En defensa de nuestro arbolado

¿Mendocino, has tratado de caminar en verano unas horas bajo el sol arrollador del piedemonte?

¿Has encontrado una sombra reparadora o algún arroyito de pasada para refrescarte, aunque mas no sea tus pies?

Posiblemente a la distancia veas como en un espejismo el verdor tembloroso de un puesto de cabras, pequeño y entre remolinos de viento.

Así era Luján de Cuyo y muchas otras zonas cercanas a nuestra precordillera. Los álamos no existían.

Ni tampoco, el plátano, la morera, el paraíso, el olmo, el fresno, el tilo, la acacia y muchísimos más.

Y ni contar los frutales.

Estos fueron introducidos por los inmigrantes llegados de Europa y Asia Menor que añoraban sus paisajes nativos.

Como podemos ver la mayor cantidad de especies arbóreas que nos rodea, no son autóctonas, con lo cual requieren de la dedicación persistente del hombre para vivir.

Es por ello que es tan importante la participación de todos nosotros en el cuidado de nuestros árboles.

Así como le dedicamos un cuidado tan afectuoso y respetuoso a nuestras queridas mascotas, así debemos cuidar a nuestras especies que tenemos frente a nuestras casas o terrenos.

Son nuestra vida. Gracias a ellas estamos todavía acá.

Gracias a ellas Mendoza es lo que es.

La carencia de agua no permite que esta corra ahora por nuestras acequias, por eso debemos comprometernos a vaciar, aunque sea un tarrito de agua cada tarde a los pies de cada especie. Son seres vivos y dependemos de ellos y ellos de nosotros.

Comentemos entre nuestros vecinos lo imperioso que es protegerlos, como así también exigir a la Comuna el replanteo por especies autóctonas, cuando alguna se halla secado o enfermado.

Comprendamos que esto es tarea de vida o muerte para todos nosotros.

Oscar Carlos Laguna. DNI 8.144.258

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