El secreto de la taza

El secreto de la taza
El secreto de la taza

Mamá la  heredó de la suya y ahora me pertenece. Es una taza de té. No una más. Es de fina porcelana. Negra por fuera y con ribetes dorados.

Blanca en su interior, con una suerte de imperfección en el fondo, algo que aparenta desprolijidad.

Historias familiares cuentan que fue comprada en una casa de antigüedades. El que la vendió dijo que procedía de la ciudad japonesa de Kioto. La tomo entre mis manos y recuerdo algo que leí, algo exquisito escrito por Kawabata: “Para entrar en sosiego en la edad madura, hace falta empaparse del otoño de Kioto, deleitarse con sus jardines y dejar que el alma se inunde de la furia del rojo y amarillo y de los verdes perennes”. Imaginariamente estoy allí.

La taza me atrae. Esta mañana preparo té en hebras. Me dispongo a leer aprovechando el fresco de un jardín de Kioto, en otoño, para más. Al primer sorbo, ocurre algo inesperado. Desde el  fondo emerge Akiko, una geisha etérea y armoniosa. Cierro los ojos y me dejo llevar por su relato. Es prisionera de Kanaye, que la ha recluido allí. Todo por querer emanciparse, por huir de sus celos enfermizos. Me pide ayuda, para ello debo desprenderme de la taza, ¡qué cruel me resulta!

Sigo sus instrucciones, la quiero ver libre de ese hechizo. Es preciso que permanezca con los ojos cerrados y tan sólo siga su voz. Me indica que se irá  acercando al río Kamagawa. Cuando sienta el ruido del agua, debo arrojar mi preciada herencia. Un insistente rumor líquido llena el lugar. Lanzo con fuerza la amada pieza. Mis párpados continúan caídos, no obstante veo una taza de fina porcelana negra con ribetes dorados por fuera, blanca por dentro, agigantarse y estallar en mil pedazos luminosos. A Akiko caminar sobre las aguas, las mangas de su kimono transformarse en alas y remontar vuelo. Y a un iracundo Kanaye que lucha por alcanzarla y no lo logra.

Abro los ojos. Es otoño en Mendoza. Una lluvia de hojas me cubre. Extrañamente no son ocres, ni doradas, ni marrones. Son rosadas, son pétalos de flores de un cerezo de Kioto.

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