“Ys”, un clásico genial del rock italiano

Este disco de Il Balletto di Bronzo es una de las mejores obras del movimiento del rock progresivo de Italia. Y hay reediciones de lujo que lo convierten en un objeto de deseo.

El cuarteto napolitano y la portada de su obra maestra.
El cuarteto napolitano y la portada de su obra maestra.

Hace ya 52 años que este, una de las obras más fascinantes de la historia del rock, sonó por primera vez. Pero el tiempo parece no pesar. Ys, pieza capital del progresivo italiano, fue concebida por Il Balletto di Bronzo, grupo napolitano que llegaba a las bateas después de una decepción comercial (su interesante disco debut, Sirio 2222, fue un fracaso de público y el sello los despidió) y una depresión artística (dos integrantes dejaron la banda).

Esos acontecimientos, a pesar de todo, resultaron claves para el grupo, porque significaron el ingreso del bajista Vito Manzari y del cantante, multitecladista, compositor y figura aglutinante Gianni Leone.

Así es que, sin ánimo de darle la razón a la RCA, editaron por Polydor un trabajo aun más ambicioso, innovador, sinfónico hasta la médula, expresionista e inigualable. Ys produjo un raro efecto: impresionó a todo el que lo oyó, pero como era de esperar, no funcionó comercialmente y poco después Il Balletto... se desbandó. Por suerte, el boleto a la perennidad estaba sacado y no tenía regreso.

Obra conceptual escrita por Leone (aunque un tal N. Mazzocchi figuraba como autor y se llevó los créditos por dos décadas), Ys cuenta, según su creador, “la historia del último hombre en la Tierra, tras una destrucción completa (...). Él comienza a caminar y se encuentra con otros hombres, sordos, ciegos, mudos (...). La metáfora es la incomunicación y la soledad”.

Obra maestra del grupo italiano Il Balletto di Bronzo.
Obra maestra del grupo italiano Il Balletto di Bronzo.

El coro que da inicio a la Introduzione es oscuro, y en los primeros minutos Leone –acompañado sólo por sus teclados que pulsan pocas notas para dar un clima de patetismo– canta dolorosamente: “La voz le narró / al último que / sobre el mundo quedó. / la misma realidad. / Y después le ordenó / que lo siguiera / para decirle la verdad. / Y el juego inició”. Bajo y batería, y poco más tarde la guitarra, estallan luego en vehementes melodías. Esos primeros tramos de Ys bastan para sintetizar la monumental obra que seguirá: están el expresionismo reinante, las increíbles piruetas de los dedos y la garganta de Gianni Leone, el enorme colorido sonoro y la capacidad de la partitura para estremecer.

Pero más allá del virtuosismo de los músicos, lo que alimenta el éxtasis es la índole temeraria de la banda para interpretar esta pieza poco convencional. Nada parece dejado al azar si de conmover se trata en Ys, aunque haya tramos que parezcan improvisados. En este sentido, todo es eficaz en Il Balletto di Bronzo: lo que suena y lo que se calla, lo que se estira casi hasta cortarse y lo que se atempera.

El final de la Introduzione lanza al oyente al Primo incontro, tramo en que lo rítmico alcanza gran relieve, y en este sentido (aunque el papel de Leone eclipsa lo demás) el bajo de Vito Manzari y la batería de Gianchi Stringa resultan esenciales.

El Secondo incontro es desolador y su arranque, con el cantante que gime versos apocalípticos, acompaña esa sensación. Es una sección de contrastes, con Leone llevando al máximo su voz y teclados infinitos, mientras la banda arremete con ritmos irregulares de extraña belleza.

Nada es convencional en Ys y el Terzo incontro lo confirma: es más melódico y claro, pero como puede serlo el acero puesto sobre la oscuridad de un ojo ciego. Y si del frío acerado hablamos, la guitarra de Lino Ajello vuelve a sorprender, sonando desde atrás, como si hiriera a traición y nos alcanzase su séxtuple herida.

Epilogo concluye igual que si Il Balletto... persiguiera una sola intención: pintar de negro la noche. Se trata de un ciclo de acordes repetidos y salpicados de teclados que parece que van apagándose, hasta que estallan en redobles y la banda a pleno, como una sinfonía en clave de furia.

Esta obra, que resultó ignorada masivamente y luego fue rescatada en varias ediciones es, hoy, considerada “la obra maestra entre las obras maestras” del rock italiano de los 70. Vale la pena recordar qué significa Ys: según la leyenda bretona, se trata de una isla de la antigua Bretaña que desaparecía en el mar y volvía a aparecer. El disco mantuvo esa virtud y después de desaparecer está de nuevo frente a los ojos, ante los oídos, petulante como todo lo genial.

La edición que representa, por todo sentido, una joya discográfica, es la mejor imaginada: la japonesa de Polydor, perteneciente a la “European Rock Legend Series”. Consiste en un “Mini LP CD”, es decir una réplica del LP original, a tamaño de disco compacto (y por supuesto, con un CD en lugar de un vinilo), en caja de cartón, con las letras en el mismo diseño que el disco de los años 70.

Además de sonido remasterizado, incluye dos canciones adicionales, uno más que la primera edición digital europea: trae el simple La tua casa comoda y el hasta ese momento inhallable tema Donna Vitoria.

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