El 11 de febrero se celebró el Día Internacional de la Mujer en la Ciencia, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el que se reveló que Argentina es uno de los tres países iberoamericanos con más investigadoras que investigadores.
La comprobación de este hecho fue difundida por el portal digital de noticias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), Unidiversidad, y merece ser comentado por su trascendencia y vigencia.
En Iberoamérica, lo cual implica considerar veintidós países de América y Europa, de lengua española y portuguesa, las mujeres en ciencia son cuatro de cada diez personas, pero en Argentina, Paraguay y Uruguay son más del 50%. Se especializan mayoritariamente en áreas vinculadas a las ciencias médicas, humanidades, biología y ciencias sociales.
Como contrapartida, en diez años, cayó del 25% al 19% el egreso de mujeres en carreras TIC, que son aquellas carreras relacionadas con las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) y se dedican al diseño, implementación, operación y administración de sistemas informáticos y de telecomunicaciones.
El ámbito científico sigue siendo un espacio de predomino de los varones, pero la tenacidad y la aplicación de muchas mujeres ha logrado traspasar las dificultades estructurales, los estereotipos y las inequidades que suelen ponerse por delante. Hay muchos progresos en este sentido y también retrocesos, porque -como cita Unidiversidad- el cupo femenino disminuye en las áreas tecnológicas, denominadas STEM, siglas que reúnen a las ciencias exactas, la ingeniería, la matemática y la tecnología.
El llamado “techo de cristal” se reproduce en esas áreas y en la aspiración a la conducción de instituciones científicas de alto perfil.
Ese techo o barrera remite a la idea de una superficie invisible que actúa como límite al ascenso de mujeres a los puestos de tomas de decisiones, aunque debe aclararse que no se trata de limitaciones surgidas de leyes o prohibiciones explicitas de códigos o reglamentos.
En un debate que sobre esta temática hubo hace dos años, en el marco del 150° aniversario de la creación de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, se explicitó en la discusión que ese “techo” era el resultado de ambientes de trabajo complicados u hostiles, de carencia de estímulo y reconocimiento, falta de visibilidad de logros, sumado a consideraciones del ámbito personal del tipo de: "¿podré ser capaz yo de hacer eso?", "¿cómo equilibro mi tiempo de trabajo e investigación con las responsabilidades de la familia?", o "¿me presento a ese concurso?".
Por eso, y en atención a toda esta problemática, el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad de la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI) –con sede en Buenos Aires– promueve la necesidad de redoblar esfuerzos en el desarrollo de iniciativas que impulsen las vocaciones científicas en niñas y jóvenes de Iberoamérica. “El objetivo -dice este organismo- es impulsar la participación y la visibilidad de las mujeres en la ciencia en la región para poder afrontar los desafíos globales en este ámbito desde una perspectiva más igualitaria”.
En la realidad local, la UNCuyo participa junto a once universidades de América Latina y Europa de un proyecto internacional para despertar vocaciones científicas y fomentar la participación femenina en carreras STEM. El cometido es abrir más puertas, romper barreras y construir un camino lleno de oportunidades para las futuras generaciones de mujeres científicas, tecnólogas, ingenieras y matemáticas.