Sexo de reconciliación ¿Sirve para unir a la pareja?

Muchas parejas que atraviesan una crisis intentar reconstruir el vínculo a partir del sexo. Otras, creen que resuelven los problemas teniendo relaciones cuando en realidad solo patean el tema conflictivo hacia adelante. Cuándo sirve el sexo de reconciliación y qué otras cosas necesita.

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El sexo de reconciliación suele ser, por lejos, el más pasional que una pareja puede experimentar luego de haber tenido una pelea, o peor, haber pisado el límite de la ruptura. Este tipo de sexo suele ser tan excitante y reparador que puede convertise en una trampa si los integrantes de una pareja lo usan siempre y como único método para superar problemas.

Se trata de sexo muy pasional, ya que se mezclan todos los sentimientos encontrados que se han ido liberando durante la discusión, sumado a la tensión de, muchas veces, no encontrar un camino real para la superación del problema y la necesidad de liberar la tensión acumulada.

Tanto es así que, para muchas personas, el sexo de reconciliación es uno de los mejores que se pueden practicar, llegando incluso a tener discusiones para luego poder tener sexo. Por supuesto que esto no se manifiesta a nivel consciente, aunque en el fondo cada uno sabe cuáles son las verdaderas motivaciones al iniciar una pelea.

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Ana Belén Carmona Rubio, psicóloga, sexóloga española y presidenta de Lasexologia.com, señala que tener sexo después de una discusión “no es algo extraño”. El médico y sexólogo Pedro Villegas Suárez confirma que constituye un motivo habitual de consulta: “Son muchas las parejas que, como les va mal, lo intentan arreglar con el sexo” o en otros casos, se utiliza el sexo como método para pedir perdón ya que después de una discusión, se crea una distancia de la que no es fácil salir cuando las personas no tienen trabajadas sus emociones o no cuentan con herramientas para sortear sus propios enojos.

Lo cierto es que este acto nunca va a reemplazar una verdadera disculpa y el sexo termina convirtiéndose en a alfombra debajo de la cual se ocultan las emociones negativas. Por tanto, el sexo para reconciliación puede ser un primer paso, pero siempre y cuando exista un pedido de disculpas después. Eso fortalecerá mucho más vuestra relación.

Generalmente, el sexo para reconciliación es un sexo que hace sentir muy bien, por lo que ya hemos expuesto anteriormente. Sin embargo, también puede darse una relación sexual que no sea placentera. Si esto sucede durante el sexo para reconciliación, puede hacer que la sensación de vacío y enfado cronifique el enfado del que ya se partía anteriormente.

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La ira aumenta la frecuencia cardíaca y la tensión, reacciones que también suceden cuando hay una excitación, y que provocan un aumento de testosterona (la hormona que genera el deseo). Pero con estas conclusiones toda persona y pareja debería querer tener sexo después de una pelea. Sin embargo, se ha encontrado que, al mismo tiempo, la ira también pone el cuerpo en alerta, y ante esto cada persona reacciona de un modo distinto.

Además, ante una discusión acalorada, el estado de ánimo se deprime y bloquea o dificulta las relaciones sociales. Por ende, aunque en algunos casos haya una sensación de excitación, el cerebro no se encuentra en el mejor momento para conectar íntimamente.

Imagen ilustrativa
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Dos situaciones distintas

El sitio de internet CuidatePlus con cosejos médicos aborda el tema y distingue dos tipos de sexo de reconciliación:

  1. Después de una disputa que acaba en entendimiento. “En ocasiones, cuando las parejas discuten porque hay problemas por resolver, al final se solucionan de manera conveniente”, relata Carmona. “Y cuando ha habido entendimiento, se ha hablado de sentimientos, se ha puesto sobre la mesa que la relación importa, sale a relucir lo importante que es el uno para el otro… a veces, como resultado, puede que haya ganas de tener sexo”. En definitiva, ha sido una discusión constructiva en la que ha terminado por aflorar el sentimiento y la ternura. “Yo he tenido parejas en consulta que, justo cuando tenían crisis, discutían y eso servía para resolver cosas, lo que movilizaba también el deseo sexual”, apostilla.
  2. Para complacer a la pareja tras una discusión. En otros casos la disputa no acaba en un entendimiento y, a pesar de ello, la pareja mantiene relaciones sexuales. En esos casos, según la sexóloga, el sexo tiene lugar “no por deseo, sino utilizándolo de manera instrumental”. Uno de los dos miembros de la pareja, generalmente la mujer, no tiene ganas de sexo, pero piensa que puede servir para “calmar un poco la situación”. En este punto, Carmona aclara que “hay personas cuyo deseo no se ve tan afectado por las discusiones, mientras que para otras el inductor más poderoso es, precisamente, sentirse cohesionados o conectados con la otra persona”.
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Las repercusiones de cada una de las dos situaciones descritas son distintas. En el caso de la primera no son negativas, pero en el segundo supuesto, en palabras de Carmona, “tener relaciones sin deseo no compensa demasiado”. Y la razón es sencilla: “El sexo no arrega nada”.

Esto se debe a que las personas que desean tener sexo después de un conflicto acostumbran a tener menos habilidades verbales comunicativas y usan el sexo como vía para expresar y compartir las emociones. Aunque es importante aclarar que quizás un encuentro sexual puede ayudar a conectar con la pareja, pero no debe ser el sustituto de una buena conversación sobre el conflicto vivido. Si no, la pareja volverá a tropezar con la misma piedra en un futuro al no haber resuelto la problemática.

Así que tenemos varias combinaciones: podemos tener sexo y después hablar, quizás solo hablar, o comunicarnos y terminar con un encuentro íntimo. Lo importante es que ambos miembros de la pareja estén de acuerdo en cómo enfocar y tratar las desavenencias.

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Los problemas que han llevado a la disputa tienen que ver con la relación de pareja y la convivencia y se refieren a cuestiones como la forma en que se expresan los afectos, la crianza de los hijos, las tareas domésticas, a qué se dedica el tiempo libre. Por lo tanto, requieren otras acciones: llegar a compromisos de cambio, negociar, hablar de las cuestiones que requieren modificaciones, etcétera. “El sexo se disfruta o no, pero no cambia todo eso”, concluye la experta.

Diferentes tipos de deseo sexual

Villegas comenta que son muchas las parejas que llegan a su consulta preguntándole qué pueden hacer para arreglar su vida sexual, cuando en realidad el problema es que tienen problemas en su relación, se han distanciado y, por eso, no mantienen relaciones sexuales o no son suficientemente satisfactorias. Por otro lado, resalta que hay que considerar las diferencias sexuales entre hombres y mujeres. “Fisiológicamente, la naturaleza nos ha hecho distintos. Los hombres tenemos un deseo finalista (que busca el coito, la penetración, la eyaculación), mientras que las mujeres tienen un deseo espontáneo, el deseo reactivo (que se despierta ante la insistencia del otro) y el deseo de sentirse deseadas”.

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Teniendo en cuenta esas diferencias, lo que sucede cuando una pareja tiene problemas y los intenta arreglar con sexo es que el hombre puede estar más dispuesto por ese deseo finalista, mientras que, en general, la mujer tendrá menos predisposición. Pero la situación de la pareja sigue sin resolverse. “Se preocupan por buscar la solución al sexo, cuando hay que buscar la solución a la relación”, insiste el sexólogo. “Habrá que buscar un día en que estén los dos libres, salir a almorzar, dar una vuelta, cenar en algún otro sitio en plan íntimo, si hace falta se baila un poquito… Al final de un día así, puede que haya sexo o no, pero va a dar igual porque hemos arreglado la pareja”.

Para Villegas, el recurso al sexo como forma de romper una desavenencia, es fruto de una mitología del cine y las novelas. “El sexo es un buen reparador, pero no es lo más importante como nos han querido vender toda la vida. Lo importante es una buena relación afectiva y sexual”, asevera.

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