El Premio Nobel de la Paz recientemente otorgado a la dirigente venezolana María Corina Machado, durísima opositora al régimen de Maduro, debe ser visto como un fuerte reconocimiento a la búsqueda de una salida democrática sin apelar en absoluto a la violencia que se pretende erradicar en aquel país.
Es importante rescatar los principales conceptos tenidos en cuenta por el Comité Nobel y que fueron conocidos a través del comunicado que emitió al oficializar la distinción. Resalta la función de “figura clave y unificadora en una oposición política que alguna vez estuvo profundamente dividida, una oposición que encontró un piso común en el reclamo por unas elecciones libres y un gobierno representativo”.
Se destaca, por otra parte, la perseverancia de la dirigente “en su resistencia a la militarización de la sociedad venezolana” y se añade que “como fundadora de Súmate, una organización dedicada al desarrollo democrático, Machado defiende las elecciones libres y justas desde hace más de veinte años”. Remarca el Comité Nobel en algo que siempre pregona la dirigente: “Es una elección entre los votos o las balas”.
Se puntualiza, por otra parte, "la constante prédica de Machado a favor de la independencia judicial, los derechos humanos y la representación popular”, pilares, qué duda cabe, de la vida republicana y democrática que abolió por la fuerza el chavismo.
Y en el último considerando, el Comité Nobel puso en un elevado lugar lo que definió como consistencia de Machado en apoyo a una transición democrática, poniendo como ejemplo el respaldo de la dirigente a un candidato presidencial de otro partido, Edmundo González Urrutia, inmediatamente después de que el régimen de Maduro bloqueara su propia candidatura para las presidenciales de 2024. Esto, destacan quienes otorgaron el galardón, favoreció la movilización de personas a favor del voto popular independiente por encima de divisiones partidarias y otros intereses. Aumentó la preparación de observadores para garantizar elecciones transparentes y justas más allá del siempre presente “riesgo de acoso, detención y tortura” por parte de la dictadura.
De ningún modo puede justificarse la reacción en contra de la distinción por parte de quienes aún defienden en muchos países a la dictadura consolidada durante años en Venezuela. Se trata de quienes han evitado mirar con atención los pasos dados por el chavismo para apropiarse de bienes y ejercer un monopolio estatal en todos los órdenes de la vida venezolana, llevando a sus habitantes a la pobreza y a la triste necesidad de emigrar para poder vivir en paz.
Como bien señaló sobre Machado un funcionario del gobierno de Mendoza al tomar conocimiento de la noticia, “la pacífica defensa de los venezolanos azotados por la dictadura de Maduro es un ejemplo de su resiliencia y trabajo por su pueblo”.
Ese es el método elegido por la valiente dirigente, que derivó en el muy justo reconocimiento en este caso: demostrar al mundo que es posible combatir al autoritarismo desde el mismo país dominado, pregonando los beneficios de la libertad a través del voto popular que exprese el verdadero sentir de un pueblo oprimido, silenciado.