Mendoza recupera en parte su prestigio de provincia de buenos caminos y aunque faltan concretar otros emprendimientos imprescindibles, la reciente inauguración de la Variante Palmira-Agrelo, de 36,5 kilómetros, mejora el panorama vial de la región.
Con la reciente habilitación de la Variante Palmira -Agrelo, mejora la condición de Mendoza como provincia de buenos caminos. La obra elimina el tráfico de carga pesada de gran volumen en los accesos Este y Sur. El momento debe aprovecharse para reconstruir un tramo del Acceso Sur, de 14 km, que se encuentra en estado crítico por baches.
Mendoza recupera en parte su prestigio de provincia de buenos caminos y aunque faltan concretar otros emprendimientos imprescindibles, la reciente inauguración de la Variante Palmira-Agrelo, de 36,5 kilómetros, mejora el panorama vial de la región.
Se trata de una obra de gran envergadura que ya muestra sus servicios y beneficios al liberar del tránsito de carga pesada internacional a un tramo importante de la ruta nacional 7, que atravesaba Guaymallén y Maipú y circulaba por el Acceso Sur en dirección al vecino país de Chile.
Concretamente, desde el viernes 3 en que fue liberado el camino al uso público, se nota sobremanera una circulación más holgada en los accesos Este y Sur, que se observan sin la presencia de cientos transportes de gran envergadura que realizaban ese recorrido, aunque muchos camiones seguirán circulando por esos corredores en su carácter de unidades de distribución interna de artículos y mercaderías de alcance local.
La nueva traza tiene una longitud de 36,5 kilómetros y permite un ahorro de 25/30 kilómetros para quienes se dirigen hacia la Ruta Internacional a Chile o al sur de la provincia de Mendoza o viceversa.
La obra en general consta de dos calzadas separadas de 7,30 metros de ancho, con banquinas de tres metros, siendo su coronamiento de 13,30 metros y un cantero central de 12 metros de ancho. El separador central se materializa con una baranda rígida tipo New Jersey.
La variante es un portento de la ingeniería moderna en vías de comunicación, que seguramente será considerada como una de las mejores de 2025 por los medios especializados, tal el caso de la Asociación Argentina de Carreteras, institución que distingue cada año a las mejores obras viales nacionales finalizadas durante el año de ejercicio.
Su ejecución demoró más de lo previsto, pero finalmente está en servicio: el plazo inicial era de 30 meses (dos años y medio, y se extendió a siete años, claro que en plena ejecución sobrevino la pandemia del Covid-19 que retrasó la obra.
Con la habilitación de esta nueva ruta y su aporte concreto de descomprimir el tránsito de carga pesada por los accesos Este y Sur, el Gobierno provincial podría aprovechar la posibilidad de reparar y reconstruir una vía de comunicación que está en muy mal estado y que es causa potencial de posibles incidentes viales.
Nos referimos a la oportunidad que se presenta para arreglar en forma efectiva el Acceso Sur, especialmente en el tramo comprendido entre calle Azcuénaga (ingreso a Luján de Cuyo) y calle Paso-Emilio Civit ruta provincial 10 (Maipú), de unos 14,3 kilómetros de extensión.
No pocos conductores han sufrido percances por estas anomalías en la calzada de una vía de comunicación que registra un altísimo índice de circulación de vehículos. De todos modos, las causas más recurrentes son la alta velocidad y el no cumplimiento de elementales normas de seguridad vial.
Sin ser alarmistas, el tramo que estamos citando es un compendio de baches y otros desperfectos en calzada y banquinas, muy peligrosas y descalzadas en varias partes.
Ese panorama debe ser solucionado en los plazos más cortos posibles, aunque reconocemos que será difícil materializar este proyecto con la perentoriedad que demanda el desastroso estado de la ruta.