El cronista que se mete en la cabeza de los delincuentes

Rodolfo Palacios, como nadie, ha entrevistado a los mayores “malvivientes” del país. Cómo logra dar con ellos y sus impresiones de apenas cuatro de los más de veinte con los que ha hablado.

El cronista que se mete en la cabeza de los delincuentes
El cronista que se mete en la cabeza de los delincuentes

Rodolfo Palacios (36) es un cronista policial único en la Argentina. Es quien ha entrevistado a los asesinos que cometieron los crímenes más resonantes. Pero no sólo los entrevistó: en los más de los casos logró una relación cercana a la amistad con esos sujetos que fascina a los lectores de la sección más leída de los periódicos.

Para su cacería de personajes, Palacios se escapa del método periodístico elemental, que es llamar a la cárcel donde purga su pena el asesino a entrevistar. No, no hace eso. Palacios en las más de las veces y en pleno dominio de internet, acude a la carta escrita enviada al penal para dar con quien quiere entrevistar.

Y para los presos -aún hoy- el recibir una carta postal encierra una de las emociones más grandes que pueden tener durante su encierro. Rodolfo, a quien también llaman "El Bomba", contó a este diario algunos pormenores de su tarea -complicada y arriesgada- de meterse en la cabeza de los personajes más famosos del mundo delictivo (acá se grafican 4 de ellos). En su cuenta de Twitter se define como "escriba del hampa". Y en verdad es eso.

YIYA MURANO

María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano (1930) es conocida como Yiya Murano (la envenenadora de Monserrat). Asesina y estafadora. Condenada por tres homicidios de 3 amigas suyas a las que envenenó con cianuro. Estuvo presa 16 años. Su caso policial es uno de los más famosos en la historia y fue llevado a la TV en Argentina y México con la tira "Mujeres asesinas" (Nacha Guevara la interpretó). Hoy está libre y vive con su novio, un ex corrector de diarios.

Palacios dio con Yiya Murano después de intentar hablar con ella mediante su abogado ya que para entonces la mujer acusada y condenada por envenenar a tres de sus amigas, estaba en libertad.

"Por medio de su abogado ella me mandó a decir que sólo hablaría a cambio de plata. Y yo le mandé a decir que no pagaba notas y que además tenía bastante material de archivo como para recrear su historia sin pagar. Así que la nota salió en el diario Perfil hacia 2005", recuerda Palacios.

Al otro día de que el artículo fuera publicado, Yiya fue en persona a ver a Palacios: "Compraste la versión falsa. Yo te puedo dar la verdadera", le dijo. El cronista le contestó que estaba bien, y que hicieran un nuevo artículo, "pero ella me pidió 500 pesos y se fue del hall del diario cuando le volví a decir que no". A las dos semanas, la mujer le llamó nuevamente: "Hagamos la nota", cedió. Quedamos en que iríamos, a pedido de ella, a la célebre confitería Las Violetas. Ibamos con un fotógrafo llamado Quique y tuvimos que esperar hasta que en el lugar ella se sirviera té con la tetera para que Quique la retratara, algo que a Mercedes le molestó, sobre todo cuando se vio en el diario con la foto gigante. "Yo no soy tan fea, al final Quique con la cara de bueno que tiene resultó ser un pelotudo", me gritaba.

Mercedes me contó que vivía con Julio (calculo -sic- que lo hace hasta hoy) que era un corrector del diario La Opinión y que estaba ciego. En todo momento negó ser la autora de las tres muertes por la que la condenaron. "A lo sumo fui una prestamista", decía. Se quejaba de la inseguridad reinante ya que aseguraba que en nueve oportunidades le habían arrebatado la cartera en la calle del barrio La Boca que era donde vivía al momento de las entrevistas".

Después se consolidó una suerte de amistad agobiante, ya que Yiya la visitaba al diario casi una vez por semana. Palacios la llevaba a tomar algo y ella les decía a los mozos que él era nieto suyo. “No le gustaba la palabra 'coger' a la hora de hablar de sexo y la cambiaba por 'coquer’”.

LUIS "EL GORDO" VALOR

Luis Valor (1953) es el ladrón de bancos y blindados más célebre de la historia penal argentina; fue líder de la denominada "Superbanda". En setiembre de 1994 se fugó de Devoto tras descolgarse de una sábana y saltó desde siete metros pero fue recapturado. En 2007, fue beneficiado con una excarcelación tras haber pasado 15 años detenido y por tener firme su sentencia. Pero el 31 de julio del 2009 volvió a ser apresado tras protagonizar una persecución y tiroteo que finalizó dentro de un country en Pablo Nogués. El 1 de mayo de este año quedó libre.

Para dar con Luis "El Gordo" Valor, Palacios comenzó con contactos mediante su abogado. En 2011, cuando el más célebre ladrón de camiones de caudales y de bancos de la Argentina estaba preso en el penal de Campana, "Bomba" Palacios pudo verle la cara al sujeto.
"Lo fui a ver a la cárcel después de que cayera por el robo a un country que había cometido cuando estaba con libertad condicional. Dicen que ya no era el mismo de antes, estaba cansado del delito y se arrepentía a cada rato de su pasado de ladrón".

Palacios cuenta que Valor llegó a la entrevista con un mate y una bolsita con salame y pancitos. "Tenía 57 años y ya había abandonado aquellas ideas de patentar "Gordo Valor" para poner -como había hecho Al Capone- una cadena de restaurantes con su apodo. Valor se imaginaba vestido con traje negro, sentado a una mesa en el fondo, con un vaso de Martini en la mano y rodeado de retratos de Al Pacino -en la piel de Scarface- y de Marlon Brandon en El Padrino, sus películas favoritas”.

En su apreciación, Palacios hace hincapié en la tristeza de Valor, en la tristeza del derrotado. El ex enemigo público número uno se quejaba permanentemente de los códigos delictivos que ya no existen, de la inseguridad, "hoy te matan por un par de zapatillas", decía. Y lo más doloroso para él: su presente sin un peso, "cuando llegó a regar su casa con miles de fajos de billetes de cien dólares producto de los más de 50 golpes que le endilgaron a la superbanda", dice Palacios. "Se me fue todo entre abogados y traidores", repetía el hampón.
Desde que salió en libertad por última vez, Valor no ha dado notas a la prensa.

RICARDO BARREDA

Ricardo Barreda (1936), es un odontólogo de La Plata que saltó a la fama en 1992 por asesinar a su esposa, Gladys McDonald, a su suegra, Elena Arreche, y a sus dos hijas, Cecilia y Adriana Barreda. En 1995 lo condenaron a perpetua. En 2008 le concedieron arresto domiciliario por buena conducta y por ser mayor de 70 años, revocado por violar ese beneficio con la excusa de necesitar ir a una farmacia.

El 11 de febrero de 2011 la prisión domiciliaria le fue devuelta. Pero luego de violar el arresto domiciliario en marzo de 2011, volvió a la prisión, aunque al final de ese mes le dieron la condicional. Hoy vive con su mujer Berta, a la que Barreda llama "Chochán".

Palacios llegó al odontólogo más famoso de la Argentina también por cartas que le enviaba a prisión. Luego ambos trabaron una suerte de amistad ("Bomba llegó a ir a comer a su casa), a tal punto que al periodista le dio hasta para escribir el libro "Conchita, el hombre que no amaba a las mujeres" de editorial Libros de Cerca.

"Me atrajo porque se trata de uno de los pocos asesinos argentinos que llegó a lograr que parte de la sociedad se identificara con él. Era universitario, de clase media, buen vecino y de buen trato con sus clientes, hasta que un día explotó y mató a toda su familia y después se fue a un hotel alojamiento con su amante", cuenta Palacios.

En las muchas visitas a la cárcel, Palacios notó que Barreda, pese a no ser un animal de cárcel, contaba con la protección y hasta el respeto de los otros bandidos comunes. "Creo que, como a muchos, su condición de mediático le jugó a favor a la hora de vivir en prisión. Yo llegué a él con la promesa de que hablaríamos de la vida en general y no de los cuatro crímenes que cometió".

"Bomba" define a Barreda como un tipo "a la vez angustiado y liberado. Siente angustia y a la vez liberación por matar a esas mujeres. Se equilibra a través del crimen. Cuando sus abogados lo quisieron hacer pasar por inimputable le dijeron 'usted tiene que decir que está loco'. Y él respondió: 'No, yo no estoy loco'".

Después del libro, Barreda no volvió a comunicarse con Palacios, quien sí fue a muchos programas para hablar del odontólogo.

ROBLEDO PUCH

Carlos Robledo Puch (1952). Es considerado uno de los mayores psicópatas y criminales argentinos. Le dicen "El Ángel Negro" o "El Ángel de la Muerte". Fue condenado por 10 homicidios calificados, uno simple, una tentativa de homicidio, 17 robos, una violación, una tentativa de violación, un abuso deshonesto, dos raptos y dos hurtos. Es la persona con más delitos graves imputados en el país. Está detenido desde 1972. Ya podría salir pero ningún juez se anima a dejarlo libre. Se convirtió al evangelismo.

Al mayor asesino serial de la historia argentina, el cronista también se acercó por medio de cartas. "El Bomba", en todas las entrevistas asegura que después de leer el perfil de Robledo Puch que el escritor Osvaldo Soriano hizo sobre el asesino, "me quedé con las ganas de hacer algo con ese personaje". Lo hizo en 2010, cuando Aguilar le editó el libro "El Ángel de la muerte, vida de Carlos Robledo Puch, asesino serial".

"Lo contacté con una carta, contándole que trabajaba en el diario Crítica, y él me respondió tres semanas más tarde". El cronista asegura que se sorprendió porque pocos años atrás ya había fracasado en su intento por dar con el célebre criminal. "Pero ahora Robledo Puch me decía que su abuelo leía el viejo diario Crítica y que aceptaba recibirme. Además decía que era fana de Lanata, quien dirigía el diario por aquellos años".

En las primeras páginas del libro, en el capítulo "El asesino y yo" y con un ritmo de thriller, Palacios cuenta que en un momento de una de las entrevistas en la cárcel con Robledo temió por su vida. "Así matan los cobardes -dice Robledo, mientras desarma mi lapicera. La mueve como un péndulo por las dudas que haya reemplazado la tinta por un veneno líquido-. 'Como el que usó Claudio para matar a su hermano, el Rey padre del príncipe Hamlet de Dinamarca', dice el mayor asesino de la historia criminal argentina". En el párrafo, "Bomba" recrea -y transmite- esa suerte de pánico que le invadía en ciertas entrevistas con Puch.

A la hora de plantearle el libro, Robledo tenía otra idea: "Me propuso hacer uno en el que él fuera presentado como el heredero de Perón y yo como la Sociedad: la Sociedad interpela a Robledo Puch. Pero era imposible llegar a un acuerdo. Además, él quería hacer un guión para una película en base al libro y protagonizarla".

"Cuando estaba -como está ahora- para salir en libertad, me pidió ir a mi casa, fijar su lugar de residencia en mi casa. Imaginate yo a mi novia de entonces diciéndole: 'Mi amor, Robledo viene a vivir con nosotros".

De un día para otro, Robledo dejó de contestar las cartas de Palacios.

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