Los políticos argentinos llevan años interfiriendo con sus deformaciones el normal funcionamiento y desarrollo de la República Argentina. Los resultados están a la vista. Hoy, la inmensa mayoría del país está harta de la puja patotera utilizada como método por un pequeño grupo que no representa el sentir nacional, pero que se verían favorecidos en caso de acceder al poder, mediante los manejos turbios de dinero espurio y prebendas personales. Las características que lo definen son la promesa fácil incumplida, la demagogia, la corrupción y el bienestar para un grupúsculo, sin importarles la grandeza de la Nación. Se muestran superiores a la República al no respetar ni división de poderes, ni sus reglas. Estos últimos veinte años, con su cenit en el “vamos por todo”, nos han mostrado la terrible decadencia en que han sumido a la nación toda. Baste como ejemplo analizar el escaso nivel intelectual y de formación de la mayoría de los diputados y senadores. De esta manera es imposible obtener el fruto de acuerdos bajo un debate constructivo en pos del bien común de todos los habitantes.