie de Netflix que lideró los rankings de habla no inglesa y fue renovada para una segunda temporada “Este es mi momento más luminoso”, confiesa.

En una charla con Los Andes, habló de los personajes de "Agotados", del éxito de El Eternauta y de su relación con Bruno Stagnaro.

-En “Agotados” interpretás a 40 personajes. ¿Cómo fue el entrenamiento para cambiar las voces, los gestos, las emociones?

-En principio es una obra bastante esquizofrénica, por así decirlo. Pero es un poco retrotraerte a tu niñez, a tu infancia, recordar que jugabas con amigos imaginarios y cuando te sumergías en ese mundo lúdico aparecían todas esas voces y todas esas texturas, que es lo que trato de recuperar. Además es una obra no es convencional, en el sentido de que yo ya había hecho un unipersonal, pero era la historia de un escritor en donde tenía toda una curva dramática por diferentes pasajes de su vida y se me sumaban un editor y un crítico, no mucho más. Pero era más orgánico el avance del relato.

ariel staltari.png

-Cuál es la diferencia con “Agotados”?

-Esta es la historia de Samuel, un actor que está tratando de alcanzar sus sueños, pero mientras tanto trabaja en el sótano de un restaurante boutique de Buenos Aires, en una especie de call center, atendiendo llamadas todo el tiempo que van interviniendo de manera frenética. Entonces tengo que hacer todos esos cambios de manera abrupta y vertiginosa, de un segundo a otro me hago preguntas y me las respondo desde el otro personaje. O sea, que tengo que ir cambiando de textura psicológica y emocional y de postura corporal de a segundos o de a milésimas de segundo para poder generar esos circuitos de diálogo. A la vez genero también una convivencia con diferentes personajes del mismo restaurante que trabajan conmigo: un chef, una encargada de mesa, cocineros, bachero. Y tengo un conmutador por donde atiendo a todos los comensales, me comunico con el interphone hacia el sector de arriba del restaurante. Después tengo un teléfono analógico con el que hablo directamente con el chef, tengo mi celular con el que tengo que ser medio contorsionista para enganchar señal y poder hablar con mi papá, con mi representante, con un actor amigo mío al que le está yendo bárbaro y me lo refriega en la cara. Y en el medio, tengo un amor medio no correspondido, un reclamo por una ausencia familiar para Navidad, maltrato del chef. Es una obra frenética, pero divertida.

-La vida misma, digamos

-Sí, está solapadamente oculto detrás de la comedia, el trasfondo de opresión, de precarización laboral, de abuso de poder. También te emocionás mucho por algún pasaje pequeño, y también te interpela, te genera como la repregunta de qué es lo que estoy haciendo yo. Si te ves identificado porque estás persiguiendo algún sueño o porque también tenés ganas de patear el tablero y dedicarte a otra cosa.

Los golpes de la vida y el aprendizaje en el teatro

-¿Cuánto hay de tu historia de vida y qué has volcado en cada uno de estos personajes?

-La obra es un texto norteamericano, que se hizo en Broadway y después en México. Con Pablo Fábregas juntos hicimos la adaptación de nuestra versión. Y la argentinizamos bastante, por así decirlo, le bajamos decibeles de otros países y pudimos introducir idiosincrasia y cultura nuestra, con personajes totalmente reconocibles. A mí directamente me pega de cerca esa historia de ese actor que está tratando de alcanzar sus sueños. Y yo muchas veces estuve tratando de alcanzar mis sueños y volver a trabajar en los negocios familiares o hacer otra cosa que no estaba vinculada al arte para poder vivir. Y en ese mientras tanto tratar de seguir transitando el camino artístico.

ariel staltari.png

-¿Los momentos difíciles con el tiempo se convierten en un buen recuerdo?

-Siempre sucede eso. Tragedia + Tiempo = Comedia.

-Qué buena fórmula ¿A vos te pasa eso con momentos difíciles del pasado?

-Sí, de la mayoría. Hay momentos de los cuales no me puedo terminar de reír del todo, pero los atesoro igualmente con cariño. Momentos tristes, muy heavys, no me provocan risa. Pero básicamente uno va viviendo, en el momento hay una herida muy profunda y después con el paso del tiempo las que van cicatrizando, y las que no cicatrizan más, te dejan un resquicio para poder meter una humorada.

-Hablemos de tu faceta docente ¿Cómo influyen tus alumnos en la construcción de los personajes que hacés?

-Y básicamente… nosotros tratamos de —digo “nosotros” porque somos un equipo en mi escuela— y tratamos de formar actores y actrices verdaderos, orgánicos, que digan con verdad, con imágenes. Que la palabra no sea solo letra, sino que tenga la contundencia de expresar una imagen, sin ser solemnes o declamativos. Me acuerdo que cuando hacíamos los ensayos para “Okupas" íbamos a la calle a pedir monedas de verdad o nos subíamos al tren. Ensayar con la vida misma. Y yo una vez por año, con mis alumnos de primer año, nos subimos a un tren específico en el que hacemos algunos ejercicios de teatro. Así que le imprimo bastante mi impronta dentro de este camino. Y después, tengo una gran bajada de resiliencia en mis clases que tienen que ver no solo con el aspecto artístico, sino con el aspecto humano, con el arte puesto en función de mejorar una vida.

-Como co-guionista y actor de El Eternauta ¿Cómo viviste el proceso de resignificar una obra tan emblemática para convertirla en un producto contemporáneo, sin que pierda su espíritu original?

-Para empezar nos adentramos en ese mundo sabiendo que nos íbamos a meter con algo que lo están esperando gente que lo había leído y quería saber qué íbamos a hacer. Es ahí cuando se tienen que empezar a tomar decisiones porque no es lo mismo lo que ve una persona desde la lectura que en los tiempos audiovisuales. Además en el 50 y pico salían en tiras semanalmente, entonces tenías una sensación en tiempo real, y en dos viñetas se estaba destruyendo todo. Pero cuando lo pasas al formato audiovisual decís, “Che, me parece te estás apresurando, recién arrancó todo y ya se están matando por una lata de conserva”. También la decisión de aggiornarlo y traerlo a lo contemporáneo fue una lectura que se hizo en su momento. No se estaba intentando hacer una historia de época, sino que se trataba de respetar también lo que Oesterheld quería: una historieta donde las cosas sucedieran en lugares reconocibles para el lector, donde el lector transitaba, empiezan a ver cosas de invasión y nieve, lugares reconocidos en esos espacios. Además, de una u otra manera, la trama termina anulando también lo tecnológico y se logra esa textura de otros tiempos, más allá de que sea en el aquí y ahora, donde lo viejo funciona. Y obviamente, por razones lógicas del relato, también se tuvieron que agregar secuencias, personajes nuevos.

-¿Como el tuyo?

-Es que quizás al audiovisual le pedís un verosímil que a la historieta no.Y en ese verosímil entra mi personaje. Soy un poco la mirada del espectador que interpela, que se mete dentro de esa casa y empieza a burbujear, a tocar, a preguntar, inquieto, tensa la cuerda, pone en jaque ese supuesto equilibrio en este código de amistad de estos tipos. Y quieras o no, renueva y genera esa atmósfera que se necesita, sobre todo en el primer capítulo. Conforme pasa el tiempo, vas viendo que ningún personaje es tan bueno ni tan malo, que todos somos humanos, que estamos teniendo un instinto de supervivencia ante un hecho apocalíptico y después te terminás dando cuenta que lo vincular es el arma fundamental para salir adelante, y que todo es en comunidad. En un momento tan terrible, paradójicamente, se produce el momento más luminoso, que es donde todos se defienden con todos, espalda con espalda.

ariel staltari.png

Okupas, El Eternauta y su amistad con Stagnaro

-Tu vínculo con Bruno Stagnaro ¿Cómo evolucionó desde que se conocieron hasta El Eternauta?

-Bruno Stagnaro fue la persona —y es la persona— que me marcó el camino. Fue quien me eligió como uno de los protagonistas de “Okupas”, me descubrió como actor, con algo que todavía hoy en día, siendo tan emblemático e icónico, cambió el lenguaje televisivo. Después hubo un tiempo en que no nos vimos tanto, y a los 13 o 14 años de “Okupas” nos volvimos a encontrar en un cumpleaños mío, donde conoció a su actual mujer, que es amiga de mi mujer. Ahí empezamos a vernos un poco más. Él tenía ganas de volver a hacer ficción. Tenía algunas cosas escritas y cajoneadas, y yo intenté moverlas.

-¿Hubo algo que marcara tu relación con él?

-Hicimos un proyecto juntos para Underground, que fue “Un gallo para Esculapio”. Pero previamente yo lo acompañaba en viajes a Necochea por una investigación para un guión suyo. Y en esas idas y vueltas él dice que descubrió algo en mí, que podía ayudarlo a escribir. Me propuso escribir “Un gallo…” con él, así de la nada. Y así se dio el vínculo, que me marcó profundamente como guionista. Pero además fui otro actor desde que empecé a escribir. Hicimos dos temporadas de “Un gallo…”, le fue tremendamente bien, ganamos todos los premios acá. Tal vez no llegó a Netflix, pero si hoy estuviera en una plataforma así, sería una de las series más importantes del mundo, no me cabe la menor duda. Y cuando pensé que íbamos a hacer una tercera temporada de “Un gallo…”, me convoca para escribir “El Eternauta".

El fenómeno Eternauta

-¿Qué pensaste en ese momento?

-Me sorprendí muchísimo. Me llené de dudas al principio, pero también lo tomé con liviandad, no de falta de respeto, sino de manera lúdica. Porque si pensaba en lo que significaba, me paralizaba. Así lo acompañé desde fines del 2018. Al principio no teníamos certeza de que se hiciera, pandemia de por medio. Después apareció Ricardo Darín, Caetano, Netflix internacional… y terminó haciéndose. Se grabó, se editó, explotó mundialmente, y ya estamos escribiendo la segunda temporada. Fue muy loco, pero llevó mucho tiempo, horas de sufrimiento, frustración, retrocesos, avances, descubrimientos, versiones, tramas, cenas… Pero finalmente se logró.

-¿Qué te genera ese fenómeno a nivel nacional, en un mundo tan globalizado de producciones audiovisuales?

-Es un orgullo inconmensurable. Este proyecto fue supuestamente el más caro de la historia de nuestro país, pero a la vez fue lo más barato para la industria de afuera. Con lo que se filmó todo El Eternauta, se hace un capítulo de una serie internacional. Y que se haya hecho acá, que sea una historia nuestra, postergada, que le decían el “proyecto maldito”, y que termine saliendo, que se haya hecho justicia, que se haya podido relatar, que sea en Buenos Aires, en Argentina, en Latinoamérica, con gente y técnica de acá, que haya explotado en el mundo y que industrias que consumen ciencia ficción pongan el ojo en una serie argentina… Fue maravilloso. Esta oportunidad también le dio a nuestro país la posibilidad de hacerse conocer en el mundo, que se sepa que acá hay un juego que se llama truco, que hay chacarera, folklore, tango, rock nacional, que tuvimos una guerra. Que despierte el interés de personas por querer saber más, ya sea googleándolo o queriendo venir a investigar. Hace poco, el periódico The Guardian, nos ubicó en el octavo puesto entre las mejores series del 2025. La periodista expresaba su deseo de viajar a Argentina para conocer más porque El Eternauta le despertó muchísimo interés.

LAS MAS LEIDAS