Reciclados por los daños

El autor nos convida con una reflexión sobre la Alexitimia.

Condenados a no saber qué sienten, la alexitimia es el centro de este relato.
Condenados a no saber qué sienten, la alexitimia es el centro de este relato.

Como si una semilla nos aliviara el alma, me definí como un ciclomotor a vapor; si, esos que también andan con carbón, que tienen una lámpara de bencina “Fuera de uso pero de colección”.

Has visto alguna vez cómo una persona hace relevancia de lo viejo y tiene un poco más de valor que los remiendos hechos. Si hice o intenté decir algo que de mí explotaba como una simple lámpara antigua; que estalló por la misma inercia de dos cuerpos en colisión.

Hay un pozo sin fondo en tus adentros, algo que sin explicar lo llevas y lo cargas con cierta culpa. Es una desesperación de sentimientos mal guardados y aletargados por un sin empujón, por una falta de valor. Qué raro es intentar sin motivo, es como una parva de enfermedades que se atoran en la puerta e intentan pasar todas juntas y te hacen “inmune”, porque ninguna logra atravesar entre el montón.

Sufres una insuficiencia de sentimientos que el resto logra apreciar. ¿Sabías que esto tiene una definición científica?

Se llama Alexitimia, es una rara condición de vivir sin sentir emociones; el “daltonismo emocional”. Sí, quizá exagero; pero es lo que mejor hago y también tienes razón sobre mi parte inglesa aún desconocida, entonces esto me impide demostrar sentimientos sin avergonzarme al hablar y me guarda siempre en la frialdad.

Ahora esta antología de ciclomotor, me dice que a mis glándulas de serotonina le aliviaría una pizca de tu risa, de tu mueca y de tu parte más inquieta o quizá tu eres la única bencina que me complementa.

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