La Argentina atraviesa un complicado panorama sanitario, que se expresa en una caída histórica en las coberturas de vacunación infantil, adolescente y materna, junto con un brote nacional de coqueluche (tos convulsa), que al mes de noviembre pasado había causado la muerte de cinco niños y una triplicación de casos respecto del año anterior.
La advertencia pertenece a la responsable Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), que se pronunció de esa manera a partir de datos del Ministerio de Salud de la Nacional y del Observatorio de la Infancia y Adolescencia de la institución, que confirman una disminución sostenida y generalizada en inoculaciones esenciales del Calendario Nacional de Vacunación.
La merma en la vacunación en forma general podría propiciar la reaparición de afecciones que hace tiempo no preocupaban, como el sarampión, la hepatitis A, el coqueluche y la poliomielitis (polio).
Los especialistas están descalificando con argumentos sólidos los distintos eventos antivacunas que, de vez en cuando, se repiten. El más importante ocurrió a fines de noviembre, en una dependencia de la Cámara de Diputados de la Nación, organizado por la diputada Marilú Quiroz (Pro, Chaco), quien cuestiona “la obligatoriedad y compulsividad” de la inoculación y presentó a un hombre al que supuestamente por haberse vacunado, se le pegaban objetos metálicos al cuerpo.
Muchos cuestionaron esa presentación, entre ellos el doctor en Medicina y Cirugía y magister en Salud Publica, Oscar Atienza. “Ninguna de las personas que estuvo ahí -sostuvo- es investigador. Lo que mostraron se puede encontrar en cualquier circo. No hay ningún efecto adverso real que hayan mostrado”, dijo este docente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
Por su parte, el médico infectólogo y epidemiólogo Hugo Pizzi, defendió con firmeza la importancia de la vacunación y alertó sobre el resurgimiento de enfermedades prevenibles, como el sarampión, y reclamó la intervención judicial ante lo que calificó como “terrorismo sanitario”.
Debe tenerse presente que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que si no hubiese existido la vacuna contra el sarampión, entre 2000 y 2024 hubieran fallecido 60 millones de personas; el Covid mató 20 millones de seres en el mundo y 131.000 en Argentina.
En Mendoza el panorama en ese sentido es mejor que el nacional y en buena medida se debe al trabajo de un equipo profesional y técnico que conduce la doctora Iris Aguilar, jefa del Departamento de Inmunizaciones, con muchos años en el sistema salud local. Esta médica se desempeña en esa función hace más de trece años y fue clave en la campaña de vacunación contra el Covid-19 y en el operativo de convencer a la población sobre la necesidad de vacunarse. “Preferimos -sostiene ante los medios- por lejos la inmunidad por vacunación porque de esa forma evitamos el riesgo de muerte y complicaciones de contraer enfermedades”.
Las vacunas actúan antes de que aparezca la enfermedad, evitando la infección o reduciendo su gravedad. No solo disminuyen el riesgo individual, sino también el riesgo colectivo (inmunidad de grupo), protegiendo especialmente a quienes no pueden vacunarse.